Habría que hacer un estudio detallado para entenderlo mejor, pero por alguna razón o quizás más de una, las grandes marcas de autos deportivos parecen haber enloquecido intentado mostrar cuánto son capaces de generar en términos de potencia, aceleración y velocidad máxima como nunca antes había sucedido.
Probablemente sea porque la despedida de los combustibles fósiles está acercándose, y de hecho en varios casos es, efectivamente, el modo que han elegido para decir adiós al petróleo. Sin embargo, hay algo más llamativo aún, y es la cantidad de marcas que habiendo pasado ya a la electricidad, también desarrollan vehículos cuya performance parece ir en contra de todos los ideales de la movilidad eléctrica.
Porque consumir energía inútilmente sigue siendo contraproducente para el medioambiente, especialmente si esa energía, aunque sea eléctrica, proviene de fuentes no renovables, como ocurre en la mayoría de los países desarrollados todavía.
Que un Tesla Model S Plaid o un Rimac Nevera, autos nacidos con esa propulsión, hagan alarde de sus 1.000 CV pura y exclusivamente eléctricos es lógico. Pero que Bugatti o Porsche, por citar solo a dos que se han lanzado a la caza de récords o marcas que solo les darán publicidad, se embarquen en empresas de ese tipo, solo podría interpretarse como si no hubieran resistido la tentación de responder, incluso adjudicándose una especie de representación de la raza original de automóviles que no aceptan un competidor de otra procedencia.
Y algo parecido ahora sucede con McLaren. En la reciente Monterrey Car Week, los ingleses han presentado un auto inesperado, no por sus prestaciones sino porque era un modelo que solo existía en la fantasía o en la virtualidad, ya que pertenece a un juego de consola: el Gran Turismo Sport.
Se trata del McLaren Solus GT, un hypercar de una sola plaza, inspirado en el Ultimate Vision GT, y es tan extremo aerodinámicamente, que a pesar de su potencia obtenida completamente gracias a la combustión de gasolina fósil, no tiene las prestaciones que se podrían esperar con un motor de esos valores.
El Solus GT tiene un motor V10 de 5,2 litros, es capaz de alcanzar los 840 CV de potencia y un torque de 650 Nm, sin embargo, no consigue superar los 322 km/h de velocidad final debido a que genera más carga aerodinámica que lo aplasta contra el piso que su propio peso. Increíble, pero real. Son cifras de un Fórmula 1, que no pesa ni 800 kg, pero tiene valores de carga en sus aditamentos aerodinámicos que casi duplican ese valor. El Solus GT pesa menos de 1.000 kg pero ejerce una fuerza descendente contra el asfalto, de 1.200 Kg.
El detalle final está en el modo de ingresar al habitáculo, ya que es similar al de un avión caza de combate. Su cabina se desplaza hacia adelante y deja al descubierto la butaca y el volante. Ambos están modelados a medida para el conductor de este auto que no puede usarse en las calles sino solamente en circuitos, pero no está encuadrado en la reglamentación de ninguna categoría.
“El McLaren Solus GT es la materialización de un vehículo conceptual radical de McLaren creado originalmente para el mundo de las carreras virtuales. Diseñado sin ninguna restricción por las normas de carretera o de competición, pero con todo el espectro de experiencia de McLaren para llevarlo a la realidad, ejemplifica nuestro espíritu vanguardista”, ha explicado Michael Leiters, director ejecutivo de McLaren Automotive.
¿Por qué McLaren hizo este auto? Es una gran pregunta, y la respuesta debería tener relación con el precio al que piensan venderlo, y que aun sin ser oficial, se cree que estará entre los 2 y los 3 millones de dólares. Con ese modelo de negocio funciona también Rimac, cuyo Nevera, 100% eléctrico, cuesta 2 millones, y eso les permite generar una gran ganancia con un trabajo artesanal mucho más cuidado en un solo auto capaz de obtener los beneficios que una fábrica normal lograría con una producción de varios vehículos de serie. Y para confirmarlo, vale decir que del McLaren Solus GT solo habrá 25 unidades.
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