En un mundo que está debatiendo cómo eliminar el petróleo y sus productos derivados más allá de la fabricación de combustibles para propulsar vehículos, sino también en la reducción de uso de plástico y el nylon en la vida cotidiana de las personas, bien podría entenderse que una de las mayores perjudicadas deberían ser las compañías petroleras.
Y es cierto, lo que se comprueba viendo como la mayoría de ellas están invirtiendo millonarias cifras en desarrollar combustibles sintéticos e hidrógeno verde o incluso en abrirse a la electricidad, como modo de seguir siendo proveedor de la industria automotriz. De hecho, los principales países productores del “oro negro”, casi todos situados en Medio Oriente, han empezado a ser destinos turísticos y sedes de grandes compañías de innovación y tecnología, además de intentar tener la mayor cantidad de eventos deportivos de alcance masivo y global, para generar un ecosistema que ya no dependa del petróleo como hasta una década atrás.
Sin embargo, Saudi Aramco, la mayor compañía petrolera del mundo, tiene una mirada muy particular respecto al proceso de descarbonización de la industria del automóvil, conceptualmente muy similar a la de Toyota, ya que consideran que los motores de combustión interna pueden todavía ser muy útiles para la economía mundial, y que vale la pena invertir en ellos para mejorarlos, hacerlos más eficientes y menos contaminantes, y no dejarlos abandonados al olvido.
Este jueves se confirmó una de las operaciones más comentadas en la industria en los últimos meses, que comenzó a gestarse en noviembre de 2022, cuando el Grupo Renault vendió a su par chino Geely, el 50% de la división encargada de fabricar los motores a explosión actuales de la marca francesa. La asociación de Renault y Geely dio vida a una nueva empresa, de la cual ahora los árabes decidieron adquirir un porcentaje minoritario.
El propósito del ingreso de Aramco a esta compañía es invertir recursos económicos en desarrollar e-fuels y motores que funcionen con hidrógeno, como complemento de los proyectos de eficiencia de los actuales motores térmicos e híbridos que utilizarán los autos “no eléctricos” de ambas marcas.
“Esta asociación con Aramco le dará a nuestra nueva compañía de tren motriz una ventaja en la carrera hacia la tecnología de tren motriz ICE de emisiones ultrabajas”, dijo el CEO de Renault Group, Luca de Meo, en el comunicado.
Lo que está mostrando este anuncio es la certeza de un negocio, el de los autos con motores térmicos, que todavía está abierto y lo estará por muchos años más en muchas regiones del mundo fuera de Europa, el continente que más impulso a la movilidad 100% eléctrica. Latinoamérica y el norte de África serán los principales objetivos de suministro, aunque en realidad, gracias a los mercados a los que llega Renault por un lado y Geely por otro, estas operaciones tendrán receptores en todo el planeta.
Cuando se anunció la venta a Geely en noviembre pasado, Renault dijo que la nueva empresa tendrá 17 plantas mecánicas de motores y transmisiones en todo el mundo. Ahora se amplían esas cifras, ya que han anunciado una capacidad de producción anual de más de 5 millones de motores de combustión interna y transmisiones, y motores híbridos e híbridos enchufables por año.
Aunque originalmente se mencionó que la compañía llevaría el nombre de “Power”, esto fue cuando Renault simplemente anunció la división de sus operaciones eléctricas, térmicas y de movilidad compartida antes de su acuerdo con el gigante chino. Ese nombre no se ha mencionado en el comunicado de esta semana, por lo tanto, de momento, solo se puede hablar de la nueva empresa formada por Renault-Geely-Aramco.
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