Cuando la nueva legislación que prohíbe la fabricación de autos con motores alimentados por combustibles derivados del petróleo entre en vigencia en 2035, indefectiblemente comenzará en el mundo el proceso de descarbonización obligada para la movilidad de las personas.
Dentro de esa ley hay un apartado para los autos especiales de producciones menores a 1.000 unidades anuales para que continúen un tiempo más con la tecnología actual, pero nada dice de los autos históricos y clásicos, nacidos en la era del petróleo barato y masivo, que continúan circulando por las calles y rutas de todo el planeta.
Algunos gobiernos como el del estado de California, están estudiando la posibilidad de ofrecer a los propietarios de esos automóviles, una conversión a la propulsión eléctrica sin costo, como una manera de conservarlos como un bien de uso en sus territorios, pero la situación es mucho más compleja que la de resolver el costo de esa transformación, porque el problema no está en las cifras, sino en la pérdida de la originalidad de esos modelos.
Solo con ver las cifras récord que se han pagado en los últimos dos años en las subastas de autos clásicos, que cada día adquieren mayor valor por el paso del tiempo, es entendible que sus propietarios sean reticentes a electrificarlos, ya que con una modificación como esa, perderían el valor de ser origanles, que es la que se cotiza en millones de dólares.
Eventualmente, cuando llegue el momento en que no puedan utilizarlos en la vía pública, si no hay una “solución verde” como la de reemplazar la gasolina por combustibles sintéticos, evaluarán si la alternativa para conservar esas joyas mecánicas es dejarlas detenidas en una exposición permanente.
Pero existen otros propietarios de autos clásicos que prefieren mantenerlos como un vehículo de uso normal, que aunque todavía podrán conducirlos sin restricciones legales, tienen la mirada puesta en la ecología y la sustentabilidad, y están dispuestos a convertirlos al “modo eléctrico”. Para eso, varias empresas en distintos países hacen el trabajo de retirar la mecánica térmica y el depósito de combustible y cambiarlos por un motor eléctrico y un paquete de baterías. Unas lo hacen exclusivamente a nivel técnico, y otras proponen una conversión que contempla la estética y restauración total de los automóviles, más allá de la propulsión.
Probablemente porque uno de los accionistas es el renombrado exfutbolista inglés David Beckham, la compañía inglesa Lunaz ha sobresalido en los últimos dos años como una de las de más alto prestigio en brindar este servicio, especializándose en autos de alta gama del mismo origen británico de sus fundadores.
El último producto que han terminado es un Bentley Continental S2 de 1961, y la noticia ha generado controversia porque no se trata solo de un auto clásico de los años 60, sino de uno muy particular, puesto que originalmente solo se fabricaron cuatro unidades propulsadas por un motor V8 de 6,2 litros como la que se acaba de “electrificar”.
Toda la mecánica original del auto fue conservada y será expuesta como un fiel representante de la historia del automóvil. En su lugar se colocó un motor eléctrico de 400CV de potencia y 719 Nm de torque, que le permitirá al Bentley eléctrico, acelerar de 0 a 100 km/h en apenas 6,9 segundos. Algo que no parece importante para un vehículo de su tipo, pero que ahí está para ser aprovechado si su dueño lo desea. Además, al auto se le incorporó el sistema de frenado regenerativo que habitualmente tienen los autos eléctricos.
Claramente, el valor del automóvil no le ha interesado a su propietario, sino poder utilizarlo, y lucirlo, como un ejemplar de adaptado a la nueva tecnología que dominará al mundo en pocos años.
Seguir leyendo: