No tenía su propio stand como otras marcas, estaba disimulado entre otros autos eléctricos, incluido un Tesla Model 3, en un espacio dedicado a la movilidad sustentable, pero el Fisker Ocean y el propio dueño de la marca americana, Henrik Fisker, estaban en el Salón del automóvil de París.
Desde su develación, el Fisker Ocean ha llamado la atención del mundo del automóvil eléctrico por dos aspectos bien diferentes que no tienen que ver con el modelo en sí mismo, sino con lo que representa.
El primero es que la marca en sí misma no es una start-up más, porque su fundador ha sido uno de los asesores de Elon Musk en los primeros años de Tesla, pero anteriormente había diseñado el BMW Z8 con el que Pierce Brosnan encarnó a James Bond en la película “007 - El mundo nunca es suficiente”.
El segundo motivo por el que Fisker no ha pasado desapercibido aun cuando todavía no se fabricó el primer auto para los clientes que lo han reservado, es que en mayo de 2021, Henrik Fisker y su esposa y socia de la compañía, Geeta Gupta-Fisker, le mostraron al papa Francisco en Roma, el diseño del que pretende ser el primer “Papamóvil” eléctrico, y que piensan donar a Su Santidad una vez que la producción del Ocean haya comenzado, hipotéticamente en noviembre de este año.
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El Fisker Ocean es un SUV que pretende ser accesible a más personas porque intentará tener un precio inferior a los 40.000 dólares, lo que lo posicionaría como la oferta más económica de vehículos de ese segmento. Tecnológicamente, tiene un paquete de baterías de iones de litio de 80kWh para alimentar sus motores eléctricos, pero complemente esa energía con un techo solar pensado para actuar como un extensor de alcance, lo que le permitirá tener una autonomía de poco más de 480 km.
Adicionalmente, el automóvil se presenta como uno de los más ecológicos, ya que en su fabricación, tiene componentes como plástico reciclado de los desechos del océano, cuero vegano y desechos de neumáticos y botellas aplicados al interior del habitáculo y el baúl.
Justamente en el interior, una de las novedades que aporta el Ocean al mercado de los autos eléctricos similares, es una pantalla que puede colocarse en dos posiciones, vertical y horizontal, según el deseo, gusto y necesidades de los pasajeros.
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Gracias a este sistema, la pantalla puede ser de 17 pulgadas, realmente grande, pero esto es posible precisamente por poder adaptarse a la comodidad del conductor. Estimativamente, la mayoría la utilizarán en posición vertical al momento de estar conduciendo, cuando parece más cómoda para seleccionar funciones retirando las manos del volante, además de ser menos invasiva visualmente para el conductor.
Pero la versatilidad que presenta es que en momentos de ocio como un viaje en ruta o cuando el vehículo está detenido, poder cambiarla a adoptar la forma horizontal es perfecto para poder emitir videos de infoentretenimiento o YouTube en mejor resolución y el formato 16:9 adecuado.
El modo de accionamiento es seguro también para quién está al volante, ya que para que gire los 90 grados que necesita entre una posición y otra, es necesario pulsar un botón fuera de la pantalla misma, durante al menos 3 segundos, momento en el que comenzará la operación, y que, por supuesto, incluye un cambio de diseño en el modo de presentar la información para se mantenga legible y similar cuando es ancha o angosta esa pantalla.
La pantalla es independiente al tablero, no forma parte del mismo sino que se asemeja a una Tablet adicionada por delante, y ese es un punto a favor para desarrollar más adelante, un modo de corregir la inclinación de la misma también. Parece increíble pero cada vez más evidente que, en general, los diseñadores no han contemplado una situación que termina siendo un gran punto en contra de las pantallas, y que está dado por los reflejos que provocan en horas en las que el sol está bajo, ya sea en el amanecer como en el atardecer, y que son verdaderas molestias para quién va al volante del auto.
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