En 1954, cuando Mercedes-Benz decidió entrar a la Fórmula 1, nació el mito de las Flechas de Plata, no solo por su color gris metalizado, sino porque dominaron el Campeonato mundial con Juan Manuel Fangio y Karl Kling el primer año y con el argentino y el inglés Stirling Moss en 1955.
El dominio fue tal que, aun entrando tarde, en la cuarta fecha del 54, ganaron 4 de las 6 carreras que disputaron, consagrando a Fangio como Campeón, y ganaron 5 de las 6 del año siguiente, otra vez con el argentino ciñéndose la corona.
Pero la tragedia de las 24 horas de Le Mans, en las que uno de los autos del equipo alemán que conducía el francés Pierre Levegh, se accidentó causando la muerte a 83 personas en las tribunas de la recta principal, llevó a Mercedes a retirarse de las carreras automovilísticas por varias décadas, a pesar de un presente en el que dominaban sobre sus rivales en las pistas de todo el mundo.
El Mercedes-Benz W196, un auto tan exitoso pero que había competido tan poco tiempo, se convirtió así en un mito sobre ruedas. Su poderío fue tal, que la marca alemana había decidido expandir su ámbito de participaciones a otras carreras por fuera de la Fórmula 1, y así desarrolló sobre la base del mismo auto, una versión de una plaza y una de dos para carreras de ruta como la Mile Miglia y la Targa Forio.
En la etapa final, cuando ya había ocurrido el accidente de Le Mans pero no se conocía la decisión de dejar las carreras, hubo también una versión del W196 para las calles a la que llamaron Mercedes W196 300 SLR.
Solo se hicieron 9 autos para usar fuera de los circuitos de carreras, pero no todos eran iguales. Hubo dos que fueron construidos con techo rígido y con puertas de ala de gaviota. Se las conoció como cupés Uhlenhaut debido a su diseñador, Rudolph Uhlenhaut. Las dos versiones de carretera cupé eran, esencialmente, una carrocería 300 SL Gullwing muy modificada para adaptarse al chasis del SLR.
Esos fueron los dos últimos autos de carrera que fabricó Mercedes por más de 30 años, lo que les dio un valor muy alto para los coleccionistas y amantes de piezas únicas de la mecánica deportiva.
Recientemente, el sitio especializado Hagerty señaló que uno de esos dos únicos ejemplares, se ha vendido en una subasta secreta a la que sólo pudieron acceder por invitación algunos pocos coleccionistas, y que el precio que se ha pagado por el automóvil es el más alto con el que nunca antes se compró un auto histórico. La referencia anterior era la de un Ferrari 250 GTO de 1962, por el que habían pagado 48 millones de dólares, pero el Mercedes W196 300 SLR habría sido vendido en 142 millones de dólares, casi tres veces más que el auto italiano.
Según la publicación de Hagerty, fue un pequeño número de coleccionistas seleccionados por sus otras intervenciones en el mercado de autos históricos, pero especialmente por tener otros Mercedes clásicos, los que participaron de la subasta que se realizó en la misma casa matriz de la marca en Stuttgart, el pasado 6 de mayo. Las únicas condiciones que se les puso para aceptar la invitación, fue la confidencialidad y el compromiso de no revender el auto que adquirieran.
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