El Biodiésel es un combustible de origen vegetal que funciona en un motor de combustión interna, así como también lo hace el bioetanol. Uno reemplaza al diésel y el otro a la gasolina, ambos derivados del petróleo.
Los biocombustibles son hoy un tema central de la movilidad mundial incluso más allá de su contribución ambiental, ya que podrían ser una solución para bajar los costos del combustible fósil que anda por las nubes. Pero el tema no es tan simple como parece. Bajo el término biocombustibles se engloban todos aquellos combustibles líquidos o gaseosos que derivan, de una forma u otra, de biomasa vegetal o grasas animales. La cuestión es de qué vegetales se obtiene, porque en cierto punto puede entrar en conflicto con la producción de alimentos o dañar el ecosistema por deforestación para aumentar la superficie de plantación.
Particularmente con el biodiésel, y en una mirada global, en Europa hubo un gran debate en su momento por esa tala indiscriminada que generaba la producción, tanto del biodiesel de aceite de palma como el de aceite de soja. Según una investigación de la Comisión Europea, el impacto ambiental del biodiésel de soja es dos veces mayor que el del diésel fósil, no solo por la deforestación mencionada, sino también por desplazar otros usos de la tierra, como los cultivos alimentarios.
En Argentina, el biodiesel se produce casi exclusivamente a través de aceite de soja. Y la crisis de falta de gasoil que se sufrió hasta hace algunas semanas tuvo directa relación con el biodiesel. Ocurre que hasta julio de 2021, cuando se sancionó la nueva ley 27.640, conocida como la Ley de biocombustibles, los combustibles diésel derivados del petróleo tenían que tener un corte de 10% de biodiésel, pero después de sancionada la nueva norma, ese corte se redujo al 5%.
Según los especialistas, muchos productores se pudieron ver desalentados a producir biodiesel, y si a eso se le suma que el precio internacional de la soja está muy alto, la decisión de vender toda su producción como aceite de soja al exterior, es una posible razón para que en varias oportunidades, las refinerías se encontraran sin biodiesel para hacer la mezcla obligatoria. Parte de la solución fue permitir que, por un tiempo limitado aunque no definido, esa mezcla subiera un 50% y el corte se hiciera sobre un 7,5% de biodiesel en el gasoil fósil.
Pero hay otros tipos de biodiésel. Existen los conocidos como biocombustibles de segunda generación, en los que se elimina casi por completo el uso de cultivos destinados a alimento para el consumo humano, y se sustituyen por biomasa, algas, aceites usados, grasas animales y excedentes de producción. Pero este es más costoso que el que simplemente utilizaba aceite de palma y aceite de soja.
Otra opción de biodiesel es la que se ha conocido hace poco tiempo, desarrollada por Neste en Finlandia. Se llama HVO100, está hecho a base de materias primas 100% renovables como el aceite vegetal de palma, colza y residuos reciclados, como el aceite de cocina usado que no añaden dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera. Toyota es la primera compañía automotriz que ha decidido incorporarlo en algunos modelos del mercado europeo ya desde 2023, con lo que sus vehículos tendrán ajustes en su configuración del sistema de inyección, debido a su menor densidad.
En cualquier caso, si un motor gasolero se alimentara únicamente con biodiésel reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera entre un 80% y un 90%. A diferencia del bioetanol, que requiere un ajuste electrónico para ser eficiente con ese combustible respecto a la gasolina convencional, en el biodiésel solo hay que ser muy cuidadoso con la calidad de las materias primas que se utilicen para su producción. Si responde a los estándares internacionales, los motores de combustión interna pueden funcionar con mezcla de ambos o solo con biodiésel sin inconveniente alguno.
Haciendo un paralelo con el bioetanol, el equivalente a la gasolina que se produce principalmente gracias a la caña de azúcar ya que los azúcares que contienen son simples y fermentables directamente por las levaduras, Brasil, que tiene un mercado automotor mucho más grande que el de Argentina, tiene el 80% de los vehículos propulsados por bioetanol, que según los modelos de autos, puede ser E27 o E100, es decir, un combustible con un 27% de bioetanol o uno completamente vegetal de origen.
El camino a la descarbonización del medioambiente sigue teniendo varias vías por las cuales buscar soluciones. Así como los autos eléctricos tienen que funcionar con energía eléctrica de fuentes renovables o sino contaminarán más que los actuales “petroleros”, los biocombustibles tienen que conseguir que no haya una competencia con la producción de alimentos o un daño ambiental por deforestación que cause mayor impacto. Si lo consiguen, solo será un tema político el que les ponga freno.
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