Decir cómo será el auto del futuro es tan aventurado como subjetivo. Depende primero de cuán lejano sea ese futuro al que se hace referencia y aun siendo un futuro muy lejano como de otros 100 años, es imposible saber si finalmente tendremos vehículos que vuelen, que leviten o formas de transporte que, apelando a la ciencia ficción actual, se traten de teletransportación o cosas por el estilo.
Pero en cambio, no parece muy difícil saber cómo serán los autos de la próxima década, por ejemplo, o de las próximas dos décadas tal vez, porque se conoce la tecnología actual, las circunstancias geopolíticas y las metas ambientales que los gobiernos se han propuesto cumplir para 2050.
Podría definirse primero el escenario, con dos claras ambientaciones distintas. En un extremo estarán los países más desarrollados, que incluye a la Unión Europea, EE.UU. y Canadá, China y Japón, y tal vez Australia. En el otro extremo, Latinoamérica, África y el resto de países asiáticos de menor desarrollo tecnológico.
Mientras los primeros tienen como meta lograr una neutralidad cero para mitad del siglo XXI, eliminando para entonces todo tipo de contaminación que genere gases de efecto invernadero (GEI) como los que producen el CO2 y el NOx, en el lado opuesto están las regiones donde probablemente los motores de combustión interna puedan permanecer en circulación un tiempo más prolongado.
El proceso de descarbonización de la industria automotriz en los países desarrollados empezará con fuerza en 2035, cuando ya no se puedan fabricar motores térmicos para autos cero kilómetro, y los autos de combustión actuales, que deberán ser más eficientes y menos contaminantes desde 2025, cuando entre en vigencia la nueva norma Euro 7, se mantendrán en circulación para quienes no tengan acceso a la compra de un auto sustentable.
Ese es uno de los puntos que mayor atención concentrará en los próximos años. Los autos serán sustentables y no solo eléctricos, porque la tecnología de la pila de combustible de hidrógeno y los combustibles sintéticos crecerá y ocupará parte del mercado, probablemente en una proporción menor a los autos propulsados directamente por electricidad cargada en una batería.
Pero aunque sean vehículos cero emisiones, la clave estará en el precio de venta. La mayoría de los directivos de las fábricas o grupos que lideran la industria, coinciden en ver muy lejana una paridad de precio entre los autos térmicos actuales y los eléctricos. Solo dos altos ejecutivos como los CEO de General Motors y Volvo, Mary Barra y Jim Rowal, apuestan a acercar el precio entre unos y otros para los próximos dos o tres años.
La explotación de recursos naturales para la extracción de los minerales que producen las baterías, no solo el litio, sino el cobalto y el níquel entre otros, sigue siendo costosa y problemática. China es el país con mayores recursos propios y es el proveedor de casi toda la industria. Aún si se lograra una independencia de ellos con fuentes de recursos naturales en los que no intervengan, el tiempo que demandará el proceso es largo, por lo tanto, el precio de los autos eléctricos seguirá siendo elevado.
Hoy, en promedio, la diferencia en costo entre un auto térmico y uno eléctrico similar es de un 40% en contra de este último. Eso hace que muchos usuarios, incluso convencidos de querer hacer el cambio de tecnología para su movilidad personal, no puedan conseguirlo.
Por esa razón, los gobiernos de los países en los que se intentan imponer los vehículos a batería, ofrecen muchos beneficios para promover le electromovilidad. Los subsidios al precio de compra, las exenciones impositivas como la de matriculación o impuesto a la circulación en algunas ciudades son beneficios tangibles. Pero no solo ellos son quienes hacen esfuerzos por captar clientes al auto eléctrico. Los fabricantes cada día inventan nuevos incentivos dentro de sus posibilidades.
Nissan acaba de lanzar en el Salón del Automóvil de Los Ángeles, el Plan Nissan Carefree+ por el cual intentará motivar a más usuarios a comprar un Leaf o un Ariya, con beneficios como el préstamo de un auto con motor térmico por 15 días sin cargo para viajes de vacaciones y que sus clientes no tengan que preocuparse por la red de cargadores en el camino que recorrerán, o con cargas sin costo o con grandes descuentos anuales.
