La sociedad técnica entre Ferruccio Lamborghini y el carrocero Nuccio Bertone se hizo famosa con el Lamborghini Miura, el auto que catapultó a la marca de SantA’gata Bolognese a lo más alto de la consideración pública. Lo presentaron en el Salón de Ginebra de 1966, como una cabal demostración de que una nueva propuesta italiana por fuera de Ferrari, Alfa Romeo o Maserati era posible.
Las líneas del Miura fueron revolucionarias y dieron lugar a que cinco años más tarde apareciera en el mercado el auto que hizo famoso definitivamente a Lamborghini, el inconfundible Countach.
Pero no había pasado un año desde que se lanzó el Miura, cuando nuevamente en la famosa exposición suiza Lamborghini y Bertone volvieran a sorprender al mundo con otra creación. Esta vez no era un auto que se estaba lanzando a la venta, sino un concept car que intentaba proyectar el camino hacia el cuál iría la industria en los siguientes años. Lo llamaron Lamborghini Marzal.
Eran tiempos de plena carrera espacial, y también de las más resonantes historias de avistamientos de OVNIS. Solo en EE.UU. se habían reportado más de 12.000 observaciones de naves no identificadas desde 1948 en adelante, 700 de las cuales permanecían en un extraño secreto. El programa de estudio de OVNIS de la NASA estaba en plena vigencia, lo cual generaba mucha intriga en las personas. En ese marco, el diseño de los autos futuristas tenía una fuerte influencia de ese tipo de naves imaginadas como provenientes de otros planetas o sistemas solares.
El Marzal tenía el mismo chasis del Miura, aunque con dos diferencias. Era 12 centímetros más largo entre ejes y en lugar de llevar el motor V12 de 4 litros y 350 CV, fue propulsado por uno más modesto, de 2 litros y 6 cilindros en línea que llegaba a 172 CV de potencia gracias a tres carburadores Weber. Esa potencia se transmitía a través de una caja manual de 5 marchas a las ruedas traseras.
Aun así, y a pesar de solo marcas 1.200 Kg en la balanza, esa potencia no permitía que fuera un auto de grandes aceleraciones o reacciones nerviosas como la de la cupé precedente. Pero había una explicación, y era que aunque mantuviera la posición de trasero casi central, el motor en el Marzal debía ocupar menos espacio para permitir un habitáculo de cuatro plazas en lugar de dos. Efectivamente, el Lamborghini Marzal era un deportivo en aspecto, pero una berlina con dos filas de asientos en funcionalidad.
Al tener el motor en posición trasera, los radiadores también fueron a la parte posterior, lo que permitió ganar espacio de baúl en el compartimento delantero, que alcanzó una considerable capacidad de 311 litros. El tanque de combustible también tenía buenas dimensiones, incluso superiores a la media, con 80 litros, pero contrariamente a lo que se podía suponer, no estaba atrás sino en la parte delantera.
Sin embargo, el diseño de Marcelo Gandini, quien ya había creado del Miura y luego dibujaría el Countach, se destacaba por el aspecto de su cabina, completamente luminosa y acristalada, con muy pocas nervaduras metálicas que simplemente dieran contención a puertas con ventanas que llegaban a la base de las butacas y un techo igualmente traslúcido. Desde el asfalto al techo solo había 1,09 metros, para dar una mejor referencia de lo bajo que era el vehículo.
Las puertas, sin embargo no eran cuatro sino dos, y se abrían por el sistema conocido como alas de gaviota. A esas cualidades distintivas, se debían sumar tapizados de cuero plateado y todas las formas del tablero, e incluso el diseño de los rayos del volante con líneas diagonales y muchos hexágonos. Por esa razón, muchos llamaron al Marzal como un “auto extraterrestre”.
El techo de vidrio continuaba hasta la luneta trasera que también tenía un diseño muy particular, porque dejaba ver perfectamente por el espejo retrovisor pero solo en línea recta, ya que una cobertura de pequeños cuadrados colocados horizontalmente “tipo persiana”, impedían que entrara la luz solar directamente a las plazas traseras. A pesar de ello, una de las necesidades que generó un habitáculo tan vidriado, fue la de colocar un poderoso equipo de aire acondicionado para mantener la temperatura. En total, el Marzal tenía una superficie acristalada de 4,5 metros cuadrados.
El diseño consiguió el objetivo para el que había sido creado, sorprender y volver a posicionar a Lamborghini con otro modelo audaz, como una marca de vehículos vanguardistas. Apenas un par de meses después de ese estreno en Ginebra, el único ejemplar del Marzal que se produjo, se paseó delante del público asistente al Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1, con el Príncipe Rainiero III y la Princesa Grace Kelly como pasajeros.
Pero más allá de no salir nunca de la fase de un ensayo de diseño, la razón por la cual no se aplicó ese estilo de cabina en el Lamborghini Espada de 1968, la natural evolución del modelo para la producción, fue que al mismísimo Ferruccio Lamborghini nunca le terminó de convencer que el habitáculo perdiera completamente la intimidad, y sus ocupantes quedaran expuestos a ser vistos de cuerpo entero desde el exterior. “Las piernas de las mujeres quedarían visibles para todo el mundo y eso no se puede permitir”, dijo el dueño de la marca para sentenciar el diseño.
Más allá de esa decisión, el éxito del proyecto se pudo percibir en el público que lo pudo contemplar en el Salón de Ginebra cuando hizo su primera aparición.
“Un auto de exhibición tiene éxito si los espectadores quedan asombrados y con la boca abierta por la sorpresa. Y estaba preocupado porque, después de meses de trabajar día y noche, apenas unas horas antes de que lo enviaran a Ginebra, vi acercarse al encargado de barrer los pisos en Bertone. Nunca lo olvidaré, apoyado en su escoba con un cigarrillo en la boca, mirando lentamente por encima del auto, moviendo la cabeza con desaprobación”, recordó Marcello Gandini, su creador, en un reportaje publicado por Drive-My en 2018.
El auto solo tuvo ese ejemplar, que fue expuesto en varios salones del automóvil durante ese año 1967, pero cuando se lo llevó a Génova para ser embarcado hacia EE.UU. donde lo esperaba otra feria del motor, un problema de impuestos ocasionó que el auto fuera incautado. Estuvo retenido en almacenes del puerto por casi un año y su deterioro terminó de cancelar la idea. Los siguientes “Lambo” tuvieron una inspiración en las líneas del Marzal, pero su superficie vidriada ya no se repetiría en ningún otro diseño. El auto fue reacondicionado y permaneció en la colección de Bertone hasta el año 2011, cuando fue parte de un lote de modelos únicos del diseñador italiano que salió a subasta y fue adquirido por 1.512.000 euros.
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