La decisión se esperaba para el 8 de junio y muchos esperaban que no pudieran lograrlo. Pero el Parlamento Europeo votó este miércoles el plan “Fit for 55″ que elaboró en julio de 2021 la Comisión Europea liderada por Ursula Von der Leyen, y que ya había aprobado en mayo la Comisión de medioambiente, y lograron ganar. El resultado no fue unánime ni contundente, pero sí fue mayoritario. Los motores de combustión interna no podrán equipar autos nuevos desde el año 2035.
Votaron a favor de la medida 339 parlamentarios, mayormente del grupo socialista, la izquierda, los verdes, aunque también algunos eurodiputados del grupo popular de Portugal y Grecia. En cambio, hubo 249 votos en contra y 24 abstenciones. Aún sin las abstenciones, hubiera ganado la prohibición como efectivamente ocurrió. Incluso hubo una moción del Grupo Popular europeo para que se permita que un 10% de los autos puedan seguir siendo equipados con motores térmicos después de ese año, pero fue rechazada también.
Europa no es el único continente del mundo, claro está, y aunque desde Asia, particularmente China, y América se producen gran parte de los vehículos, la cantidad de marcas o compañías de origen europeo son mayoría. Que en 2022 se haya decidido prohibir la fabricación de motores de combustión interna para 13 años hacia adelante, es una decisión que impactará en la industria, no sólo en las manufactureras, sino en toda la cadena de producción.
Y si bien resta todavía un paso, que es la discusión país por país dentro de la UE, no es demasiado probable que cambie la posición en la mayoría de los casos, al menos en los países donde la industria automotriz tiene su fuerte como Alemania, Francia e Italia.
La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), no ha tardado en emitir un comunicado, apenas 24 horas después de la aprobación de la norma. Según expresan en esa comunicación oficial, los fabricantes reciben “con satisfacción que el Parlamento haya mantenido la propuesta de la Comisión Europea de objetivos para 2025 y 2030. Estos objetivos ya son extremadamente desafiantes y solo se pueden lograr con un aumento masivo en la infraestructura de carga y reabastecimiento de combustible”.
Sin embargo, también expresan que “dada la volatilidad y la incertidumbre que experimentamos a nivel mundial día a día, cualquier regulación a largo plazo que vaya más allá de esta década es prematura en esta etapa inicial. En cambio, se necesita una revisión transparente a mitad de camino para definir los objetivos posteriores a 2030″.
ACEA cree que todavía se está muy lejos de tener un continente preparado para la prohibición de los motores de combustión interna, y lo justifica con cifras. El 70% de todas las estaciones de carga de la Unión Europea (UE) se concentran en solo tres países: Países Bajos (66.665 puntos de carga), Francia (45.751) y Alemania (44.538). Juntos, estos países representan solo el 23% de la superficie total de la UE, y sin embargo tienen cerca del 70 % de los cargadores. Por el contrario, el 30% restante de la infraestructura se encuentra disperso en el 77% restante de la región.
Pero más allá de esta cuestión relacionada con una infraestructura que debe crecer rápidamente, lo que no se está considerando es que para que los fabricantes hagan la transformación, se debe planificar una estrategia con mucha anticipación. Y mientras los motores térmicos se sigan fabricando con normas de emisiones cada vez más estrictas, todavía se seguirán desviando enormes presupuestos para esos desarrollos que indefectiblemente irán después a la basura. Entonces habrá un cuello de botella que ya se puede vislumbrar hoy. Actualmente, varias fábricas han empezado a reducir sus inversiones en automóviles de ciertos segmentos como los sedanes, porque aun con buenos números de ventas, deben apostar al futuro, y entonces cesan su producción para destinar el dinero que gastaban y recuperaban con esos autos, en plantas y tecnología para producir autos eléctricos. No debería sorprender, si dentro de unos años, antes de finales de la década, varias compañías anuncien millonarias pérdidas, y comiencen a cerrar plantas y despedir empleados.
Y esto es porque un auto eléctrico tiene muchas menos partes mecánicas que uno con motor de combustión interna, pero además, los motores eléctricos requieren un menor mantenimiento, casi nulo en realidad. Con esta tendencia, las primeras fábricas que se desmantelarán serán las que producen motores y de cajas de velocidades, con las consecuencias sociales que ello implicará, a lo que se sumarán una gran cantidad de industrias de autopartes de motor, que se verán afectadas al comienzo y anuladas finalmente, cuando cesen todas sus operaciones de producción.
Prohibir los combustibles alternativos como los e-fuels o el hidrógeno gaseoso para inyectar a los motores térmicos en reemplazo de los combustibles fósiles, es cerrar la puerta a una alternativa para mantener vivas esas plantas y compañías que emplean a millones de personas en todo el mundo.
La Asociación Europea de Proveedores de Automoción (Clepa) ha dicho que el cese de producción de motores de combustión interna podría tener como consecuencia que se pierdan cerca de 501.000 empleos de proveedores que fabrican componentes de estos sistemas. Y que cerca del 70%, unos 359.000 puestos de trabajo, se perderán antes de esa fecha, entre 2030 y 2035.
Pero al mismo tiempo, poner una barrera en 2035 únicamente en Europa, no evitará que en el resto del mundo se siga contaminando si ese es el fin que persiguen. Los polos no están en Europa, el descongelamiento de los hilos glaciares los afectará de cualquier modo y la incertidumbre sobre la real factibilidad de poder proveer a un mercado únicamente equipado con motores eléctricos para todo el transporte, liviano, mediano y pesado, con energía renovable, todavía seguirá por mucho tiempo.
Entonces, vale preguntarse si lo que están promoviendo es realmente una reducción de la contaminación para que el planeta no suba más de 1,5°C la temperatura para 2050, o si lo que están haciendo es eliminar el automóvil de a poco del continente, o al menos reducir el volumen de autos significativamente.
Los autos eléctricos con más caros y seguirán siéndolo en tanto la electricidad tenga baterías de litio, que no es un mineral infinito y tiene un proceso de producción que utiliza tantos recursos naturales y económicos. También son menos eficientes que los motores a explosión. El uso del auto compartido es algo que se está promoviendo más y más cada día. Entonces, entre el costo, las restricciones, la quita de subvenciones para comprar autos eléctricos y el uso común de los vehículos, habría que pensar quién es el beneficiado, además del planeta, porque incluso las propias compañías automotrices lo sufrirán.
Acaso eso explique las fusiones que se han dado en los últimos años, como un modo de protegerse de una debacle de la industria que parece inexorable escudada en la necesaria descarbonización del medioambiente. Eliminar la posibilidad de utilizar el hidrógeno, que es infinito, está disponible para todos y permitiría darle una extensión de vida útil a los motores de combustión interna y a tantas industrias que viven de esa tecnología, dice mucho de este proceso, en el que parece haber mucho egoísmo e irresponsabilidad. Lamentablemente no hay forma de saberlo hoy, solo el tiempo dará un veredicto final.
SEGUIR LEYENDO