Olla Källenius asumió la función de CEO de Mercedes-Benz en 2019, y apenas dos años más tarde, en julio de 2021, anunció que para 2030, la marca de la estrella de tres puntas será completamente eléctrica. Fue uno de los primeros grandes espaldarazos que la industria automotriz convencional le dio a la nueva movilidad eléctrica, adelantándose a muchos otros fabricantes, que luego siguieron una línea similar por la cual hay muchos que ya han decidido que con el inicio de la nueva década, ya no producirán autos con motores térmicos.
Pero para ello tenían un plan. Debían garantizar la rentabilidad de la compañía, algo en lo que en aquella oportunidad fue reiterado con bastante frecuencia. Para lograr sus metas, anunciaron una inversión de 40.000 millones de euros en vehículos eléctricos entre 2022 y 2030, y uno de los objetivos parciales que se habían planteado era que en 2025, a mitad de década, el 50% de todos sus automóviles deberían ser electrificados, es decir híbridos enchufables (PHEV) o eléctricos puros.
Sin embargo, no todo ha salido como esperaban, y en la reunión general anual del grupo el pasado miércoles 3 de mayo, el propio Källenius ha dicho que “la mitad de la década significa 2026″, lo que automáticamente retrasa un año el objetivo de tener la mitad de la producción de vehículos electrificados.
Uno de los motivos del aplazamiento está en la estadística de ventas de los modelos híbridos enchufables, que sigue siendo algo menos del 63% de las ventas de los vehículos electrificados tras 2022. Según los expertos, el objetivo intermedio de Mercedes-Benz está en peligro porque las ventas de los PHEV cayeron un 14% en el primer trimestre de 2023, y esto se debe en gran parte a algo que no se podrá revertir, y es que el subsidio de bonificación ambiental para los híbridos enchufables en Alemania ya no existe.
Pero ese no es el único motivo. La venta de vehículos 100% eléctricos tampoco ha estado en los parámetros esperados, ya que Mercedes tuvo que reducir considerablemente el precio de la línea EQS y EQE en China para mejorar el volumen de ventas, y se espera que esto tenga impacto en los ingresos y la rentabilidad del negocio también.
Por su lado, las ventas del EQC están muy por debajo de las expectativas. Mercedes sólo ha vendido 64.000 unidades del primer modelo de la línea EQ desde su lanzamiento en 2019, según datos aportados por el proveedor de servicios de datos Marklines, que publicó el diario económico alemán Handelsblatt. Esas cifras se planificaron para un período anual, pero han terminado siendo las correspondientes a todo el ciclo de vida del modelo hasta el presente.
Estos ajustes no parecen afectar el proceso de transformación total a la electricidad pura para 2030, y sólo es un ajuste de los que pueden ocurrir en un mundo completamente cambiante como el de la conversión de la movilidad a tecnologías sustentables.
Cuando se hizo la proyección anunciada en 2021, los propios ejecutivos de Mercedes-Benz decían que estaban basando su plan en “los siguientes supuestos: un escenario de mercado en el que los vehículos eléctricos reemplazarán esencialmente el motor de combustión interna para el final de la década y una participación de los vehículos electrificados significativamente mayor del 50% en 2025″. Esto es lo que no está ocurriendo, y buena parte de las circunstancias también se deben a otros jugadores del mercado.
Tesla con su bajada de precios sostenida desde finales de 2022 ha sido uno de esos inesperados cambios de circunstancias del mercado, y el arrastre que generó en otras marcas, lo ha potenciado aún más. Pero la gran expansión de fabricantes chinos que empiezan a ocupar lugares del mercado Premium o de alta gama es el segundo gran problema que enfrentarán los de Stuttgart, especialmente con modelos de no tan alto costo, que ven como con una inversión de unos 10.000 euros menos, pueden tener un vehículo tan aspiracional como un Tesla Model Y en lugar de un Mercedes de la gama inferior de lujo.
Y el dato más relevante que confirma esta situación es precisamente la decisión de bajar el precio de algunos modelos de Mercedes en China mismo, para competir con la creciente ola de autos asiáticos. Lo que no está claro es qué puede hacer Mercedes para cotrarestar los efectos de ese nuevo escenario. Bajar más los precios para competir con Tesla y los fabricantes chinos, no parece algo muy apropiado para la marca alemana premium por excelencia.
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