Parece una noticia trivial pero no lo es. Cuando Infobae tuvo la posibilidad de aprovechar el viaje para la cobertura del Salón del Automóvil de París, para recorrer distintas zona de la capital francesa evaluando la movilidad real de las personas en un mundo que quiere cambiar a los autos eléctricos pero por ahora no se ve reflejado en las calles, también hubo dos sorpresas adicionales: la cantidad de bicicletas y monopatines eléctricos que se ven en pleno centro o en los barrios más retirados.
Las bicicletas tienen sus carriles, esos que aquí llamamos bicisendas, aunque en lugar de estar sobre las calles mismas, los han ubicado sobre las veredas, al menos en aquellas zonas en las que son suficientemente anchas como para que peatones y ciclistas puedan compartir un espacio sin el riesgo de hacer ir a estos junto a los automóviles. Es una cuestión de seguridad razonable, aunque los ciclistas deberían considerar un poco más a los peatones, porque es asombrosa la velocidad a la que circulan pasando a centímetros de quienes van a pie.
En el caso de los monopatines eléctricos, la velocidad por la que se desenvuelven también es llamativa, pero si la cantidad que hay y cómo se desenvuelven entre los autos, las bicicletas y los peatones es bastante impactante, lo que más llama la atención es ver muchos de ellos tirados en las veredas o en las mismas zonas de estacionamiento reservados para esos vehículos que la gente utiliza a cambio de un pago o una suscripción y deja cuando su recorrido ha terminado.
Pues parece que no solo le ha llamado la atención a un turista que paseaba por París, sino al propio gobierno de la ciudad, que está evaluando seriamente no renovar la licencia a las tres empresas que explotan el alquiler de estos diminutos vehículos eléctricos personales, y que vence en febrero de 2023.
Entre las empresas Lime, Dott y Tier, unos 15.000 monopatines eléctricos están diseminados por toda la capital para que las personas los tomen en un sitio y los dejen en otro a cambio de un pago por horas. Las razones están argumentadas en el peligro de una conducción temeraria de muchos usuarios, y en el maltrato que les dan a los vehículos, que suelen encontrarse con frecuencia en el piso e incluso amontonados uno sobre otro, como si fuesen basura.
El vicealcalde de París, David Belliard, quién pertenece al Partido verde y tiene a cargo el transporte de la ciudad, dijo recientemente al diario “Le Parisien” que las molestias causadas por los monopatines ya superan las ventajas que le daban originalmente a la ciudad. “En términos de seguridad, medio ambiente y compartir el espacio público, sería complicado continuar”, señaló en la entrevista.
Las estadísticas así lo reflejan. 24 personas murieron en accidentes en los que hubo un monopatín eléctrico involucrado en 2021 en toda Francia, y aunque solo uno ocurrió en París, este año se registraron en la capital francesa 337 accidentes con este tipo de vehículos durante los primeros ocho meses, superando la cifra de 247 del mismo período un año antes.
No es un mal francés, sino algo que preocupa en muchas ciudades europeas, ya que los monopatines eléctricos son accesibles para comprarlos pero también para utilizarlos como medio de transporte común por alquiler. El sistema funciona desde 2018, a través de aplicaciones con las que se puede acceder a ese alquiler temporal, pero una sobreoferta y cierto descontrol del servicio, obligó a la ciudad a reducir la cantidad de operadores en 2020.
Esos contratos vencen a comienzos del próximo año y quizás no sean renovados, aunque el sistema es exitoso, eso está completamente comprobado. Mientras tanto, una de las medidas que se tomaron fue exigirles a los operadores del servicio, que la velocidad máxima sea limitada a 20 km/h.
Entre las medidas que se estudian está la de solicitar mayor cantidad de datos personales a las personas al registrarse para utilizar la app que les permite acceder a los monopatines, pero también matricular los vehículos, de manera que la policía de tránsito pueda elaborar infracciones ante exceso de velocidad u otro tipo de contravenciones.
“Las ciudades no están hechas para miles de nuevos pequeños vehículos eléctricos”, es la queja de quiénes no quieren permitir que continúen en las calles. Varios estudios señalan que los usuarios de monopatines serían ciclistas si no existieran estos nuevos artefactos a batería, lo que no generaría menor congestión de tránsito sino una similar.
La intención de los políticos que votan por prohibir la continuidad de las empresas de arrendamiento es motivar el uso del transporte público de pasajeros para el traslado personal en las ciudades. Casi todos coinciden que un monopatín no sustituye a un auto, en cuyo caso la reducción de la huella de carbono no se ve reducida por estos vehículos como se promocionaba al lanzar el sistema.
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