Así como un accidente aéreo es una noticia relevante porque en general implica pérdidas humanas, cada vez que un auto eléctrico sufre un incendio lo es por la espectacularidad con que se desencadena. No es muy frecuente, incluso ocurre menos que con los autos convencionales impulsados por combustible derivado del petróleo. Sin embargo, la imagen que queda en las retinas de los observadores cuando es un automóvil a baterías el que se incendia es verdaderamente impactante.
Hay una explicación. Aunque puede haber un cortocircuito en otras zonas de un vehículo que los ocasione, en general, los autos eléctricos toman fuego por un sobrecalentamiento de una o varias celdas de su batería, y una vez que una se incendió, el fuego se propaga de celda en celda, lo que genera esas explosiones continuas que parecen una ráfaga de fuegos artificiales.
El gran problema de este tipo de incendios, es que producen debajo del habitáculo de los pasajeros y dentro del paquete de la batería, que además de las mencionadas celdas, tiene también todo el sistema de refrigeración, la instalación correspondiente, y el empaquetamiento y aislante que corresponde, por lo tanto, no posible acceder al foco del incendio directamente.
Además, una vez que prendió una celda, todo se puede desencadenar muy rápidamente, poniendo cierto grado extra de peligro para los ocupantes del automóvil para poder descender a tiempo.
Es extraño que estos episodios ocurran mientras los autos EV están en marcha, más bien suelen suceder cuando se encuentran estacionados, y en general enchufados, ya que cuando van circulando, el sistema de refrigeración mencionado también está activo y mantiene la temperatura en valores seguros.
De todos modos, atacar el problema es parte también de evolucionar la tecnología, y a la vez de dar seguridad a quienes todavía dudan en hacer el traspaso a la movilidad eléctrica por ese temor al incendio repentino.
Audi ha presentado en la Oficina de patentes de EE.UU. (USTBO), dos patentes que pretenden anticiparse a los incendios desde dos ángulos de ataque distintos. Según reporta Carbuzz, la primera patente está centrada en monitorear cada celda por separado, de modo de poder advertir el sobrecalentamiento de una unidad dentro de la batería y eventualmente desconectar la línea que tiene por delante y detrás, ya que las celdas están conectadas en paralelo.
La otra patente actúa directamente sobre el fuego y consta de un sistema de auto extinción de llamas que funciona por polvo seco dentro de la batería, con una intervención desde un matafuegos que está colocado fuera del paquete, pero cuyo contenido va directamente a la zona de las celdas, quitando el oxígeno para que el fuego se extinga.
Adicionalmente, si el contenido del extintor se agota y el fuego persiste, el sistema está dotado de una entrada de alimentación suplementaria desde un depósito de extintor externo, para permitir que los bomberos puedan controlar el fuego.
Son soluciones lógicas y sencillas de introducir, aunque tienen su parte negativa sobre el rendimiento y la eficiencia del concepto de auto eléctrico. Tanto el extintor como el sistema de detección de temperatura individual y toda la instalación para llegar con el polvo seco hasta el incendio o la zona sobrecalentada de la batería, no hacen más que sumar kilos y volumen al vehículo. Y los autos eléctricos son de por sí vehículos pesados con un cajón como piso donde se encierra ese paquete de baterías.
Adicionar peso representa adicionar consumo de energía para mover el vehículo, mientras que el sistema de monitoreo de la temperatura de cada celda agregará también consumo eléctrico, así como ocurre con el climatizador, el audio o la navegación a bordo. Todo consume la electricidad de la misma batería que le da propulsión al auto, reduciendo su autonomía, que es la gran obsesión de los fabricantes.
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