El escenario es engañoso, pero a la vez es la razón misma del conflicto. La Unión Europea anunció en julio pasado que efectivamente a partir de 2035 se prohibirá la fabricación y venta de automóviles nuevos con motores que utilicen combustible fósil para funcionar. Si bien el proyecto original era el de eliminar completamente los motores térmicos como una generalidad y solo impulsar la movilidad eléctrica, la sensatez de los gobernantes dio espacio a dejar la puerta abierta para proyectos como el hidrógeno inyectado directamente en la cámara de combustión o los combustibles sintéticos, para permitir que los motores a explosión, bajo esas alternativas, puedan quizás seguir adelante.
El debate no está cerrado, no hay aún una decisión firme de dejarlos, pero tampoco se ha confirmado la prohibición, lo que alienta a las marcas que están trabajando en proyectos de ese tipo, a continuar con sus desarrollos con la premisa de demostrar que pueden funcionar sin contaminar el aire con dióxido de carbono (CO2) y óxidos de nitrógeno (NOx).
Por esa razón es que probablemente se escuchen cada vez con mayor frecuencia voces que se alzan, señalando que esta decisión de la UE es equivocada, o al menos, que generará algunas consecuencias no deseadas y no convenientes, tanto para la propia industria como para los ciudadanos.
El Salón de París tuvo una fuerte presencia de las marcas locales, y tanto Renault con su máxima autoridad, Luca de Meo, como Stellantis para sus marcas Peugeot y DS, también francesas, contó con la presencia el día inaugural en el que estaban los medios de prensa únicamente, del CEO del grupo, Carlos Tavares.
“La decisión dogmática que se tomó de prohibir la venta de vehículos térmicos en 2035 tiene consecuencias sociales que no son manejables”, comenzó contestando Tavares ante la pregunta referida a si cree que hay que renegociar la prohibición propuesta por la Unión Europea dándole mayor protagonismo a los híbridos enchufables, que según la propuesta de la UE, solo se considerarán como vehículos de bajas emisiones hasta 2030. “Es esencial”, aseguró, confirmando además que no es una posición negativa hacia la movilidad eléctrica, sino un resguardo para la transición entre una era y otra.
El punto que cuestiona Tavares afecta a la industria, pero también a los consumidores. Según el ejecutivo, al ser vehículos más costosos, habrá muchas personas que no podrán acceder a uno. “Si le niegas a las clases medias el acceso a la libertad de movimiento, vas a tener serios problemas sociales”, afirmó.
En el mismo Salón de París, apenas pasando del pabellón 4 al 6, Luca de Meo daba varias entrevistas a medios internacionales luego de presentar sus grandes novedades eléctricas, el R5 electric y el R4Ever Trophy, que saldrán a la venta en 2024 y 2025 respectivamente, pero también lanzando oficialmente el SUV Austral, que es un vehículo Full-Hybrid, es decir un híbrido enchufable de excelente autonomía eléctrica y muy bajo consumo de combustible fósil.
Al referirse al costo de los autos eléctricos respecto a los de combustión interna, De Meo dijo que “no veo que la paridad se acerque”. Explicando luego que hace ocho años la industria esperaba que el costo por kilovatio-hora de energía de la batería bajara de los 100 euros en cinco años, pero los precios aún no están ahí.
Si bien parece contradictorio, el caso de Renault es similar al de Stellantis, que presentó en París el nuevo Peugeot 408, que es un Híbrido enchufable y no un eléctrico. El CEO de Renault Group dijo: “Estoy llevando a la empresa allí, pero en última instancia será el mercado, los clientes, quienes decidirán si quieren ser solo eléctricos”.
Apenas tres días después, del otro lado del mundo, en EE.UU., el CEO de BMW, Oliver Zipse, también tuvo una mención a estos temas en un encuentro con la prensa previamente al evento en el que la marca alemana anunció una inversión de 1.7 mil millones de dólares en vehículos eléctricos en el estado de Carolina del Sur.
“Establecer una fecha para eliminar gradualmente los vehículos que funcionan con gasolina podría eliminar los automóviles ‘baratos’ del mercado, y poner la propiedad fuera del alcance de muchos puede ser políticamente peligroso”, aseguró.
“Si de pronto haces que la propiedad de un automóvil sea solo para personas ricas, eso es algo peligroso”, dijo contundentemente, para luego proyectar la situación a un futuro hipotético si se mantiene la fecha firme para finalizar las ventas de los motores de combustión interna, en el que las personas continúen “conduciendo sus autos viejos, y eso no es lo que queremos”.
Finalmente, el ejecutivo alemán dijo que no hay señales que indiquen que el motor de combustión quedará obsoleto en los próximos 15 años. “Como político, sería muy cuidadoso... porque se están quitando los autos por regulación”, afirmó.
Lo que está ocurriendo parece no tener relación con la verdadera realidad. Ese es el escenario engañoso. Dentro del Salón de París la tendencia a la electrificación es absoluta, pero afuera, más allá de los discursos y el interés de las personas por cuidar en planeta, hay una situación que no se puede desconocer.
En el Centro de Exposiciones de París no se encendió nunca el aire acondicionado y el calor que hacía en todos los pabellones era llamativo. En el aeropuerto de Orly sucedía lo mismo, y a la hora de baja demanda de vuelos, las cintas transportadoras de equipaje misteriosamente no funcionaban, y cada pasajero debía despachar sus valijas en canastos que iban directamente a los aviones. Un mundo de movilidad eléctrica, tampoco parece tan fácil de implementar en estas condiciones.
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