Hace muchos años, cuando las matrículas o patentes de los autos en Argentina estaban divididas por provincias, al momento de comprar un auto usado era común que si tenía una letra B antes de los números, inmediatamente se preguntara de qué ciudad de la provincia de Buenos Aires provenía. Porque si era de alguna localidad cercana al mar, al automóvil había que revisarle exhaustivamente el estado de la pintura y la chapa.
Es que el salitre y la arena causaban un enorme daño por la corrosión natural del primero y el “efecto lija” que representa la segunda, cuando un vehículo estaba expuesto permanentemente a esos elementos de la naturaleza, combinados con el sol y el viento. Las pinturas y los procesos de pintado de los autos modernos han cambiado notablemente esa situación, y si el auto se cuida y se lava periódicamente, no debería haber problema. Pero cómo cuidarlo y cómo lavarlo también tiene sus detalles.
Y en el caso de aquellos que viajan a pasar sus vacaciones en ciudades de playa, es importante tenerlo en cuenta también, porque un par de semanas de exposición a estos fenómenos, si no se toman algunas precauciones, terminarán causando un daño que puede ser muy costoso de reparar.
Lo primero que hay que saber es que no es necesario que el auto esté estacionado en las calles cercanas al mar para recibir el castigo en su carrocería. Las zonas costeras suelen tener muchas calles de arena, y aún si esto no fuera así, el viento propio de estar abiertas al mar, hace que aun estando a varias cuadras de la playa, la pintura lo sentirá.
Si el automóvil se usa todos los días para trasladarse hasta la playa o para salir a pasear o cenar, taparlo puede ser molesto e incómodo, aunque sería lo mejor, incluso para protegerlo del sol. Pero si solo se usa algunos días y el recorrido se hace a pie tanto para ir a la playa o para salir a comer, ese es el mejor modo de protegerlo. Un cobertor bien asegurado para que no se vuele con el viento y adiós a las preocupaciones.
En caso contrario, después de varios días, es muy probable que la superficie de la chapa ya no sea tan lisa sino más bien áspera, lo que va a requerir de un lavado muy cuidadoso. Si llega a llover en algún momento, lejos de lavarse solo, la arena quedará más dura sobre la superficie.
Pero si el auto se utiliza con frecuencia, se pueden tomar algunos recaudos. El primero es siempre intentar estacionarlo con la cola apuntando al mar y no de frente. La razón es que, estacionándolo de frente, la arena que vuela desde la costa, entrará por la parrilla y las ventilaciones, y podría causar algunos daños si es repetitivo. Por supuesto que al regresar de las vacaciones, el cambio de filtro de aire del motor y filtro de polen del habitáculo, es algo muy necesario.
Otra cosa que se debe tratar de hacer es buscar sombra, aunque como suele ser una misión casi imposible, colocar un protector en el parabrisas y la luneta trasera, los que comúnmente son conocidos como parasoles, evitará que el sol sobrecalienten el interior del auto, donde hay muchas superficies plásticas y de goma que no están preparadas para temperaturas tan elevadas.
Hay que pensar que el cristal de un auto es como una lupa. Los rayos del sol, al atravesarlos y no tener una contención térmica en el interior como ocurre con el aire acondicionado cuando se está usando para trasladarse, aumentan su temperatura considerablemente. También se puede dejar levemente abiertos al menos dos vidrios para que el aire caliente no se concentre dentro del habitáculo, pero ahí entra en juego la seguridad del lugar donde se estacionó el automóvil.
Aun tomando estas precauciones, lavar el auto al menos una vez por semana en el período de vacaciones, es el mejor tratamiento que se puede hacer. Cuantos más días pasen con la suciedad depositada, más difícil será retirarlos. Al hacerlo, se debe lavar con abundante agua a presión como la de una hidrolavadora y sin usar ningún tipo de cepillo duro, que muchas personas creen que es lo adecuado para sacar los bichos pegados en vidrio y carrocería.
Franco Lombardo, un argentino especialista en car detailing cuya historia contaremos en Infobae en los próximos días porque es un ejemplo de emprendedor que construyó una verdadera empresa desde un lavadero artesanal en Córdoba, aporta algunos consejos de especialista para enfrentar las vacaciones con el auto y cuidarle el estado de la pintura.
“Es importante considerar el viaje de vacaciones desde el inicio del viaje, porque los bichos en la ruta son dañinos para la pintura. Los escrementos de las aves y los restos de los insectos tienen ácidos que además se potencian con el calor. Lo más recomendable es salir de viaje con el auto recién lavado y lavarlo apenas se llega a destino. Así la superficie estará más lisa al momento de recibir esa suciedad de la ruta, y podrá ser retirada más fácilmente. De todos modos, ese lavado tiene que ser con agua con presión, sino no saldrá toda la suciedad. Y hay que tener en cuenta el color del auto. Un auto oscuro levantará más temperatura que uno claro, y ahí el daño a la pintura será mayor”, comenta como primer dato a considerar.
“Al regresar de las vacaciones, hay que lavar el auto con presión nuevamente, pero además hay que lavar las partes bajas con algún producto desengrasante fuerte para retirar todos los restos de salitre y arena, para evitar corrosión en el futuro. Y para las llantas y las zonas donde tenemos acceso manual, hay dos tipos de producto. Uno es un desengrasante de base ácida, que se debe aplicar con las superficies frías y en la sombra, para no dejar marcas. Y al ser ácido, hay que neutralizarlo después con un producto alcalino. Lo más recomendable es que el lavado postvacaciones no lo hagamos en casa, sino llevándolo a un lavadero que tenga posibilidad de elevarlo para llegar a las partes bajas y la carrocería con buena presión. Si lo lavamos a mano, probablemente arrastremos esa suciedad y le generemos las típicas rayaduras conocidas como tela de araña”, finalizó Lombardo, que intentó dar respuesta a los usuarios normales y también a los fanáticos de tener sus autos impecables todo el tiempo.
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