“El auto es una salida universal, el auto es lo que te permite encontrarte con tus afectos, hacer turismo, distraerte, y hasta descargar alguna bronca, porque salis, andas un rato en auto y eso te calma. El auto acompañó el desarrollo de la civilización”. Con estas palabras, un humilde muchacho de campo nacido en Mar Chiquita, provincia de Córdoba, empezó a jugar en 1950 con un pequeño motor de 4 HP y una carrocería casera, hasta convertirlo en un pequeño automóvil que le permitía unir San Francisco, donde cursaba la escuela secundaria en un colegio pupilo, con su hogar familiar, distante unos 140 km. Ese señor se llama Heriberto Pronello, y es uno de los próceres del automovilismo argentino de la época dorada de los autos de Sport Prototipos a finales de la década del 60.
Pero Pronello no es el protagonista de esta historia, que necesita un libro para ser contada. Sin embargo, esta es la historia de un vehículo que nació con aquellas mismas ideas que él descubrió dentro suyo, cuando pasaba horas estudiando en una biblioteca, para aprender a construir su propio auto con apenas 17 años.
El protagonista no era argentino y no había estudiado en San Francisco, Córdoba. Era norteamericano, había nacido en Queens, Nueva York, y había estudiado Diseño de transporte en el ArtCenter College of Design en Pasadena, California. Pero tenía la misma visión respecto al automóvil.
Su nombre era McKinley Thompson Jr., y fue el primer diseñador afroamericano de Ford Motor Company, en tiempos en los que en EE.UU., su ascendencia era todo un problema y no simplemente la pigmentación de su piel. El proyecto se llamaba Package Proposal #5 y fue presentado el 24 de julio de 1963, como la idea que daría vida dos años después a la primera camioneta extrema y confortable del mercado, la Ford Bronco, que en el lenguaje de este tiempo, debería describirse probablemente como el primer SUV 4x4 de la historia.
El Ford Bronco era un vehículo todo terreno como el Jeep Willys, que ya había sido inspiración para el Land Rover inglés en 1948. Ambos habían sido muy exitosos, pero tenían un problema contra el que muchos usuarios se quejaban y esa era la incomodidad de su uso en off-road. Para dar una respuesta a esa queja, nació el Bronco en el tablero de dibujo de Thompson Jr. Un vehículo completamente cuadrado y corto, pero con un capot largo y prominente, que tenía una considerable distancia al piso y voladizos muy cortos para permitir mayor destreza en terrenos complejos, pero que, por sobre todas las cosas, ofrecía confort de marcha para sus ocupantes.
Fue en 1966 cuando la Ford Bronco salió a la venta. Ahora era un producto refinado de aquel que ideó Thompson Jr, y sus responsables eran nada menos que Donald Frey y Lee Iacocca. Esa primera Bronco tenía tres posibles formatos: una pick-up corta con cabina simple, una camioneta cerrada completamente y una especie de Roadster, sin techo ni puertas, como un Jeep Williys con la apariencia de Ford. Estos dos últimos tenían dos filas de asientos, y esa era la gran distinción.
La mejora constante de confort y terminaciones hizo que el vehículo empezara a ser casi una marca en sí mismo. El Bronco de primera generación terminó su ciclo en 1977 con récord de ventas y una popularidad en ascenso constante, para dar paso a la segunda etapa, en la que habría grandes cambios que prolongarían el mito.
El cambio principal fue la adopción de la plataforma de la Ford F-100 para relanzar el 4x4 más confortable todavía, ahora también con un diseño mucho más moderno y un equipamiento comparable con el de los autos de lujo de la marca.
Esta segunda generación solo tenía una opción de carrocería, la popular de techo rígido que se podía extraer, manteniendo solo las dos puertas delanteras y un portón trasero mucho más sólido a nivel estético y de hermeticidad. En el interior, las grandes butacas delanteras, las alfombras de pelo alto y un gran asiento posterior, hacían que el vehículo fuera tan fuerte como su antecesor, pero tan cómodo como un sedán americano. Tenía también una única opción de motor, el V8 de Ford, y entre su equipamiento se encontraba la programación del encendido del motor, para que cuando sus pasajeros subieran a bordo, el impulsor ya estuviera en temperatura, pero especialmente, el sistema de calefacción también.
Las siguientes generaciones fueron mejorando la propuesta, primero con una variante motriz que incluía nuevamente la arquitectura de 6 cilindros y después con la incorporación de la línea Bronco a la plataforma de la Ford F-150 en lugar de la F-100. Se mejoraron las suspensiones para darle más confort de marcha en caminos suaves, llegó la inyección electrónica y la lenta conversión hacia un SUV menos extremo.
Hasta que entró al mercado la Ford Explorer, que había nacido con ese concepto más “light” respecto a la robustez y potencia del Ford Bronco, y en 1997 le sacó su lugar, dejando un legado, una leyenda, y especialmente, una hueco que nadie ocupó. Había cambiado el mercado, las costumbres y los gustos por vehículos menos extremos. Bronco quedaba como una dulce historia de un tiempo pasado que parecía extinguido.
En 2020, por esas forma circular que a veces tiene la vida y la industria del auto, Ford Motor Company decidió regresar por ese nicho propio que había quedado descuidado. La moda de los SUV, la cantidad de propuestas que todas las marcas hacen para ofrecer un vehículo de esas características a los usuarios que quieren cambiar sus sedanes o pick-ups por un Sport Utility Vehicle, encendió la llama de Bronco otra vez.
Y regresó con tanta fuerza que no luce logos de Ford excepto en el grabado de los cristales. Es un Ford, claro, pero por sobre todas las cosas es un Bronco, y recuperó la forma de la primera generación con 55 años de historia y evolución de por medio. Versátil, cómodo, atractivo, potente, y original en los más pequeños y ocurrentes detalles.
Los SUV 4x4 necesitaban una propuesta distinta, una alternativa a las formas que casi todos adoptaron. Es solo cuestión de subirse en el asiento del conductor para percibir dos huellas distintivas e inconfundibles. La primera es el caballo salvaje en el centro del volante. La segunda, levantando la vista hacia el camino, es ese capot extenso con dos puntas que solo significan que es un Ford Bronco.
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