Con el mes de abril, no solo en el calendario el otoño ha llegado para dejar atrás uno de los veranos más calurosos que se pueden recordar, sino también en la realidad. El calor agobiante ha dejado paso a temperaturas agradables, y la sequía que tanto padecimos fue reemplazada por una inestabilidad climática en la que la lluvia será la protagonista de los próximos meses.
Charcos y veredas resbaladizas son una constante. Baldosas flojas que al pisarlas salpican y ensucian todo alrededor, incluido el calzado del otro pie, árboles que descargan el agua de sus hojas aunque ya haya dejado de llover, son solo algunos accidentes que padecen los peatones.
En la calle, también cambian las condiciones y por lo tanto hay que estar preparados como conductores y como dueños de un automóvil. Cuando llueve o ha llovido recientemente, el punto crítico siempre es la esquina, porque es donde se producen las frenadas. Si tomamos el cruce de calles como referencia, el resto de las situaciones del tránsito repiten patrones.
El auto
Y nuevamente el ejemplo del peatón es aplicable. Así como cierto calzado sabemos que es resbaladizo cuando la vereda está mojada, con los neumáticos pasa algo similar. La diferencia está en que las veredas pueden ser de baldosas, lajas, cemento, cerámicos o mármol, y eso cambia su condición de adherencia, y el calzado puede ser de suela o goma y de mayor o menor profundidad de dibujo. Con los neumáticos de un auto es más simple porque las calles son de cemento o asfalto, y las gomas del auto son siempre las mismas. Pero así como resbala una zapatilla con la suela gastada, resbala un neumático con demasiado uso.
Lo ideal es llevar el auto a una gomería para que evalúen en desgaste que tienen las cuatro ruedas, y eventualmente, si hay dos que están en mejor condición, colocarlas en las ruedas delanteras, que son las que reciben toda la presión del peso del auto ante una frenada y las que le dan dirección a un auto. Otro modo de saber si la profundidad del dibujo es la correcta, es mirar los testigos de desgaste de cada neumático, que se encuentran dentro de las canaletas del dibujo. Si están al ras de la superficie exterior, es porque el desgaste llegó a su punto crítico y se debe reemplazar esa unidad.
El dibujo de un neumático con sus canales longitudinales y los cortes transversales, es el que evacúa el agua que se deposita en el piso, si ese dibujo no es lo suficientemente profundo, el auto puede perder contacto con el piso, lo que se conoce como “aquaplaning” e impedir que el conductor controle una maniobra.
El otro factor que influye en la conducción cuando hay lluvia, es la visibilidad. Por eso, es fundamental que las escobillas del limpiaparabrisas estén en buen estado. Una escobilla que no saca el agua del vidrio, impide ver a tiempo si el tránsito está frenando o cosas menores pero fundamentales como un charco o una mancha de gasoil, muy común en zonas donde giran colectivos de transporte urbano. El gasoli, combinado con agua es una de las mezclas que más fuertemente afectan la adherencia de una calle.
Ahora hablemos de la conducción cuando el piso está mojado. Siempre hay que bajar la velocidad y aumentar la distancia con los vehículos que van adelante. Por mejor equipo de frenos que podamos tener en nuestro auto, e incluso si se cuenta con todas las asistencias electrónicas que contribuyen a frenar en menos metros, las leyes de la física no se pueden cambiar, y una masa de 1.500 o 2.000 kg sobre un piso resbaladizo, causan patinamiento.
Pero hay otras cosas que tenemos que considerar al momento de andar arriba de pavimento mojado, y que pueden aumentar la seguridad para todos. Siempre considerar qué clase de vehículo va adelante y compararlo con el nuestro, permitirá estar mejor preparados. Si se trata de un vehículo moderno y de alta gama, su equipo de frenos será mejor, por lo tanto podrá parar en menos metros. Si vamos muy cerca, ante la eventualidad de una frenada inesperada, es posible que frene mejor que nosotros.
Si el vehículo que va adelante es una moto, siempre hay que ir un poco más lejos, y si es posible moverse hacia un costado. La moto es muy propensa a resbalar y las caídas en días con lluvia son mayores. Si vamos muy cerca, podemos correr el riesgo de atropellar a un motociclista que haya perdido el equilibrio.
Siempre mirar los espejos. Si tenemos un vehículo muy viejo detrás, y vemos que no está suficientemente lejos, es conveniente correrse a un lado y dejarlo pasar, porque ante una frenada relativamente fuerte, nos puede impactar desde atrás.
Por último, una consideración adicional que nunca viene mal. Cuando llueve, en los bordes de las calles se produce acumulación de agua por la propia caída de la forma de las calles. Si circulamos por el borde, especialmente por el izquierdo, donde no hay autos estacionados, es bueno contemplar que por la vereda va caminando gente y pisar los charcos los salpicará. Es un gesto de buena convivencia entre las personas.
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