Porsche fue el motor para impulsar que gracias a los combustibles sintéticos, los motores de combustión interna puedan seguir equipando automóviles en Europa más allá de 2035. Mercedes-Benz, en cambio, se adelantó a decidir que toda su oferta de vehículos será únicamente eléctrica ya desde 2030. BMW y Audi decidieron quedar en el medio, y tienen razones a las que todos deberían atender, en lugar de quedarse discutiendo si el futuro de la movilidad tiene que ser eléctrico únicamente o considerar otras tecnologías.
Hace un par de años, el por entonces Ministro de Economía del estado de Baviera, Hubert Aiwanger, expresó su preocupación por los 13 millones de habitantes que viven en el segundo estado más grande de Alemania, en el que tienen grandes inversiones compañías de la industria automotriz como BMW y Audi. “No queremos que Baviera sea el segundo Detroit”, dijo entonces, intentando representar la cantidad de mano de obra desocupada que quedó en la antigua capital del motor norteamericana, y que hoy es una de las ciudades con mayor cantidad de casas desocupadas del Estados Unidos.
Esa es la postura que expresa hoy BMW, una de las marcas que, aunque tiene una clara decisión de convertir su portfolio de productos también a la electricidad, no deja de pensar en las consecuencias que tendrá abandonar el parque actual de automóviles, no sólo por los autos en sí, sino por todo el sistema productivo que se mueve en torno a ellos, desde los fabricantes de partes de motor, hasta los talleres mecánicos.
Así lo transmitió recientemente el CEO de BMW AG, Oliver Zipse, al decir que consideraba que los combustibles electrónicos tenían el mayor impacto para descarbonizar el transporte si se usaban en flotas de automóviles existentes, en lugar de en automóviles nuevos. Según Zipse, “no estamos discutiendo la flota existente. La única oportunidad para marcar la diferencia son los combustibles electrónicos. Estoy totalmente de acuerdo con los colegas que lo proponen, particularmente porque nuestros motores están preparados para ello. El principal impacto de los combustibles sintéticos está en las flotas existentes, no en la regulación de vehículos nuevos que se discute acaloradamente en Europa”.
Esa es la misma filosofía con la que la Federación Internacional del Automóvil (FIA) ha anunciado hace dos años, que desde el año 2026 sus campeonatos mundiales de automovilismo como la Fórmula 1, WEC y WRC, utilizarán únicamente combustibles sintéticos en sus motores térmicos. Al hacer ese anuncio, el principal argumento esgrimido más allá de tener motores neutrales de emisiones de dióxido de carbono, es que para 2030 se espera que en el mundo estén circulando 1.8 billones de autos con motores térmicos, y que este combustible pueda salvar al planeta de la contaminación que seguirán teniendo.
Coincidentemente con la postura de BMW, el otro gran fabricante de autos del mismo estado de Baviera, acaba de tomar una posición similar. Markus Duesmann, CEO de Audi, ha señalado el pasado 28 de abril en una conferencia de sustentabilidad llamada “Better Future” que “los combustibles sintéticos tienen un papel importante que desempeñar, sobre todo para conseguir que la flota actual de vehículos con motores de combustión interna sea neutra en carbono. Estos e-fuels son también la única tecnología de descarbonización que conocemos para el transporte aéreo y marítimo”, señaló el ejecutivo de mayor rango de la marca del Grupo Volkswagen.
Sin embargo no todos parecen pensar del mismo modo. Uno es Olla Källenius, CEO de Mercedes-Benz, quién ha señalado que las ventajas de los vehículos eléctricos en la eficiencia energética, “son sensacionalmente buenas” además de terminar con las emisiones de escape, algo que “los vehículos de combustible sintético no pueden igualar”.
“El automóvil eléctrico es todavía una tecnología joven en comparación con el motor de combustión y tiene un gran potencial de progreso. El motor eléctrico superará al motor de combustión interna en términos de rendimiento antes de finales de esta década”, aseguró Källenius.
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