Cuando Laurent Barria estuvo en Río de Janeiro para la presentación regional del Nuevo Citroën C3, la entrevista con Infobae derivó en la movilidad del futuro y en la necesidad de encontrar soluciones para que más personas accedan a un automóvil sin que esto perjudique el medio ambiente. Aquel día de finales de agosto, el Director de Marketing Global de Citroën dijo que pronto habría más novedades para sumar a la propuesta que ya tenía tanto éxito con el pequeño Ami.
Y las novedades no tardaron en llegar. Si bien es un auto conceptual, es decir un estudio de diseño y tecnología que podría terminar en aplicar algunas de sus innovaciones en modelos de producción en poco tiempo, la innovación ha vuelto a ser un pilar de esta marca francesa una vez más.
El auto tiene un nombre francés que deriva de una pronunciación en inglés, pero eso es anecdótico. Se llama Citroën Oli, que intenta escribir la fonética de “All E”, es decir “todo eléctrico”. Aunque lo que menos interesa probablemente al momento de verlo, es su nombre, ya que entre sus formas y parte de los materiales que se usaron para construirlo, hay mucho terreno para abordar.
El Oli es un auto mucho más voluminoso que el Ami, y sin embargo solo pesa el doble, pero con capacidad para 5 pasajeros. Y la comparación con el pequeño biplaza que nació en 2020 es que está concebido con el mismo tipo de idea, cual es la de hacer un auto eléctrico accesible, eficiente y sencillo, que sin embargo no pierda la personalidad que debe tener.
El modo que ha encontrado Citroën de lograr todo eso junto, es hacer un auto que tenga mayor autonomía porque consume menos y no porque tenga baterías más pesada y más tecnología. Así, el Oli utiliza para el capot, el techo y los paneles de la eventual caja trasera, superficies planas construidas con un material creado por Basf, que está compuesto por cartón corrugado reciclado con una estructura de tipo sándwich en nido de abeja entre paneles de refuerzo de fibra de vidrio.
Estos paneles están revestidos con resina de poliuretano y cubierta con una capa protectora texturizada como la que se suele utilizar en el suelo de los estacionamientos y en las rampas de carga. Los paneles son muy rígidos, livianos y resistentes, como para permitir que un adulto pueda pararse sobre su superficie. La clave está en que su peso equivale a la mitad de lo que pesan los de acero convencional.
La otra cualidad que distingue al auto es su diseño, pero no se puede aislar un tema del otro. En principio, porque ese material tan liviano y resistente requiere que se aplique en superficies planas, y el segundo es que el auto está concebido para ser eficiente en todos los aspectos posibles. Y así como en el interior no hay pantallas y los asientos están construidos con materiales reciclados, algunas formas exteriores también tienen una explicación.
La decisión de crear superficies planas para cumplir con los objetivos de recursos y materiales, terminó siendo una inspiración para trabajar con el diseño vertical y su encuentro con las superficies horizontales.
El parabrisas, de hecho, llama la atención por ser completamente vertical, y esto se debe a que así, la distancia entre la parte superior y la inferior es más corta y por lo tanto insume una menor cantidad de vidrio. Pero además de reducir el peso y la complejidad de la forma de los parabrisas convencionales, su menor tamaño permite que sea menos costosa de producir y sustituir, y adicionalmente disminuye la exposición de los ocupantes a los efectos del sol y ayuda a reducir hasta un 17% la demanda de energía del sistema de aire acondicionado del auto.
Su mecánica 100% eléctrica sólo necesita una batería de 40 kWh para ofrecer una autonomía de 400 km. Al limitar la velocidad máxima a 110 km/h para maximizar la eficiencia, el consumo es de apenas 10 kWh/100 km, y la carga del 20% al 80% se puede hacer en 23 minutos. El Oli pesa solo 1.000 kg, mide 4,20 metros de largo, 1,65 metros de alto y 1,90 metros de ancho.
Es un auto sencillo, simple, pero estético, agradable y sustentable. Y ese es el secreto que quiere acentuar Citroën con este modo de pensar los autos del futuro. Con el Ami primero y con el Oli ahora, la marca está diciendo “basta” a la tendencia de la industria por fabricar vehículos familiares cero emisiones que son pesados, complejos y caros. Es una propuesta a los retos sociales a través de otra movilidad para el futuro.
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