Cuando el Parlamento Europeo y las comisiones de medio ambiente de los 27 países por separado anunciaron el acuerdo para que desde 1 de enero 2035 entre en vigor la prohibición de fabricar automóviles con motores de combustión interna, hubo dos fuertes planteos que se oponían firmemente a la medida. El ya conocido de dejar abierta la posibilidad de mantener ese tipo de motores siempre que no funcionaran con combustibles derivados del petróleo (hidrógeno gaseoso o e-fuels), y otro que incluía los autos exóticos que tienen un bajo volumen de producción anual, como así también los vehículos utilitarios livianos, para que pudieran prorrogar esa fecha por algún tiempo más.
Esta propuesta es la Enmienda 121, a la que popularmente se la conoce como “enmienda Ferrari”, por ser la marca principal para las que estaba destinataria de la excepción. El dictamen del Parlamento Europeo finalmente aceptó ese pedido, aunque con una prórroga verdaderamente breve de tiempo.
El texto de la enmienda dice que “en vista de los mayores objetivos generales de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y para evitar posibles efectos de distorsión del mercado, los requisitos de reducción para todos los fabricantes presentes en el mercado de la Unión deben alinearse, excepto para los responsables de menos de 1.000 vehículos nuevos matriculados en un año del calendario. En consecuencia, la posibilidad de que los fabricantes responsables de entre 1.000 y 10.000 turismos o entre 1.000 y 22.000 vehículos comerciales ligeros recién matriculados en un calendario año para solicitar una excepción a sus objetivos de emisiones específicas debe cesar a partir de 2036″.
En síntesis, las marcas que produzcan entre 1.000 y 10.000 autos por año, podrán extender 12 meses la producción de modelos con motores térmicos, y en ese grupo deberían entrar Ferrari y Lamborghini entre los fabricantes italianos, pero resulta que la casa de Maranello ha tenido un volumen de ventas de 11.155 automóviles en 2021, por lo que debería reducir su oferta para entrar en la excepción.
Esto no parece que pueda suceder en términos reales por dos razones principales, y es que bajar la cantidad de ventas afectará el negocio, que hay que recordarlo, cotiza en el mercado bursátil. Pero además, esa reducción implicaría perder ventas por varios años hasta 2035, con la sola finalidad de poder extender la fabricación de motores de combustión interna solo un año más.
Sin embargo, las cosas tampoco son tan así, porque el proyecto de la enmienda incluye que estas marcas que entran en la excepción, tampoco deban acogerse a la reducción del 55% de emisiones planteado para 2030 por el ya famoso plan Fit for 55, con lo que la vida de los motores de combustión interna se podría extender tal como está ahora desde 2030 a 2036. Entonces si tiene un poco más de sentido la prórroga, porque puesta en contexto, lo que hace es prolongar lo que hoy tenía una vida de 8 años máximo (de 2022 a 2030), hasta los 14 años.
La enmienda Ferrari probablemente no la usen los de Maranello, pero gracias a la defensa de la industria italiana que hicieron los eurodiputados de ese país, Lamborghini se vio beneficiado, aunque también la francesa Alpine, o las británicas Aston Martin, Rolls-Royce o Bentley.
Sin embargo, además de la Enmienda 121, hay otra excepción más amplia aún para marcas que vendan menos de 1.000 unidades al año, y es ahí donde entran las artesanales como Koenigsegg, Bugatti o Pagani, quiénes no tienen fecha límite para pasar obligatoriamente a otro sistema de propulsión que no utilice el combustible fósil.
Paralelamente, Ferrari ya ha anunciado que en 2025 lanzará su primer auto 100% eléctrico, y a los dos híbridos enchufables actuales, adicionará otros modelos para convertirse a mitad de esta década, en una marca con un 60% de sus productos con algún tipo de electrificación.
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