Nürburgring, Nordschleife, Grüne Hölle o el infierno verde. Las formas de llamar a la pista más famosa y difícil del mundo van desde su denominación oficial hasta el sobrenombre que le puso Jackie Stewart en la década del 70, pasando por el nombre del circuito viejo que todavía se usa para carreras de larga duración y como paseo turístico los días de semana.
En cualquier caso, todos esos nombres representan lo mismo: la máxima expresión de dificultad y exigencia para un auto y un piloto que se pueda encontrar en el mundo. Originalmente tenía 28 kilómetros y 176 curvas, y cuando se eliminó el Südschleife quedó reducido a los 20.830 metros actuales, casi 21 kilómetros, en los que se pueden contar técnicamente 154 curvas, aunque contando cada quiebre, porque curvas reales son 73.
La gran cualidad de esta pista es que es angosta, con muchos cambios de altura, todo tipo de curvas, incluido el famoso Carrousell “Rudolf Caracciola” y la larguísima recta de Dottinger Hohe, de 2 kilómetros de largo. Por esa razón, Nürburgring es utilizado desde la década del 90, como un banco de pruebas perfecto para los fabricantes de autos y también de neumáticos, ya que en su larga vuelta se pueden ensayar todo tipo comportamientos además de la performance pura de velocidad lanzada.
Hace pocos días, el piloto argentino Néstor Girolami, tuvo la satisfacción de ser el conductor de un Honda Civic Type R 2023 con el que se marcó el nuevo récord de la pista para autos de serie de tracción delantera, que estaba en poder de un Renault Mégane RS Trophy desde 2019.
Infobae entrevistó al cordobés, oriundo de Isla Verde, quién es actualmente el piloto oficial de Honda a nivel mundial para competir en la Copa Mundial de Turismo (TCR) con un modelo similar pero preparado para competición, además de haber sido quién desarrolló el nuevo modelo que debuta este fin de semana en Portimao, Portugal.
“Cuando Honda Japón me ofreció la posibilidad de hacer el intento, no dudé un instante y dije que sí. Yo sabía que querían hacerlo, pero desconocía que estaban trabajando para hacerlo ahora. Cuando llegué y me contaron que ya lo habían intentado y no lo habían podido conseguir, empecé a averiguar quién lo había hecho y qué tiempos había marcado, y vi que era un piloto alemán con mucha experiencia en Nürburgring, dije ‘Uy, estamos complicados’, porque había que mejorar siete segundos, que es bastante aunque la vuelta sea de casi 8 minutos”, cuenta Girolami.
En Nürburgring, por algún tema que no se entiende muy bien, la vuelta de récord se contaba históricamente desde una línea que estaba pasando la mitad de la recta de entrada al circuito viejo, pero terminaba en otra línea ubicada en la entrada de esa misma recta. Esto hacía que quedaran 250 metros en los que el tiempo no se computaba. El récord anterior era de 7m 40s 5/10, pero tomado en la configuración anterior que ya no se utiliza. Por ese motivo se han agregado 5 segundos a todos los registros existentes para tomarse como referencia. Así, el tiempo que debía bajar el Honda era de 7m 45s 5/10.
“El trabajo de preparación fue muy detallado. Tomé el video del Mégane RS y me anoté las velocidades mínimas de cada curva, y lo usé para comparar con ese mismo dato de mis primeras tandas”, dice el argentino.
Todo se desarrolló en tres días en Nürburgring. Las dos primeras jornadas fueron con otros vehículos compartiendo el circuito, en lo que se llama “Industry Pool”, porque varias fábricas están probando sus productos. Ahí no se puede ir tan rápido porque hay todo tipo de autos, deportivos, pero también sedanes o SUV también. “Pude dar alguna vuelta limpia pero en general vas con algo de precaución porque hay tráfico más lento. De todos modos, eso me permitió tomar mis datos y compararlos con los del Renault”, explica.
