“La electrificación es una tecnología elegida por los políticos, no por la industria”. Esta frase fue dicha varias veces por Carlos Tavares, CEO de Stellantis en los últimos meses, y a medida que pasa el tiempo, hay más motivos para afirmar que fue completamente incómoda pero acertada.
Nada tiene que ver con las decisiones de apostar a la electricidad por parte del grupo, más allá de una política más agresiva con algunas de sus marcas, porque si las leyes lo exigirán, hay que estar preparados para dar una respuesta. Sea Stellantis o cualquier otro fabricante del mundo.
El planteo de Tavares incluso es amplio. Según su modo de ver esta situación, hay varias cosas que él observa y cuestiona respecto al abrupto cambio que se ha decidido dar hacia la movilidad eléctrica.
“Un auto eléctrico necesita recorrer 70.000 kilómetros para compensar la huella de carbono de la fabricación de la batería y empezar a alcanzar a un vehículo híbrido ligero, que cuesta la mitad que uno eléctrico”, afirmó Tavares.
Y agregó: “Habría que impulsar que los autos híbridos térmicos de alta eficiencia sigan circulando para que sigan siendo asequibles y proporcionen un beneficio inmediato en materia de reducción de emisiones, ¿O es mejor tener vehículos 100% eléctricos que las clases medias no podrán permitirse, mientras se pide a los gobiernos que sigan aumentando el déficit presupuestario para subvencionarlos?”.
Todo es cierto, nada puede refutarse, y para ejemplo vale tomar el caso de otro tipo de energía que fue combatida intensamente hasta casi hacerla desaparecer, y que sin embargo es hoy una de las pocas soluciones reales al crecimiento de la demanda eléctrica en los países desarrollados: la energía nuclear.
Alemania inició el 1 de enero de 2022 el proceso de desmantelamiento de sus plantas nucleares, pero ante falta de una matriz capaz de generar electricidad sin generarla con combustibles fósiles, se ha abierto un compás de espera para evaluar si no se deben volver a poner en funcionamiento.
En el otro extremo pero dentro de la misma Unión Europea, Francia propicia la creación de electricidad por medio de energía nuclear y se está asegurando suministro mejor que ningún otro país del bloque, y sin generar gases de efecto invernadero.
Japón, que padeció la crisis la central de Fukushima en 2011, ha decidido recientemente reiniciar la actividad de plantas nucleares que habían quedado inactivas e incluso evaluando la construcción de nuevas generadoras de electricidad por ese medio.
Algunos procesos, mal enfocados por intereses políticos o por simple desconocimiento, llevan a los gobiernos a tomar medidas que parecen apropiadas de acuerdo a discursos coyunturales, pero con el paso del tiempo quedan en evidencia. Con la electricidad podría estar sucediendo algo similar.
El pasado 24 de agosto, el gobierno del estado de California anunció que planean prohibir la fabricación y venta de automóviles impulsados por motores de combustión interna a partir de 2035. Una decisión que copia la que anunció en julio de 2021 la Comisión Europea y que fue sancionada como ley por el Parlamento de la comunidad apenas dos meses atrás.
Pero menos de una semana después, el Operador Independiente del Sistema de California (ISO), ente que administra la electricidad en el estado con el parque automotor más grande de EE.UU. emitió una comunicación a la población con recomendaciones de correcto uso de la energía eléctrica ante la ola de calor que azota a la región por estos días.
Textualmente, la comunicación del 30 de agosto explicaba la situación de estrés a la que se sometería a la red eléctrica por las altas temperaturas, y se instaba a los consumidores a reducir el uso de energía de 4 PM a 9 PM, horario en el que el sistema está más exigido porque la demanda de electricidad sigue siendo alta y hay menos energía solar disponible.
Las tres principales acciones de conservación sugeridas fueron poner los termostatos de aire acondicionado a 24°C (78°F) o más, evitar el uso de electrodomésticos grandes y evitar cargar vehículos eléctricos, además de no encender o apagar luces innecesarias. Reducir el uso de electricidad durante ese tiempo aliviará la tensión y evitará medidas más drásticas, incluidos cortes de energía rotativos.
Los ecologistas de California, paradójicamente los que impulsaron que se cerraran las plantas nucleares en el estado hasta dejar solo la última de Diablo Canyon, programada para ser desactivada en 2025, son quienes ahora apoyan la idea que ha propuesto el Gobernador Gavin Newsom, otro antiguo opositor de esa energía, que ahora busca extender su vida útil hasta al menos 2029.
Es el mismo cambio climático, el mismo calentamiento global del planeta que ha llevado a tomar decisiones tan drásticas, el que está poniendo en evidencia que ningún cambio puede ser total y rotundo. La movilidad eléctrica será una solución parcial y circunstancial, y hacerlo gradualmente permitirá que otros impactos no terminen siendo peores para el objetivo final de un mundo neutral en carbono.
Nuevamente entra en escena Tavares, porque su idea respecto a la movilidad eléctrica dice que “había formas más baratas y rápidas de reducir las emisiones. Recién dentro de diez o quince años sabremos cuáles son los resultados reales de la electrificación en términos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero”.
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