La corona británica había tenido autos Daimler-Benz hasta que asumió como reina Isabel II, el 2 de junio de 1953, y fue ella quien decidió que los vehículos oficiales de la casa real tenían que ser de marcas inglesas. Rolls-Royce, Jaguar, Bentley y Land Rover fueron entonces las marcas elegidas, más allá de aquel famoso Daimler Majestic 4.0 LWB de 2001, que de todos modos tenía una carrocería Jaguar.
Quizás fue esa la razón por la cual, horas después de fallecer el pasado 8 de septiembre, al ser trasladados sus restos desde el Palacio de Baltimore a la Catedral de Edimburgo, para luego ser llevados al aeropuerto local para viajar a Londres, generó algo de sorpresa, pero especialmente de molestia, que el vehículo fúnebre fuera un Mercedes-Benz y no un auto de una marca inglesa.
El auto alemán es un Clase E acondicionado para ser un auto fúnebre por parte de la empresa Binz, también de Alemania, que se especializa en construir limousinas, ambulancias y autos fúnebres. El modelo tiene la denominación de Binz.H4, y está construido sobre la base de un W213, con una distancia entre ejes y una plataforma trasera extendidas para una longitud total de 5.999 mm, o 1.104 mm más que el S212 Clase E Station Wagon.
Pero la polémica duró muy poco, porque al llegar al aeropuerto de Northolt, en Londres, desde donde se trasladaría el féretro hasta la capilla ardiente en el Palacio de Buckingham, apareció el auto fúnebre oficial de la casa real, que es un auto inglés en el que la propia reina Isabel II tuvo injerencia al momento de su fabricación, trabajo realizado por la empresa inglesa Wilcox Limousines.
Es un Jaguar XF, y es tan exclusivo que no es un vehículo con el que Wilcox realice sus modificaciones para este tipo de utilidades. El portfolio de la empresa muestra autos Mercedes, Nissan, Bentley y Volvo, pero ningún Jaguar. El único que han realizado es el que encargó Isabel II, con determinadas especificaciones.
Lo primero fue el color, que no es negro como en los autos fúnebres convencionales, sino color granate oscuro, el tono que se denomina Royal Claret Livery, que identifica a los autos de la corona como los famosos Rolls-Royce que utilizan como autos oficiales también.
El automóvil, que naturalmente tiene una mayor distancia entre ejes, techo elevado y una superficie acristalada mucho mayor debido a la finalidad con la que se construye, tuvo otros detalles pedidos por Isabel II.
Uno de ellos fue en la parte trasera, donde se trasladaría algún día a un monarca fallecido, tuviera una iluminación especial, para que el pueblo británico pudiera ver el féretro en eventuales recorridos nocturnos o de horas de poca luz natural, como ocurre incluso en caso de lluvia.
El otro detalle que llama la atención está en el frente, en la insignia sobre el capó del Jaguar XF, donde se ha alojado una pequeña escultura plateada de San Jorge matando a un dragón, y cuyo significado es el de caracterizar la leyenda del patrón de Inglaterra, que ahora también da nombre a la capilla donde ha sido enterrada la Isabel II junto a su marido, Felipe, Duque de Edimburgo, fallecido el pasado 9 de abril de 2021.
La última serie de Jaguar XF lanzada en 2020 ofrece una motorización de gasolina o una alimentada por gasoil como opciones. La versión naftera es un motor 2.0 litros turbo de 4 cilindros, que entrega una potencia de 300 CV, mientras que la diésel, también de 2.000 cm3 de 205 CV es la que incluye una microhibridación, con un pequeño motor eléctrico que disminuye el consumo de combustible fósil. En ambos casos, la caja de cambios automática de 8 marchas, permite el andar sereno y suave que un vehículo que debe transportar un féretro real necesita para sus marchas y ceremonias a muy baja velocidad.
SEGUIR LEYENDO