Honda había llevado dos autos exactamente iguales para este intento de récord. La única diferencia estaba en la matrícula y en que uno de los autos, el de repuesto, tenía el alerón trasero blanco mientras el auto oficial lo tenía de color negro. Esos dos primeros días, el argentino giró con el auto de repuesto para no arriesgar el titular.
Recién el tercer día Honda tenía la pista a su disposición exclusivamente, pero toda la semana había estado inestable el clima, algo bastante frecuente en Nürburgring, una pista enclavada en una zona muy boscosa y con una diferencia de altura de casi 600 metros ente la zona más baja y la más alta, lo que hace que ocasionalmente llueva en una parte del circuito y haya sol en la opuesta.
“Ese día, las chances de que salga una vuelta completa con piso seco eran realmente bajas”, dice Girolami. “Arrancamos a las 8 de la mañana con la verificación técnica del auto, en el que le controlan que todo, alineación, peso, motor, suspensión, todos los parámetros tienen que estar de acuerdo a los de un auto de calle. Una vez pasada esa verificación, viene un abogado y desde ese momento, el técnico se queda al lado del auto todo el tiempo. El abogado verifica el tiempo de vuelta y el técnico verifica que no hagas nada fuera de reglamento”, retoma el piloto argentino.
“Efectivamente llovió toda la mañana así que no pudimos hacer nada. Al mediodía paró y teníamos una ventana hasta las 16. Salí a girar con el auto de reserva para ir viendo cómo se iba secando y ayudando a hacerlo en la huella por la que se debía girar, y también tomando referencias de zonas más complicadas para no pegarme un golpe cuando saliera por el intento de récord. A eso de las 15:30 el piso ya estaba bien, y a las 15:45 veo que viene una nube negra desde atrás de los boxes, así que entro corriendo y les digo que no esperemos a las 16 horas como estaba previsto, había que salir inmediatamente”, relata Girolami.
“Salimos a fondo, en el primer intento quedo a un segundo y cuando paré les dije que teníamos mucha ida de trompa, y como lo único que podés cambiar son las presiones de los neumáticos, le di más presión a las traseras, para que el auto rote más fácilmente cuando le diera dirección, salí y bajé un segundo, marcando el nuevo récord por solamente 2/10 de segundo. Después hice una tercera salida en la que no pude mejorar y en la cuarta se largó a llover otra vez y me tuve que ir a boxes”, completa el cordobés.
Se registró un nuevo récord para un auto de calle de tracción delantera. El tiempo fue de 7m 44s 881/1000. La vuelta fue impresionante, vale la pena dedicar ocho minutos y verla en detalle. Girolami cuenta cómo la hizo y las complicaciones que tuvo que atravesar.
“Hubo dos momentos muy difíciles. Uno es en una curva rápida a la derecha que se llama Klostertal, porque toqué el pasto y se me puso muy de costado a 190 km/h de velocidad aproximadamente, y el otro se dio en una de las bajadas, en las que el auto vuela y al caer, en la compresión de la suspensión, casi lo pierdo. En la entrada al Carrousell también me pasé un metro en la frenada y perdí un par de décimas, pero sin riesgo. De todos modos fue una vuelta muy al límite”, relata.
“Sinceramente, el riesgo que tiene hacer un récord con un auto de calle en Nürburgring es mucho mayor que hacerlo con un auto de carrera. Este auto no tiene jaula antivuelco, y si bien estás atado con un cinturón de cinco puntos, esa es toda la protección. Para colmo, al inflar más las ruedas traseras, venía muy suelto, en el aire. Pero más allá de mi deseo de hacerlo, sabía lo que significaba para Honda. Ellos trajeron un auto desde Japón, vinieron siete ingenieros desde allá, realmente había mucha expectativa. Salió bien. Puse mucho en riesgo, pero siempre teniendo control del auto. Es un honor haberlo conseguido y lo guardaré como un gran recuerdo”, finalizó Girolami.
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