La Ferrari F40 nació en julio de 1987. Era el auto que Enzo Ferrari había pedido a Nicola Materazzi para poner en las calles un vehículo completamente disruptivo, que fuera capaz de vencer a los Porsche 959, que acababan de salir a la luz impresionando al mundo de los autos deportivos.
Enzo Ferrari no quería perder tiempo ni recursos en confort para este auto. Por el contrario, el F40 debía ser casi un auto rústico, que fuera capaz de transmitir cada sonido de la mecánica y cada rugosidad del camino. No tenía tapizados o aislaciones sonoras, tampoco manijas en las puertas. No había tecnología, era una máquina casi indomable.
Se fabricó entre 1987 y 1992 y no fue un auto de baja escala, sino más bien uno que tuvo una gran producción por tratarse de algo que no existía en esos tiempos, un auto de carreras con homologación para andar por las calles. Se fabricaron 1.315 unidades y buena parte de ellas compitieron en campeonatos de GT o en las mismísimas 24hs de Le Mans, aunque la mayoría no fue a las pistas sino que pasearon sus encantos por rutas de todo el mundo.
En 1989, uno de esos autos que se usaron para correr fue el que llevaba el número de serie 870782, aunque no fue directo a un autódromo o a Michelotto, la división de competición que los preparaba para circuitos en Maranello, sino que fue un auto particular que se llevó a lo que en esos años era Holanda, hoy Países Bajos. Recién 3 años más tarde, su propietario decidió que quería competir.
A la F40 se le modificaron las suspensiones para pista, se lo dotó de un equipo de frenos más performantes y se le incorporó el instrumental de competición. Eso fue todo, salvo por un último detalle, el color rojo se reemplazó por el amarillo con el que se presentó por primera vez en los boxes.
Un año más tarde, viendo que el auto necesitaba mejorar los 478 CV de potencia que entregaba el V8 biturbo original, nuevamente Michelotto se encargó de actualizarlo, y entonces apareció la verdadera potencia del F40, que superaba levemente los 700 CV con total seguridad, y hasta podía llegar a los 1.000 CV con los riesgos naturales de roturas de una exigencia mayúscula sobre sus componentes mecánicos.
El auto participó en distintos tipo de carreras y circuitos, incluso de autos especiales o históricos, hasta el año 2009, cuando fue vendido a su actual propietario, quién lo devolvió a la configuración de calle y le cambió el aspecto. El amarillo cambió por un gris Nardo y se le hizo una restauración del interior para que sea más parecida al aspecto de las F40 que salían de producción y no estaban destinadas a correr. Pero la preparación de Michelotto en el motor no se tocó nunca y mantuvo esa configuración extrema que permite que siga siendo capaz de llegar a los 1.000 CV.
Toda la restauración, que incluyó también un nuevo alerón trasero, tuvo un costo de 123.000 dólares para el dueño del auto, quién ha decidido ponerlo en subasta por RM Sotheby’s este 20 de agosto en la Monterey Car Week de California.
Cuánto costará es un misterio, pero si por una Ferrari F40 original se puede pagar cerca de 1.000.000 de dólares como un precio habitual, seguramente esta unidad potenciada por Michelotto, superará ampliamente esa cifra.
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