Pero a la vez, tanto los fabricantes como los países deben hacer gigantescas inversiones en la transformación a la movilidad eléctrica también. Unos en fábricas y tecnología, los otros en infraestructura para acompañar ese crecimiento que promueven. Y para todos ellos, en algún punto, recaudar menos y gastar más es una ecuación que tiene limitaciones de corto plazo.
Ese es el escenario: autos sustentables caros y autos térmicos accesibles pero fuertemente combatidos. Por esa razón, cada vez más compañías empiezan a generar un nuevo negocio basado en el sistema de carsharing, esto es, autos compartidos, o alquiler de un vehículo para una movilidad de horas, como un modo de permitir que más personas queden incluidas entre las que todavía quieren moverse en automóvil.
Pero por otro lado, las ciudades europeas están empezando a regular o incluso filtrar qué tipo de vehículos podrán ingresar, dejando a los motores térmicos excluidos y por ahora solo permitiendo que eléctricos o híbridos lo hagan, lo que también funcionará como un “cuello de botella” en algún momento. El uso de autos eléctricos compartidos será una de las opciones, la micromovilidad personal como una moto, bicicleta o monopatín eléctricos es otra posibilidad, y el transporte público la tercera alternativa.
¿Dónde quedarán entonces los autos cuando esto comience a ser más frecuente? Guardados en las casas de las personas, reservados solo para viajes, en definitiva, limitados en su uso, al menos en las grandes zonas pobladas.
El filtro comienza a sentirse. Para quienes tengan poder económico para comprar un auto eléctrico, de pila de combustible de hidrógeno o propulsado por e-fuels no cambiará demasiado el panorama. Para quienes no alcancen, arrendar un auto eléctrico por tiempo de uso o dejar de moverse en auto son las alternativas.
Entonces aparecen los nuevos negocios y es aquí donde se pone interesante el tema. Cada vez hay más compañías que venden sus autos por leasing, es decir, cobrando una cuota mensual alta, con contratos de diversa duración. Eso permite que quienes no puedan comprar un auto costoso, tengan un modo de usarlo por algunos años sin ser el dueño real.
El otro modelo de negocio está en inventar autos económicos como el Citroën Ami, que es básicamente un vehículo muy básico, eléctrico, con dos plazas, que no requiere licencia de conducir y es exclusivamente para desplazamientos urbanos. Esa puede ser una puerta que frene el avance de los microautos chinos como el Hongguang Mini EV, que puesto en Europa debería costar cerca de 5.000 euros.
Así, todo parece indicar que en la próxima década habrá cada vez más autos Premium, lo está marcando el crecimiento de marcas como Lexus y DS, que llegaron al segmento para quedarse u competir con los legendarios ocupantes de ese espacio. Es que allí el precio no importa tanto sino el lujo y equipamiento, todos serán eléctricos o en vías de serlo, y habrá desde grandes sedanes y SUV hasta deportivos suntuosos. La tendencia indica que los autos medianos tenderán a desaparecer por falta de clientes, y los pequeños autos citadinos serán la estrella de la movilidad.
En cambio, en esta otra parte del mundo, donde la electrificación demorará más tiempo y las regulaciones serán más laxas por lo menos por una década más, el escenario no debería cambiar mucho. Habrá más híbridos e híbridos enchufables, probablemente permanezcan los “extintos diésel” del primer mundo y solo en las ciudades más grandes empezarán a verse lentamente los autos eléctricos.
Las preguntas son inevitables. ¿Qué harán las fábricas que hoy producen autos medianos? ¿Subirán una categoría hacia modelos más costosos que les permitan seguir fabricando, bajarán a un segmento de autos económicos eléctricos de bajo rendimiento, o algunas desaparecerán?
Es un debate que muchos deben dar internamente. Hay un refrán en la industria que siempre vuelve a aparecer en momentos críticos o de profundos cambios. “Podés vender autos Ferrari y andar en Fiat 600, o podes vender Fiat 600 y andar en una Ferrari”.
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