Muchas veces, las circunstancias empujan determinados movimientos que no hubieran existido por sí solos. También, esas cuestiones ajenas son a veces las que llevan a cancelaciones inesperadas, a interrupciones de proyectos que tenían todo para concretarse y quedaron archivados. En las grandes marcas de autos, estas situaciones son más frecuentes de lo que las personas creen.
Pero como tiene un costo gigantesco, antes de lanzar un nuevo vehículo se hacen profundos estudios de mercado y de factibilidad técnica para tomar una decisión. Es en gran parte, una de las respuestas a por qué se demora tanto un auto desde que se presenta como concept car hasta que sale por la línea de producción.
En el caso de los proyectos deportivos, hay otros factores que influyen en la continuidad o la interrupción de un prototipo, un diseño o un desarrollo, y esos son los reglamentos.
A lo largo de la historia, los cambios de normativa técnica han desechado buena parte de las más revolucionarias ideas, precisamente porque en el automovilismo todo es creación, y cuando los reglamentos permiten que la mente de los diseñadores vuele tan alto, el único modo de detener una carrera de dinero que lleve los costos de participación a niveles inalcanzables, es cambiando las reglas o prohibiendo determinadas tecnologías.
La historia del famoso Ferrari F40 es un poco eso. Todo comenzó tres años antes, en 1984. Enzo Ferrari había perdido la posibilidad de ser el primer campeón del mundo de Fórmula 1 con motores turbo en 1982, a causa de los terribles accidentes que sufrieron sus pilotos, Gilles Villeneuve y Didier Pironi. El primero falleció en Bélgica en mayo, el segundo quedó postrado por mucho tiempo en Alemania, en agosto. Los autos de Maranello eran los autos a batir pero ninguno pudo completar el año.
Así fue como Enzo Ferrari decidió reincorporar al ingeniero Nicola Materazzi al departamento de competición para que diera vida a un proyecto que lo tenía muy entusiasmado. Materazzi había sido el creador de aquellos motores V6 turbo que debutaron en 1981, pero después del desastre del año siguiente, había regresado a Producción en Maranello.
El nuevo proyecto de “il commendatore” era hacer un Ferrari de Grupo B para competir con Audi, Lancia y Peugeot en el Campeonato Mundial de Rally. Y el auto se hizo con la misma tecnología de la Fórmula 1 más un motor que ofrecía 400 CV desde la primera puesta en marcha. Se llamó Ferrari 288 GTO Evoluzione.
Pero en 1986, la Federación Internacional del Automóvil abolió el Grupo B porque los autos ya no se podían llevar sobre un camino. Varios accidentes fatales con pilotos y espectadores en menos de un año, dejaron sin futuro a esa categoría y a la que ya se había planificado, el Grupo S, que ni siquiera nació.
Entonces el 288 GTO Evoluzione quedó detenido, sin rumbo alguno, en un costado de la fábrica. Allí ocurrió una anécdota algo curiosa cuando un piloto de pruebas de Ferrari pidió probarlo y al bajar de ese auto increíble, sugirió que no quedara arrumbado, que se hiciera algo con esa maravilla mecánica. Así nació la Ferrari F40, por pedido de Enzo Ferrari, quien solo pudo la premisa de lograr que construyan el mejor supercar del mundo. Eso ocurrió en julio de 1987, y fue el último auto que vio nacer el fundador de la marca más icónica del mundo del automóvil.
Pero como se habían construido 5 unidades del 288 GTO Evoluzione, los amantes de Ferrari siempre tuvieron a ese prototipo como un escaparate de diseño, tecnología, potencia y performance únicos.
La cuarta de aquellas cinco unidades acaba de aparecer en el mercado de las subastas de autos especiales, y tan exclusivo es, que la casa RM Shoteby’s no le ha puesto precio base. Es el Ferrari 288 GTO Evoluzione que lleva el chasis número 79888 y que había sido vendido originalmente al ex piloto belga Jean Blaton en 1988. Aunque después tuvo varios dueños, entre ellos Lawrence Stroll, el actual dueño de Aston Martin y padre del piloto Lance Stroll, su último propietario lo envió a Michelotto para una revisión profunda que costó 133.000 euros, y ahora se pone a la venta. La fecha para conocer su destino y los millones que pagarán por él, es el próximo 21 de octubre.
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