Aquella vieja idea que decía que las carreras de autos eran el banco de pruebas ideal para mejorar la tecnología que después se podía aplicar a los usuarios, vuelve a confirmarse. En las grandes fábricas que utilizan la competición para probar soluciones que después redunden en un beneficio para los autos de calle, existe una relación muy interesante entre producción y competición.
Algunas veces, un elemento debe desarrollarse y probarse en poco tiempo, y eso es lo que un equipo de carreras puede y suele hacer en esa búsqueda constante de mejorar sus prestaciones. Así como otras veces ocurre lo contrario, y gracias a la tecnología de los departamentos de desarrollo de las fábricas, se pueden fabricar piezas con compuestos que un equipo de carreras no podría lograr por sí solo.
En esta era de movilidad sustentable, donde los objetivos de las compañías manufactureras de automóviles miran más el cuidado ambiental y el desarrollo de autos conectados, eléctricos y compartidos, la competición pareciera no tener tanta importancia, pero la tiene.
Y mientras en Europa miran la movilidad eléctrica como solución, pero la Formula 1 sigue firme desarrollando el e-fuel (combustible sintético) para propulsar sus auto desde 2026 manteniendo el motor de combustión interna actual, en la otra orilla están recorriendo un camino diferente.
Y lo hace la Indycar, que es la categoría que a nivel de potencia, velocidad y tipo de autos, equivale a la F1 en EE.UU. La diferencia no solo está en el tipo de combustible que usarán, sino también a los plazos para introducirlo, porque la serie de monopostos que debe su nombre a las 500 millas de Indianápolis, empezará a hacerlo ya el año próximo, desde la primera fecha de 2023.
Como se sabe, EE.UU., junto a Brasil y Colombia, son los principales países en los que se utiliza el biocombustible para propulsar los vehículos de todo tipo. Este combustible se conoce como Etanol y es el mismo que, en proporciones menores, se ha introducido en la composición de las gasolinas en Europa. El E10 es el combustible que tiene 90% de petróleo y 10% de Etanol y el E95 es exactamente al revés.
El Etanol se obtiene a través de un proceso químico obtenido utilizando como materia prima diferentes tipos de plantas como pueden ser la caña de azúcar, el maíz y el sogro. Generalmente se utilizan reacciones químicas, fermentación y calor para descomponer los almidones, azúcares y otras moléculas de las plantas, y los productos resultantes se refinan para producir un combustible que puedan utilizarse en autos u otros vehículos.
En EE.UU., el combustible que se utiliza actualmente en Indycar es E85, es decir Etanol en un 85% y combustible convencional en un 15%, pero desde el año próximo eso cambiará y los motores turbo de la categoría serán 100% renovables, descartándose completamente el uso de derivados del petróleo. Lo harán de la mano de Shell, que se convertirá en proveedor oficial de combustibles de Indycar desde el 1 de enero de 2023.
Para desarrollar este combustible, se ha fabricado Etanol de segunda generación, que es también conocido como Etanol celulósico, ya que se obtiene de materias primas residuales y, por lo tanto, no compite con la cadena alimentaria. Ese es uno de los grandes avances de esta tecnología, que incluso estuvo en boca de muchos en la última cumbre del G7 en Alemania, ya que existe un conflicto de intereses entre favorecer la producción de mayor volumen de Etanol para mitigar el alto costo del petróleo, y mantener la producción de alimentos, especialmente los derivados del maíz.
La composición del nuevo combustible de Indycar, incluye una porción significativa de Etanol de segunda generación derivado de biomasa residual, como el maíz de caña de azúcar. El resto de la composición proviene de elementos renovables derivados de los residuos alimentarios. Esto permite que el combustible sea bajo en carbono y 100% renovable, lo que permite una reducción de al menos el 60% de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) en comparación con los combustibles de origen fósil. La combustión del Etanol genera algo de gases de efecto invernadero, no solo por la combustión en sí misma, sino también en el proceso de fabricación, aunque la proporción, comparada con los combustibles fósiles puede llegar a ser de una reducción de hasta el 80%.
El Etanol de segunda generación se obtendrá de Raízen, una empresa conjunta brasileña creada en 2011 por Shell y Cosan. Raízen es uno de los mayores productores de etanol de caña de azúcar del mundo y propietario de la primera planta comercial de etanol de segunda generación.
En cuanto al rendimiento, tanto Chevrolet como Honda, han hecho intensas pruebas de sus motores con este nuevo Etanol 100% renovable y no han encontrado diferencias sustanciales de performance. El combustible tiene especificaciones similares a un combustible E85 y el octanaje promedio es de alrededor de 100.
Lo interesante del proyecto de Indycar y Shell es que están manteniendo los motores de combustión interna pero alimentándolos con combustibles que no tienen absolutamente ningún componente derivado del petróleo. Así como la Fórmula 1 lo hará con los e-fuels, Indycar también le está mostrando a la industria, y especialmente a los gobiernos, que la solución para lograr una movilidad sustentable no pasa por prohibir las cámaras de combustión, sino el combustible fósil.
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