Uno de los temas alrededor de los que siempre se gira cuando se habla de movilidad sustentable, es la cantidad de vehículos que se movilizan innecesariamente en los grandes centros urbanos de cualquier ciudad del mundo. El automóvil es, básicamente, una máquina compuesta por metales, gomas, plásticos, vidrios y telas que deja una huella de carbono por el solo hecho de ser fabricado, y dependiendo su tecnología, otra huella mayor o menor al funcionar como medio de transporte.
Pero si a eso se le suma que su uso solo está limitado a unas pocas horas al día en la mayoría de los casos, y el resto del tiempo es una masa detenida que ocupa espacios de modo ocioso, y que esos espacios podrían utilizarse para que las ciudades generen menos calor a la atmósfera, la ecuación empieza a considerar los beneficios y los perjuicios que quizás antes no se contemplaban.
Los intentos por reducir el caudal del tránsito en las ciudades más grandes del mundo son diversos y van desde seleccionar la numeración par o impar de la matrícula para habilitar la circulación en las zonas conocidas como microcentro o downtown, algo que se hace en Sao Paulo, por ejemplo; el cobro de peajes costosos para entrar o salir de esas zonas más densamente pobladas, y la incentivación para el uso del transporte público o las bicicletas, para los cuales se han fabricado carriles de circulación exclusivos a fin de darles mayor seguridad y más fluidez de movimiento.
Pero hay otros vehículos que imperiosamente deben seguir circulando casi constantemente, y no entran en esa ecuación, como son los furgones de reparto de “última milla” o “último kilómetro”, y que no solo no tienen tiempo improductivo estacionados, sino que son fundamentales para el comercio electrónico que en todo el mundo ha crecido notablemente a partir de la pandemia del covid-19.
En ese servicio entran los scooters o bicicletas para reparto de kilajes o volúmenes pequeños, pero cuando se trata de entregas más importantes, la micromovilidad necesita un reemplazo por medios de transporte con mayor capacidad de carga. Y así es como, mientras se desarrolla la conducción autónoma que permita ver en las ciudades a esos pequeños almacenes con ruedas, cámaras y radares entregando mercaderías solo guiados por geolocalización, los furgones serán probablemente el vehículo que más se verá en las calles.
Empresas como DHL, UPS o FedEx han sido pioneras, adoptando ya a mediados de la década pasada distintos tipos de vehículos eléctricos para movilizarse por grandes ciudades como Nueva York, pero en aquel momento, la red de cargadores pública era casi inexistente, entonces debían hacer recorridos que permitieran salir con la carga de batería completa y poder regresar a los centros de distribución.
Recientemente, DHL acaba de anunciar la compra de 44 camiones medianos eléctricos a Volvo, para utilizar en Europa para traslados incluso más alejados que los del centro de las ciudades. Las unidades son de los modelos FL y FE, con los que piensan ahorrar casi 600 toneladas de CO2 y cerca de 225.000 litros de gasoil en un año. Algo similar ocurrió con un pedido de unidades a la compañía sueca por parte de la empresa de logística global, Maersk, que adquirió 110 camiones eléctricos.
Las ventajas de usar este tipo de vehículos no solo están del lado de la reducción en la huella de carbono, que es una contribución que hace la empresa a la comunidad, sino también en el ahorro del costo de combustible, lo que compensa el costo mayor de un EV respecto a un vehículo similar con motor de gasolina. Pero hay un beneficio adicional, y este es su bajo costo de mantenimiento. Un eléctrico tiene muchas menos piezas y por lo tanto menor desgaste, y eso, en una empresa de logística es ganancia pura, porque el vehículo no se detiene para reparaciones y por lo tanto la flota optimiza su rendimiento.
Las últimas dos grandes compañías globales que anunciaron el paso a una flota de reparto completamente eléctrica, son Amazon y Wallmart. La primera, a través de la adquisición de un lote de 100.000 furgones eléctricos a Rivian, que fueron pensados exclusivamente para esa utilidad, incluso en sus dimensiones y su bajo piso, lo que permite una carga y descarga más rápida y eficiente. El furgón que Rivian produjo para Amazon se llama ADV-700, ha realizado 150.000 kilómetros de pruebas durante 2021 y en los últimos días ha comenzado a operar en las algunas ciudades de EE.UU. como Chicago, San Diego, Seattle o Dallas.
En el caso de la cadena de supermercados, después de haber firmado un acuerdo con BrightDrop para contar en su flota con 5.000 unidades del furgón eléctrico EV600, ha reforzado su compromiso para tener su plantilla completa de vehículos de logística cero emisiones para 2040, con la compra de 4.500 vehículos de la compañía Canoo, que se ha asociado con BrightDrop para desarrollar un monovolumen EV de menor porte llamado Canoo Lifestyle Delivery. Este vehículo tiene el radio de giro de un automóvil de pasajeros pequeño en un espacio compacto y fácil de estacionar, pero la capacidad de carga útil de un vehículo de entrega comercial, según comentaros sus fabricantes.
El transporte de última milla necesita estas soluciones y mejorar la autonomía para trabajar más horas sin detenerse por largas recargas de batería es la llave que permitirá que más startups se lancen a la conquista de un mercado que los necesitará.
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