Las subastas de automóviles han sido siempre un nicho que parecía reservado a coleccionistas de alto poder adquisitivo más que a inversores de grandes sumas de dinero. Sin embargo, entre los NFT y cierta inestabilidad de otros negocios como el Real State (negocios inmobiliarios), muchos parecen haber encontrado en las subastas de bienes muy especiales, un modo razonable de adquirir un bien que con el paso del tiempo tendrá más valor y además tiene un significado emocional muy grande.
En marzo de este año, el Mercedes 300 SL Roadster, el auto personal de Juan Manuel Fangio, fue llevado a subasta en Suiza. Si bien no se publicó ni el comprador, ni el monto, los especialistas aseguran que su valor puede haber superado los 25 millones de dólares. En la primera semana de mayo, otro Mercedes, en este caso uno de dos únicos 300 SLR Uhlenhaut de 1955, fue vendido en una subasta secreta en Alemania, por la cifra récord de 142 millónes de dólares.
Esos son solo ejemplos que confirman que en el mundo de los autos históricos, parece estar viviéndose un momento único por las piezas que se ponen a la venta del mejor postor y por los valores que se están pagando por ellas.
Durante el fin de semana pasado, en Mónaco, como parte de los eventos alrededor del Gran Premio de Mónaco de autos de Fórmula 1 históricos, dos monopostos originales que eran propiedad del piloto inglés Nigel Mansell, fueron el centro de atracción de la subasta bianual de RM Sotheby’s, que regresó después de cuatro años a causa de la restricción provocada por el Covid-19.
Se trataba de la Ferrari 640 que usó la Scuderia en la temporada de 1989, cuando sus pilotos eran el austríaco Gerghard Berger y el inglés Nigel Mansell. Un auto concebido por el diseñador John Barnard, que fue icónico para la Fórmula 1 por dos aspectos. Su forma denominada como “Coca Cola” por la curva que tenía la carrocería para extraer el aire hacia las ruedas traseras, y que en una vista cenital representaba una curva similar a la del logo de la bebida gaseosa; y por ser el primer auto en incorporar bieletas detrás del volante para hacer los cambios de la caja de velocidades.
Ese auto de 1989 fue, además, el último Fórmula 1 con los tanques de combustible ubicados lateralmente al cockpit del piloto, pero tras el accidente de Berger en Imola, donde su auto estalló en llamas tras impactar en la famosa curva de Tamburello, la Federación Internacional del Automóvil decidió que los tanques fueran detrás del piloto, cubiertos por una célula de supervivencia similar a la de éste. Así es que el Ferrari 640, fue el último auto de Fórmula 1 con los tanques laterales.
La Ferrari 640 empezó el año 89 con un cubremotor bajo que le daba mejor aerodinámica, pero después de Mónaco, adoptó la toma de aire superior para alimentar mejor la mezcla de su motor V12. El auto que subastaron es de esta última evolución y no el que ganó la apertura del campeonato en Brasil con Mansell al volante.
El otro auto de Mansell subastado, fue el Williams FW-14 de 1991, otro auto que hizo historia, no por sus títulos, que no consiguió, sino por su significado tecnológico, igual que la Ferrari. El auto inglés fue el primer modelo que introdujo las suspensiones activas a la Fórmula 1. Esta tecnología permitía a un auto balancear a la perfección su altura electrónicamente, evitando los cambios de distancia al piso por efecto de las fuerzas laterales y longitudinales que accionan sobre un auto.
Con esta solución, el FW-14 podía mantener el equilibrio aerodinámico perfecto por asegurar que el aire que pasaba debajo del chasis no tenía variaciones, tanto al acelerar y frenar, evitando que la trompa bajase o subiese de su posición normal, como en curvas, asegurándose que la suspensión de las ruedas externas se endureciera previamente, para que el auto no tuviera rolido alguno. Esto, no solo contribuía al equilibrio aerodinámico, sino también a que las ruedas sintieran menos la fuerza lateral, con lo que su buen estado se conservaba por más vueltas que los autos rivales.
Mansell no ganó el campeonato de 1991 con el FW-14, sino el de 1992, con el FW-14B, pero eso se debió pura y exclusivamente a varios abandonos en las primeras fechas del año, por problemas de confiabilidad, lo que le permitió al brasileño Ayrton Senna ganar las primeras 4 carreras y acumular una diferencia de puntos que las 5 victorias de Mansell a partir del GP de Inglaterra no alcanzaron a descontar. Justamente en Silverstone, nació el apodo de “Senna Taxi” para el Williams de Mansell, ya que al terminar la carrera, y habiéndose quedado el brasileño sin combustible en la última vuelta en su McLaren, parado a un costado del camino, el piloto inglés lo llevó como pasajero hasta los boxes durante su vuelta de celebración por la primera victoria del “auto inteligente”.
Estas historias de ambos autos de Fórmula 1 de Nigel Mansell fueron las que hicieron que ambos tuvieran un significado especial para quién los comprara en la subasta. No fueron autos comunes, marcaron momentos claves para toda la categoría a nivel tecnológico.
Ambos autos permanecieron en el garage de Mansell desde entonces. El inglés nunca los había usado fuera de los Grand Prix en los que participó. Tampoco tuvieron restauración alguna. Son los originales que ambos equipos le regalaron al final de cada una de las temporadas.
La Ferrari se vendió en 3.605.000 euros y el Williams en 4.055.000 euros. Mansell tuvo que luchar con Alain Prost, Ayrton Senna y Ricardo Patrese en 1989, y con el brasileño en 1991. Ahora, sus dos autos de entonces, que tuvieron una ardua pelea también en la subasta, ya que el precio terminó siendo casi 1 millón por sobre el valor estimado previamente para cada uno.
SEGUIR LEYENDO