A medida que ha pasado el tiempo, el concepto de automóvil ha sufrido cambios motivados por diversas razones, que afectaron su esencia inicial de modo profundo. Hubo cambios a raíz de las alianzas entre marcas, otros a causa de la necesidad de ser más eficientes sin perder habitabilidad, y otros directamente relacionados con la llegada de la tecnología.
De pronto, aquello que era simplemente un medio de transporte con determinadas características de equipamiento y mecánica, pasó a ser un bien mucho más costoso, se convirtió en el enemigo del medioambiente y perdió forma propia para adoptar perfiles estándar que aseguraban la elección de la mayoría de los usuarios.
Hoy, es normal confundir los modelos de distintas marcas. Para identificarlos, muchas personas deben recurrir a buscar el logotipo o la insignia en la parrilla o el remate de cola, y aun así, una vez que se lo ha reconocido, a la distancia muchos vuelven a ser inidentificables. Una de las grandes pérdidas de muchas marcas, ha sido la identidad de la trompa. Los cambios de diseño de parrilla y faros, han dejado atrás años de un estilo en muchos casos, en nombre del modernismo.
Por esa razón, con la excusa del auto eléctrico como motivo para crear una nueva generación, se están empezando a recuperar formas y diseños clásicos y pregnantes que la industria tuvo en otro tiempo, con el objetivo de recuperar esa identidad camuflada entre la multitud.
Quienes piensan los autos del futuro tienen claras estas cuestiones, y como los proyectos de concepto son ensayos estilísticos que no requieren de esas limitaciones que un departamento de ingeniería le suele imponer a los diseñadores, aparecen ideas interesantes, donde la forma recupera algo de terreno perdido.
Volkswagen acaba de presentar un concept-car muy interesante al que llamaron GEN.TRAVEL, y que corresponde a la categoría de los autos eléctricos completamente autónomos, algo que actualmente no existe en ninguna parte del mundo, ni por desarrollo, ni por legislación.
Es una combinación entre una berlina y un monovolumen que aprovecha cada centímetro cuadrado de superficie para convertirla en parte de un espacioso habitáculo. Dentro de esa cabina, su gran versatilidad le permite convertirse sin demasiados movimientos en una sala de reuniones con cuatro asientos enfrentados o en un dormitorio para dos ocupantes.
Cuando la elección es la de un lugar para descansar, el auto tiene una iluminación calibrada de modo tal que influye en la producción de melatonina para ayudar a los pasajeros a descansar, y a la vez a despertarse de forma natural. Uno de los grandes problemas de las butacas reclinables son los sistemas de sujeción, y VW lo ha tenido en cuenta, ya que al recostarse completamente, los cinturones de seguridad siguen sujetando el cuerpo del pasajero aun en posición horizontal.
Para que el acceso sea más simple, las puertas se abren con el sistema de ala de gaviota y al ser un vehículo autónomo de Nivel 5 (que se conduce solo sin intervención del ser humano), no tiene volante ni pedales sino solamente un mando tipo joystick.
Exteriormente, Volkswagen se ha encargado de diseñar una forma que se pueda identificar. Visto de perfil es cuándo más se nota su particular estilo, con una especie de cabina vidriada sobre una plataforma. Los cristales delantero y trasero no son muy grandes a diferencia de las ventanas laterales, y la explicación está en la conducción autónoma, por la cual, los pasajeros son eso, pasajeros y ninguno debe prestar atención al camino.
Tecnológicamente, un sistema de suspensión activa conectado a la navegación satelital, permite que el GEN.TRAVEL lea el camino antes de pasar por él, de modo de poder predecir curvas o desniveles y programar la dureza y reacción de los dispositivos elásticos, para que los ocupantes no noten las cualidades del terreno.
La idea con la que se concibió el proyecto es lograr un “Vehículo de experiencia de innovación” (IEV), previendo cómo podría cambiar la movilidad de larga distancia en la próxima década. El concepto es proponer una alternativa a los aviones para vuelos cortos.
Esta no es una idea nueva. Un año atrás, Volvo presentó un vehículo bastante similar en cuanto a esa utilidad, el 360c, que no tiene una forma tan audaz como el Volkswagen, pero sí está desarrollado como un medio de transporte alternativo al de un avión para un trayecto de hasta 5 horas. La argumentación es que, contemplando el tiempo que demanda ir hasta un aeropuerto, embarcar, volar, descender y llegar a destino, un vehículo autónomo que tenga el suficiente confort y autonomía podría demorar el mismo tiempo sin tantos trastornos o trámites.
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