Desde chicos, quienes gustan de los autos, siempre han jugado a diseñar formas propias, a soñar con crear algún día un modelo con su propio nombre, estilo y gusto. Algunos, con el paso del tiempo profundizaron esa idea y estudiaron diseño, y de esos, unos pocos lograron concretar aquel sueño y hacer su propio automóvil.
A diferencia de la mayoría de los casos, la de Wiesmann es una historia en la que no solo se concretó ese anhelo, sino que fueron dos hermanos los que lo hicieron. Pasión por los autos, indudablemente tenían desde sus primeros años de juegos.
Martin y Friedhelm Wiesmann comenzaron haciendo una parte, los techos rígidos para automóviles convertibles, pero esa era solo una excusa para meterse en la industria. Su marca se identificó inmediatamente con el plan que tenían, como logotipo utilizaron la figura del Gecko, una pequeña lagartija que tiene como una propiedad fundamental, quedarse adherido a la superficie que desee. No querían hacer techos rígidos, querían hacer autos deportivos que fueran pegados al piso.
En tres años ya tenían su primera fábrica, los planos y el diseño terminado de su primer auto. Lo presentaron en el Salón de Essen de 1993. Era el primer Wiesmann al que denominaron MF30 Roadster. Un auto impresionante que tenía la motorización del BMW E60 Serie 5. Tuvieron éxito y diseñaron dos modelos más, se mudaron a una fábrica más grande y todo parecía ir muy bien, pero las cuentas no cerraban, los autos eran muy sofisticados y no se podían vender al precio que el negocio requería, o que sus dueños deseaban. En poco tiempo todo se derrumbó y en 2013 los fundadores la vendieron en bancarrota.
Y como un superhéroe llegaron los autos eléctricos a salvar empresas, marcas y autos que quisieron ser y no fueron. Un nuevo propietario vio una gran oportunidad en la esencia de Wiesmann, autos distintos, distinguidos, especiales, y decidió inventar un nuevo modelo, que fuera vanguardista por una motorización eléctrica y a la vez retro por el diseño.
El auto se llama Project Thunderball y tiene toda la apariencia pura de un Wiesmann, aunque de nueva generación. Dos motores eléctricos alojados en la parte trasera entregan 670 CV de potencia. Alcanza los 100 km/h desde cero en solo 2,9 segundos y en seis segundos ya está sobre los 200 km/h. El consumo de energía es importante, pero según sus diseñadores, por su arquitectura eléctrica de 800 voltios puede cargar “extremadamente rápido con una carga rápida de Corriente Continua de hasta 300 kW” en un cargador de alta velocidad.
Aseguran que su autonomía es de 480 km. A pesar de ser compacto, la batería suma kilos y el Project Thunderball no pudo ser tan liviano como esperaban ya que pesa 1.700 kg. en vacío.
En la cabina está la raíz de un auto boutique como los Wiesmann. Cuero y fibra de carbono en una combinación muy delicada, se mezclan con una pantalla en el cuadro de instrumentos, pero una serie de relojes convencionales, que a pesar de su estilo retro, marcan valores de autos modernos y eléctricos, como la carga de la batería.
El auto se construirá artesanalmente en Alemania y ya se puede reservar con un depósito de 3.000 euros, que al momento de sacarlo a pasear como auto propio se convertirán en su precio de 300.000 euros. En abril se presentó por primera vez, y los nuevos dueños de la compañía aseguran que tuvieron una demanda inesperada. La construcción de los autos comienza con la llegada de 2023 y se espera entregar las primeras unidades a sus propietarios para los primeros meses de 2024.
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