Cuando las políticas son de largo plazo y se sostienen en el tiempo, el resultado siempre aparece. Desde julio de 2022, el mundo del automóvil está revolucionado porque la Unión Europea finalmente sancionó las leyes que propuso un año antes Ursula Von Der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, por las cuales se prohibirá la fabricación y venta de automóviles con motores de combustión interna a partir del 1 de enero de 2035.
Es un cambio enorme para las marcas pero también para los consumidores, los usuarios de autos, porque aunque todavía faltan 12 años, los vehículos eléctricos son todavía muy costosos en comparación con los convencionales, y la infraestructura de carga eléctrica está considerablemente retrasada como para abastecer a un mercado que se vuelque masivamente a los autos enchufables.
Sin embargo, hay excepciones. Y la más clara es Noruega, un país que mucho antes que este tema se ponga a debatir entre los gobiernos europeos, ya había trazado su propia “hoja de ruta” al respecto.
En 1990, el gobierno se planteó tener un parque automotor limpio, que protegiera el medioambiente. Todavía no existían los autos eléctricos a nivel masivo como ahora, pero la legislación decía que la importación de EV (Electric Vehicle) estaba libre de impuestos, y así comenzó a trazarse un plan que hoy, en 2022, ha arrojado un número que sorprende y entusiasma a propios y extraños, a quienes lo hicieron y a quienes los quieren copiar.
El noviembre de 2022, Noruega ha alcanzado el hito de tener el 20% de los autos que circulan en las calles con tecnología eléctrica. Con esta medición, se comprueba que en los últimos tres años se subió el 100% de la participación de los autos eléctricos en el mercado, lo que alienta a la Asociación Noruega de Vehículos Eléctricos a vaticinar que en dos años más, la cuota alcanzará ya el 30%.
Hasta ahora, comprar un auto eléctrico en ese país era más barato que un auto similar de combustión interna, porque el auto a baterías estaba eximido de pagar el 25% de IVA que se aplica a los vehículos convencionales. Pero además, los autos eléctricos no pagan ni impuesto de patentamiento ni de importación, y teniendo en cuenta que no existe la industria automotriz en Noruega, todos los autos son importados, por lo que esa exención es clave para el crecimiento del parque de autos eléctricos.
Por otro lado, estos vehículos pagan solo el 50% de peajes y estacionamientos regulados, e incluso ese mismo descuento los alcanza para hacer viajes en Ferry, tan habituales en el país escandinavo.
La planificación del gobierno, con la que están comprometidas todos los partidos políticos, oficiales y oposición, apuntala el plan de llegar al año 2050 con un país en el que no hayan autos con motores de combustión interna, por lo cual, además de todas las medidas impositivas, se hace una fuerte inversión y apoyo a las empresas que distribuyen los puntos de recarga. Noruega es, por lejos, el país con mayor cantidad de cargadores en espacios públicos de todo Europa.
Apenas en 2025 está previsto que se prohíba la venta de autos nuevos de combustión interna, de modo de llegar a 2030 con una reducción de la huella de carbono de entre un 50% y un 55%. Ya en 2020, esta nación fue la primera en la que la venta de vehículos nuevos tuvo una mayor proporción de eléctricos que térmicos, marca que se mantuvo en 2021.
Por esta razón, marcas como la china NIO, que intenta expandirse a Europa con su sistema de autos eléctricos con baterías intercambiables, ha instalado sus primeras estaciones de reemplazo de baterías en Noruega. Las condiciones son las más apropiadas, ayudadas también por un ingreso per cápita mayor al del resto de los países del viejo continente.
Seguir leyendo