Subastaron la primera Ferrari de Niki Lauda que no era un Fórmula 1

Fue un regalo de Enzo Ferrari para el piloto austríaco cuando ingresó a la Scuderia de Maranello en 1974. Estuvo perdida y reapareció con otro color. Desde el miércoles tiene un nuevo dueño que pagó un precio acorde al origen del auto

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Niki Lauda lavando su Ferrari
Niki Lauda lavando su Ferrari 365 GT4 2+2 en su casa. El testigo de ser un auto extranjero está marcado en la matrícula con las siglas EE (foto Marcel Massini)

Probablemente muy pocos empleados de 24 años hayan tenido la oportunidad de tener una Ferrari como auto de regalo de su empleador en los años 70. Niki Lauda, aquel muchacho austríaco que pidió un crédito para pagar una butaca en Fórmula 1 porque su familia no lo quiso apoyar, fue ese privilegiado.

El auto fue una 365 GT4 2+2 de 1973 y formó parte de lo que recibió al ser contratado por Enzo Ferrari como piloto de la Scuderia Ferrari a partir de la temporada de 1974. Pero en aquellos tiempos, cuando la Unión Europea no existía, tener un auto con matrícula italiana en Austria era complicado. La matrícula tenía una marca de EE (Escursionisti Esteri) que lo delataba y los controles y cuestionamientos eran una constante. Así fue que, a pesar de tener un enorme entusiasmo por tener un auto de su propio equipo de Fórmula 1, apenas se coronó Campeón Mundial en 1975, Lauda lo vendió y se compró su propia Ferrari para desplazarse por Europa.

Aquel 356 GT4 era de color plateado, no tan común para una Ferrari, aunque un poco más lógico para ser una berlina deportiva y no una cupé como la mayoría de los autos, en los cuales sí ameritaba que el color fuese el rojo Ferrari.

Las tres luces traseras de
Las tres luces traseras de cada lado fue una caracterítica del 365 GT4. Luego quedaron solo cuatro con las evoluciones del modelo

Sin embargo, lo último que se supo de aquella primera “maquina” de Niki Lauda, fue que quien la compró en 1975, el hijo de Wolfgang Denzel, por entonces importador de Ferrari en Austria, lo primero que hizo fue cambiarle el color y pintarla de rojo, y casi como un acto criminal, decidió que todos los cromados fueran negro mate, lo que bajó considerablemente la elegancia de un auto que había nacido en 1972 y que se produciría, con algunas evoluciones y variantes, hasta 1989.

Después de la noticia del cambio estético del auto de Lauda, se le perdió completamente el rastro y nadie supo qué fue de su existencia, hasta que su último propietario, investigando el origen del auto cuando notó que había sido cambiado su color original, se enteró que esa unidad había pertenecido al piloto austríaco, campeón del mundo con Ferrari en 1975 y 1977.

El auto tenía ya 87.951 km de rodado, estaba en muy buen estado a pesar de ser de 1973, y las huellas dactilares que lo delataron fueron las placas identificatorias con los números de serie de chasis 17.517.

Las chapas de indentificación del
Las chapas de indentificación del chasis, que demuestran el origen del auto a pesar del cambio de color

La Ferrari 365 GT4 2+2 (denominada así porque aunque tenía 4 asientos, el trasero era de reducidas dimensiones), tenía un motor V12 de 4.4 litros con cuatro árboles de levas en cabeza que entregaba 340 CV de potencia. El diseño fue de Leonardo Fioravanti, quién trabajaba para Sergio Pininfarina, por aquellos años el creador de todos los autos del “Cavallino Rampante”.

A lo largo de los años de existencia, el modelo fue cambiando de nombre y motorizaciones. En 1976 lo llamaron Ferrari 400 GT, con un motor más potente y la primera caja de cambios automática que se presentó en un auto de Maranello. Tres años más tarde, en 1979, el auto volvió a cambiar de nombre y se llamó 400i, y así se mantuvo hasta 1985, cuando tomó el nombre de Ferrari 412 que mantuvo hasta el final de su producción y que se destacó por tener un motor que ahora era de 5 litros y casi 400 CV de potencia.

Un habitáculo típico de los
Un habitáculo típico de los autos deportivos de Ferrari de los años 70, con la palanca de cambios más elavada de lo normal

Pero volviendo al auto de Lauda, su último propietario, quién descubrió el “pedigre” de esa unidad, decidió sacarlo a subasta. La casa Dorotheum Auction fue la encargada de hacerlo el pasado 7 de diciembre, y la base, que era de 30.000 euros se superó a lo largo de los días que estuvo disponible para ofertas, hasta cerrar el precio al que se vendió, que fue de 207.000 euros.

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