Hasta el cansancio, los defensores de la continuidad del motor de combustión interna con combustibles renovables, han repetido una y otra vez que para que el mundo del futuro solo tenga autos eléctricos para movilidad individual, hay que asegurarse que las fuentes de generación de energía sean renovables, sino, lo que se ahorra en emisiones de los caños de escape, se estará derrochando en las emisiones de las centrales termoeléctricas.
Sin embargo, casi caprichosamente, la Unión Europea sancionó el Plan Fit for 55 el pasado 8 de junio, confirmando que en 2035 ya no se podrán fabricar motores de combustión interna en el continente, lo cual afecta a la mayor cantidad de marcas de autos del mundo, cuyas casas matrices son europeas. Esa ley aún debe discutirse país por país, y la política tendrá una dura batalla contra sí misma después que Gazprom, el gigante ruso que abastece de gas a toda Europa, haya reducido en total un 60% su provisión en lo que va del año, poniendo en crisis la producción de electricidad en varios países, ya que buena parte de las centrales eléctricas funcionan con gas.
Uno de ellos es Alemania, el principal fabricante de autos europeo, país en el que su nuevo gobierno había anunciado a fin de 2021, la decisión de comenzar a desmantelar inmediatamente los reactores nucleares de electricidad y adelantar su objetivo de cerrar las centrales eléctricas de carbón para 2030. Efectivamente, como símbolo de estas decisiones, el 1 de enero de 2022, empezó la tarea de cierre de las centrales nucleares que culminará a fin de este mismo año, complementando el cese de actividad de varias plantas de carbón que ya había comenzado.
Pero el conflicto generado por la invasión rusa a Ucranía cambió el escenario repentinamente, y aunque Gazprom se había comprometido a mantener su provisión de gas a Europa, su principal cliente, el pasado 16 de junio anunció la reducción de un 33% de ese suministro, a causa de la salida de funcionamiento de una bomba que debía recibir mantenimiento por parte de la empresa alemana Siemens.
“Dado que se ha superado el tiempo estipulado en revisiones, Gazprom detiene el funcionamiento de otro motor de turbina de gas Siemens en la estación compresora Portovaya”, ha señalado la empresa en un comunicado, añadiendo que “la producción diaria a partir de las 01:30 horas de Moscú del 16 de junio será de hasta 67 millones de metros cúbicos diarios”. La misma compañía había asegurado pocos días antes, que mantendría una provisión de 100 millones de metros cúbicos diarios, algo que ya era menor al suministro original de 167 millones por día.
Siemens había comunicado en mayo su salida del mercado ruso a causa de la guerra con Ucrania, suspendiendo operaciones y actividades industriales, afectando especialmente a los servicios ferroviarios y de mantenimiento.
Otros países como Dinamarca, Países Bajos, Polonia, Bulgaria y Finlandia ya han dejado de recibir gas ruso, e Italia ha informado que Gazprom ha recortado un 15% el suministro al grupo energético Eni sin razón alguna.
“Eso es doloroso, pero es una necesidad absoluta en esta situación reducir el consumo de gas”, ha comentado el Ministro de Economía del gobierno alemán, Robert Habeck, según publica Reuters. Si bien esta medida es circunstancial y persigue como objetivo tener al menos en un 90% llenos los depósitos de gas para diciembre próximo, cuando el consumo del invierno tendrá su mayor demanda, el regreso a la generación de electricidad en más plantas alimentadas por carbón llevaría a que Alemania tenga un tercio de su energía eléctrica producida de modo contaminante para el medio ambiente.
Esto debería tener una solución definitiva para no poner en duda que puedan cumplirse los objetivos planteados para 2030, además de poner un signo de interrogación para confirmar los proyectos de movilidad únicamente eléctrica para 2035 en todo el continente.
Lo paradójico de la situación es que aunque la electricidad se generara con plantas de gas y no de carbón, en realidad lo que siguen haciendo es consumir una materia prima de origen fósil para generar electricidad. Que venga de Rusia no implica que no contamine la misma atmósfera que protege a todo el planeta.
Mientras la generación de la electricidad no sea sustentable, es decir, a través de centrales hidroeléctricas, o parques eólicos y solares, utilizando incluso el hidrógeno para almacenamiento y disposición a demanda, utilizar autos eléctricos evitará que el dióxido de carbono (CO2) salga de los caños de escapes de los autos, pero a cambio, este saldrá de las chimeneas de las centrales que producen la energía a través de combustibles fósiles.
Aún si se resolviera el conflicto con Rusia en poco tiempo, esta situación ha dejado al desnudo una crisis de generación de energía que parece muy compleja como para resolverse en solo una década.
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