“Donde terminan los libros empiezan los autos de carrera”. Esta frase la pronuncia con frecuencia Tulio Crespi, uno de los más exitosos e innovadores constructores del automovilismo deportivo de todos los tiempos en Argentina. La simpleza, la intuición, el criterio y la practicidad, han sido sus herramientas para fabricar más de 1.000 vehículos de todas las categorías desde 1963 a la fecha. Y otra frase que suele usar al hablar de las ideas que lo impulsaron y siguen siendo el motor de cada día para sus creaciones mecánicas es una que dice “todo está ahí, en la naturaleza, solo hay que saber verlo y almacenarlo en esa computadora fantástica que es el cerebro, porque un día ese conocimiento va a servir para aplicarlo en algo”.
Uno de los ejemplos que usa para argumentar sus ideas es el desarrollo de las alas de los aviones, a las cuales desde hace algunos años, se les han anexado unas puntas elevadas que anteriormente no tenían. Estas puntas se llaman Winglets y lo que representan es el modo en que el cóndor levanta la punta de sus alas en su vuelo. En los aviones, no solo dan más estabilidad al vuelo, sino que permiten consumir menos combustible. Las cámaras de alta definición han permitido observar con detalle este fenómeno en las aves, y el ser humano las adoptado genéricamente en las aeronaves, incluso con variantes como el ala con Winglet doble pluma de los Boeing 737 Max.
Quizás la humanidad esté en presencia de uno de los tiempos de cambios más profundos a nivel tecnológico de toda su existencia, donde el conocimiento y la ciencia permiten llegar a lugares o instancias desconocidas o inimaginables apenas 20 años atrás. La suma de ambas situaciones ha abierto un portal de investigaciones asombrosas que cada tanto, ofrece una idea simple pero antes nunca planteada, capaz de cambiar el rumbo de las cosas.
En el mundo del automóvil, la industria se ufana en ofrecer autos eléctricos, conectados y autónomos, dejando atrás todo lo conocido. Del concepto conocido de automóvil, hoy solo quedan esos elementos redondos que conocemos como ruedas, porque se necesitan para que con su movimiento circular, exista el desplazamiento. Pero en cuanto los autos puedan volar (y dejar de llamarse autos), de lo que se conocía no quedará nada.
Mientras se desarrollan nuevas formas de generar electricidad que sea renovable y se intenta mejorar el tiempo y capacidad de carga de las baterías de los EV (Electric Vehicule), la combinación de la conectividad y la inteligencia artificial, son los dos pilares básicos de la conducción autónoma, esto es, de los autos que no requieren conductor.
Pero una vez más, la idea más simple había quedado afuera de la investigación, hasta que un “Tulio Crespi” chino la retomó y mostró que hay otro modo de llegar al mismo lugar. Si los autos sin conductor funcionan gracias a una cantidad de sensores, cámara y radares para detectar los obstáculos a nivel de tierra, ¿Por qué no probar desde una mirada cenital, aérea, que da perspectiva incluso de más largo alcance?
El chino no es otro que el Grupo Geely, el mismo que hace pocos días mostró su concepto de auto deportivo eléctrico con el que se dispone a enfrentar a las grandes marcas europeas, el Lynk&Co The Next Day Concept, y que ahora se sabe, ha sido el primer fabricante del gigante asiático por fuera del gobierno que ha puesto satélites en órbita baja. La empresa que los fabrica es una subsidiaria de la automotriz llamada Geespace. Estos primeros satélites son solo 9 pero forman parte de una red propia que consta de unos 400 y que están destinados, primariamente a ser los que le den precisión a la conducción autónoma de los autos de sus marcas, que son la propia Geely, Volvo, Polestar, Lynk&Co, Lotus y Proton.
blockquote class="twitter-tweet">A historical moment of the first nine Geespace satellites launched. 63 more are expected to be placed in orbit by 2025. pic.twitter.com/O3kiMeuJt8
— Geely Group (@GeelyGroup) June 2, 2022
Lo que no han explicado aún con detalle es si los satélites serán un eventual reemplazo de los sensores, radares y cámaras, si serán un complemento de precisión combinando datos de tierra con los de los satélites o si serán un extensor de rango, que les dé una cobertura de más alcance a esos dispositivos.
Geely se transforma así en la segunda empresa automotriz en tener su propia red de satélites, aunque por lo visto será la primera en usarlos para mejorar los sistemas de conducción autónoma de sus propios vehículos. La otra, naturalmente, es Tesla, ya que Elon Musk también es dueño y fundador de SpaceX, que ha puesto en órbita más de 2.000 Starlink, aunque por ahora solo son para dar servicios de internet.
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