En un clima mundialista, donde la camiseta nacional pesa más que en ningún otro momento, pero con el agregado del espíritu navideño que nunca estuvo relacionado con la copa del mundo de futbol, hay historias de realización deportiva que adquieren otra trascendencia.
Hacer un “Hoyo en uno” es una de esas cosas que a todos quienes practican el golf les genera un cosquilleo especial. Tal vez comparado con hacer un gol de chilena o un gol olímpico en el futbol o ganar una carrera de autos por una vuelta de ventaja al resto de los pilotos para un piloto de carreras, y seguramente habrá muchos ejemplos más en otras disciplinas.
Mauro Baez es misionero, tiene apenas 24 años y entró al 116° Abierto de la República, el mayor evento de golf de la región, apenas unos meses después de haber decidido ser un golfista profesional. Juega desde los 4 años, pero apenas en abril de este año tomó la decisión de dedicar su vida integralmente a este deporte. En Nordelta, al llegar al temido 16 en la segunda ronda, consiguió que la pelota entre en el primer tiro jugando con un hierro 8 desde 175 yardas en el par 3.
La escena mostraba perfectamente lo que estaba en juego, mientras se preparaba para hacer su tiro, una Ford Kuga híbrida, vehículo oficial del torneo, esperaba como premio para quién lograra la hazaña, y fue el fondo que lo acompañó también al momento de enterarse que la pelota había entrado, porque él no la podía ver desde su posición.
“Fue increíble. Todos empezaron a levantar sus brazos y festejar. Me miraban y me gritaban, tardé un par de segundos en darme cuenta que había hecho ‘Hoyo en uno’, pero cuando entendí lo que pasaba me explotó el corazón”, le cuenta en diálogo a Infobae.
“Hacer ‘Hoyo en uno’ es algo que se practica todo el tiempo, pero uno no juega para hacerlo sino para lograr que la pelota entre en la menor cantidad de tiros posibles. Por supuesto que sabía lo que estaba en juego, pero en el 16 no tenía buenas experiencias. El año pasado, en otro torneo, la mandé al agua y este año, al comienzo también, así que podría decirse que no tenía grandes expectativas de lograrlo”, explica.
Así, Baez saltó a la fama por esta acción y le permite al golf argentino conocer una historia que puede ser similar a la de muchos pero que merece ser contada.
“Mi papá era un gran futbolista pero su padre no lo apoyó como para que intentara hacer del deporte su profesión. Así que empezó a jugar al golf antes que yo naciera, mientras que mi mamá practicaba hockey. Mi infancia fue en un club, y a los 4 años, más como un juego que un deporte, empecé a practicar golf cuando lo acompañaba. Pero me fue bien rápidamente y ya a los 8 años estaba jugando torneos. Su apoyo fue fundamental porque si bien empecé jugando en Posadas, pronto empezaron a aparecer otros torneos infantiles que implicaban viajar, y no dudó nunca en apoyarme, tanto con el acompañamiento, como a nivel económico”, cuenta con un dejo de orgullo y emoción.
Gracias a los resultados en el golf, Mauro consiguió aplicar para una beca en la Flagler College, una Universidad en San Agustín, Florida, en los Estados Unidos. Allí estudió administración de empresas y se graduó este mayo pasado, tras cuatro años y medio de estudios que pudo seguir combinando con su deporte. Pero no fue sencillo lograrlo, en el medio tuvo que esforzarse mucho para terminar la escuela secundaria en Misiones, donde cada torneo lo obligaba a faltar los viernes y los lunes. Y una vez que consiguió la beca tuvo que lidiar con un nuevo obstáculo: el idioma.
“No sabía hablar inglés y yo creía que iba a poder ir a estudiar en esas condiciones. Cuando me dijeron que sin inglés básico no podía ni empezar, hice seis meses intensivos de estudio como para llegar preparado. Así y todo me costó mucho los primeros dos años. Tenía que dar exposiciones orales delante de mis compañeros y sentía como se burlaban. Por suerte el deporte sirve para fortalecerte en esas circunstancias adversas. En lugar de achicarme, redoblé el esfuerzo, estudié más y lo pude revertir”, recuerda ahora con una sonrisa.
Fue a partir del tercer año de la Universidad en EE.UU., cuando empezó a tener más amigos y compartir salidas con ellos, que se deslumbró por un auto en especial.
“No sé por qué, el Ford Mustang era un auto que se veía mucho en la Universidad. Varios de mis compañeros tenían uno y empecé a andar con frecuencia a bordo de los Mustang. Fue un amor a primera vista. Me encantó el auto desde el primer momento, y casi inconscientemente empecé a soñar con algún día llegar a tener uno en mi garage”, dice Mauro.
Coincidiendo con su graduación llegó la decisión de hacerse profesional del golf. Vivir de este deporte y concentrar todo su esfuerzo en ello. Haber jugado el Abierto de la República era un sueño también, pero no calificaba todavía para el PGA Tour Latinoamérica. Y una vez más, la misma determinación de lograr un objetivo le puso la oportunidad en el camino, consiguió entrar por invitación, y con el premio del “Hoyo en uno” como broche de oro.
“El Ford Kuga un auto hermoso. Todavía no lo tengo pero ya me leí todo lo que encontré sobre él, que además está dotado de una tecnología maravillosa y es híbrido. Me entusiasma mucho tener un auto que cuida el medioambiente. Creo firmemente que cada cosa que podamos hacer para mejorar el futuro, tenemos que hacerla, y para quienes tienen la posibilidad, tener un auto ecológico es un gesto que el planeta valorará”, asegura hablando del auto que se acaba de ganar.
Así como Calchin se convirtió en un lugar más conocido para los argentinos por ser la tierra de Julián Álvarez durante este mundial de fútbol, y Ramallo se hizo famoso por Juan María Traverso en el automovilismo, Posadas vive con intensidad que Mauro Baez se haya convertido en un golfista de renombre. Son esas caricias que los pueblos o ciudades del interior del país reciben cuando el deporte lanza al estrellato a un hijo de su tierra.
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