El auténtico buggy está de regreso. Nació en los años 60 sobre una plataforma de Volkswagen Escarabajo, pero con una carrocería íntegramente construida en fibra de vidrio. Fue el auto perfecto para una época de vida silvestre, aventuras y desenfreno en todo el mundo. Era el auto perfecto para las dunas y las playas. Pero en sueño de Bruce Meyers, su fundador, solo duró hasta 1971, cuando debió cesar la producción tras perder un juicio por reclamar su patente. Es que habían copiado tanto su diseño que decidió ir a los tribunales a reclamar su idea. Pero por esas cosas de las leyes, perdió y debió cerrar su fábrica.
Según dijo alguna vez, tardó más de la cuenta en calmar la furia que le causaba escuchar la palabra buggy. Se había sentido robado durante tanto tiempo, que recién 30 años después intentó revivirla y llegó a construir una versión adaptada al nuevo siglo, que se presentó en 2014.
Sin embargo, Meyers falleció pocos meses después de mostrar el proyecto y todo quedó archivado hasta 2020. Fue cuando Winnie Meyers, su vuida de 94 años de edad, decidió vender los derechos de la marca fueron comprados por Trousdale Ventures, una empresa que invierte capital de riesgo en productos o compañías con un potencial que pueda resultar atractivo.
La nueva empresa creada es Meyers Manx LLC, y acaban de presentar públicamente el Meyers Manx 2.0 Electric, una versión 100% eléctrica del buggy original, que no comparte ningún componente mecánico con el auto original, aunque su carrocería es inconfundiblemente Meyers.
Su diseñador es Freeman Thomas, antiguo jefe de diseño de Ford y de Volkswagen, quién en su portfolio puede lucir orgulloso el proyecto de otros vehículos que han hecho historia, como el Audi TT y el VW New Beetle.
Conceptualmente, las líneas son las mismas del buggy que deslumbró a los jóvenes en 1964, adaptado a la tecnología actual con detalles como las luces o el tablero, pero guardando un interesante estilo retro, como el de una Vespa eléctrica lo preserva respecto a la motoneta original.
El vehículo vendrá completamente ensamblado y no será un kit de automóvil como su predecesor. Tendrá dos motores eléctricos ubicados uno en cada una de las ruedas traseras, lo que automáticamente lo convierte en un auto de tracción posterior. Habrá dos variantes de batería, una de 20kWh y otra de 40kWh, que aseguran autonomías de 240 o 480 km en cada caso. El auto sigue siendo muy compacto y por lo tanto liviano con 680 kg para la primera versión y 750 kg para la segunda. En el caso de la más grande, Meyers asegura que tendrá 202 CV de potencia, 325 Nm de troque y por lo tanto podrá acelerar de 0 a 100 km/h en 4,5 segundos.
A nivel de equipamiento, solo hay que decir que es un buggy. No tiene puertas ni ventanas laterales, solo un área abierta para deslizarse al interior del habitáculo. El techo es removible pero no es retráctil, por lo que hay que decidir si se lleva colocado o no, antes de salir de casa.
Tiene un baúl en la parte trasera, al que se accede inclinando el techo hacia adelante, pero así como no tiene puertas, tampoco tiene cerradura en el baúl. También hay un espacio de menor capacidad en la zona delantera, pero allí se guarda la rueda de auxilio, el gato hidráulico y un juego de herramientas.
Los fabricantes han informado que solo se producirán 50 unidades a lo largo del año 2023, y que las entregas comenzarán a hacerse efectivas con el inicio de 2024. Todavía no hay precio publicado, pero las reservas se aceptarán desde finales de este mes de agosto, cuando se presente en público en la Semana del Automóvil de Monterey, en California. Entonces se conocerá el valor y la demanda que pueda lograr.
Si el producto logra el impacto esperado, Meyers tiene previsto desarrollar actualizaciones inalámbricas de software y una eventual segunda versión con algunas especificaciones diferentes, tanto en decoración y diseño como en capacidad de batería y motorizaciones, pero no tienen en su hoja de ruta producir en serie ni en grandes volúmenes.
Como sucede en muchos casos, cuando se trata de la reinvención de un clásico, lo que suele buscarse es un precio más bien elevado, que asegure una buena rentabilidad sin obligar a inversiones de grandes estructuras. Lo que se dice, un producto de nicho que adquiera mayor valor por la baja disponibilidad.
SEGUIR LEYENDO