El Mondial de l’auto 2022 prometió mucho pero cumplió poco. Tres pabellones del Centro de Convenciones de París, más conocido como Porte de Versailles, fueron más que suficientes para todo el contenido y hasta podría decirse que quedó holgado. Renault, con un gran stand y varias novedades, salvó la fiesta del automóvil que debía haber sido mucho más variada.
No fue lo inmersivo y experiencial que aseguraron que sería. Los visitantes no tienen esa interacción dinámica con los autos que, se esperaba, fuera la “vedette” de la muestra. Solo pueden abrir las puertas de algunos modelos y subir a ver el interior.
Pocas marcas históricas pero muchos nuevos emprendimientos. La energía eléctrica y el hidrógeno en el centro de la escena, pero un contraste entre el interior y el exterior de la exposición, que anima a pensar si la movilidad sustentable está realmente en la mentalidad de los usuarios en la calle, si es el mundo real o no el que plantean los gobiernos y, por necesidad, la industria.
Cuál es ese mundo es lo interesante para analizar. Paseando por las calles de una de las ciudades más importantes del mundo, tanto por las zonas turísticas como por otras tan alejadas como Versalles, el barrio chino y la zona de la ciudad universitaria, no se ven tantos autos eléctricos como se podría imaginar un visitante que llega a París. Todavía la movilidad de la gente común es el motor térmico, y sorprendentemente, hay muchísimos vehículos diésel en las calles.
La agenda de los gobiernos y las marcas ha establecido el fin de los motores de combustión que queman petróleo destilado en forma de gasolina o diésel. El auto eléctrico es la solución más rápida para transformar a esta industria que es aún muy contaminante, en una que sea amigable con el medioambiente y los objetivos de descarbonizar el planeta.
Por eso, tal vez, el Salón del automóvil de Francia ya no convoca tanto, como no lo hizo Suiza, que suspendió por tercera vez el tradicional Salón de Ginebra, o como le ocurrió a Frankfurt, que debió dejar de ser la sede de la exposición alemana para que la reemplace Münich con un evento distinto que ahora se llama IAA Mobility. Y aquí es donde quizás está el punto a analizar.
En París hubo muchas start-ups, esas empresas nuevas que desarrollan un concepto y después salen a buscar inversores para transformarlo en una realidad y un buen negocio. Y estas compañías van desde autos eléctricos urbanos hasta impresionantes vehículos de lujo alimentados por hidrógeno. No son las grandes fábricas tradicionales, y no invierten en grandes stands porque no los pueden costear. Pero se esfuerzan por estar ahí, dando su mensaje.
Y tan vertiginoso es el momento que se vive, que en esta exposición se pudieron ver pequeños autos eléctricos para compartir como los de Mobilize, otros que se ensanchan y angostan para el tránsito urbano más cerrado como el City Transformer, la renovada cara del viejo BMW Isetta a través del eléctrico Microlino, o el Yoyo, que además de ser muy pequeño como para llevar dos pasajeros y poco más, tiene sistema de baterías intercambiables en lugar de recargables.
Pero al mismo tiempo, dos productos llamaron poderosamente la atención por sus proyectos de hidrógeno, y ambos lo hacen con el sistema de pila de combustible, es decir, usando el hidrógeno para alimentar un motor eléctricos, ahorrando tiempo de recarga.
El más llamativo es el Namx, un SUV de segmento C diseñado por Pininfarina, que además de tener un tanque de hidrógeno de buena capacidad, tiene otro que se alimenta con 6 cápsulas intercambiables en estaciones que la marca pondrá a disposición de los usuarios, del mismo modo que ya ocurre con scooters eléctricos que se alimentan por hidrógeno con fuel cells.
El otro proyecto es también impactante porque se trata de un auto de lujo pero en este caso un sedán del segmento D. Se trata del Hopium Machina, que también tiene un par de motores eléctricos que le permiten alcanzar 500 CV de potencia con 1.000 kilómetros de autonomía, con una carga que demanda solamente 3 minutos.
Ambos son proyectos franceses de hidrógeno y contrastan parcialmente con el Alpine Alpenglow, también presentado en el stand de la marca en el Mondial de l’auto 2022. ¿En qué se diferencian? En que el auto de la marca deportiva de Renault está pensado para que los dos grandes tanques de hidrógeno no sean para alimentar las baterías que mueva un motor eléctrico, sino para inyectar directamente el elemento a la cámara de combustión de un motor térmico. Es un concepto que está muy lejos de pasar a planos para una construcción. De hecho, parece un prototipo más concebido para ser un Fuell-Cell que para recibir un motor de combustión interna, porque no parece haber lugar dentro de esa carrocería tan baja.
Pero lo que está claro, es que la movilidad del futuro tendrá probablemente autos urbanos o lujosos que se propulsen con electricidad, pero el hidrógeno será inevitable que ocupe un lugar preponderante de la próxima era de los automóviles.
De hecho, caminando por las calles de París, en una parada de taxis, Infobae se encontró con un Toyota Mirai que estaba primero en la fila para subir pasajeros que salieran del paseo de la Torre Eiffel. Pertenece a un grupo de autos de pila de combustible de la marca japonesa que administra la compañía de autos de alquiler con chofer, Hype. Ante la pregunta respecto a su funcionamiento, su conductor comentó que llenar los tubos de hidrógeno cuesta 98 euros, y su rendimiento, en el tránsito de una ciudad como París, le da unos 500 km por cada carga.
Ayer fue el día reservado para la prensa, desde hoy y hasta el domingo próximo será el turno de los visitantes. Ellos darán su veredicto, pero no debería sorprender si el de 2022 quizás haya sido el último Salón de París, al menos en el formato que se le conoció históricamente. No hay forma virtual de ver un auto como cuando se lo tiene al alcance de los sentidos, de eso no hay dudas. Pero el cambio de paradigma no es solo de la movilidad, quizás lo es también de otros aspectos del mundo del auto como el de las exposiciones.
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