Mientras uno sube, el otro se prepara para empezar a bajar. El éxito lleva a la cima pero no es eterno. Y con la tecnología, los cambios suceden tan rápidamente que algunos sistemas se ponen viejos antes de madurar siquiera. Pasó con la tecnología Blu-Ray, que duró tan poco tiempo como para no llegar nunca a ser masiva ya que antes fue reemplazada por las memorias digitales.
En el caso de los autos, no es tan así. Cada cambio de tecnología lleva tanto tiempo y desarrollo, que perdura en el tiempo prolongadamente. Antes de lanzar un sistema diferente a lo conocido, una fábrica de automóviles hace numerosos y profundos ensayos, y por esa razón, muchas veces ocurre que se conoce una tecnología que se está testeando hace más de cinco años.
El motor V12 de Lamborghini es una de esas piezas de ingeniería que tiene tantos años como la marca misma, porque desde el primer modelo, aquel 350 GT de 1963, todos los modelos tenían esa arquitectura que los hacía ser de alta gama y alta performance.
Pero saber parar a tiempo también es una virtud que permite dejar en la cima una imagen, y Lamborghini ha comprendido que, después de haber vivido el año más exitoso de su historia en 2021, es el momento correcto para cerrar una etapa. Los motores V12 aspirados convencionalmente se terminarán de fabricar este año, para entrar en 2023, el del 60to cumpleaños de la marca, en la nueva era de la electrificación.
Para ello han decidido despedirse a lo grande y producir una serie limitada de automóviles que comprenderá dos modelos equipados con el clásico V12. Serán los Aventador LP 780-4 Ultimae en versión cupé y roadster, de los cuales se fabricarán 350 del primero y 250 unidades del descapotable.
Pero este último Aventador no es uno más que solo tiene un número de serie distinto por ser la última camada. Se trata de la versión más potente jamás antes fabricada por Lamborghini, que entrega 780 CV de su motor 6.5 litros aspirados, y de una carrocería construida con mayor cantidad de fibra de carbono que las ediciones anteriores, lo que le permite ser 25 Kg más liviano que su antecesor inmediato, el Aventador S. Así, combinando mayor potencia con menor peso, alcanza los 355 km/h de velocidad máxima y una aceleración brutal para un auto que no tiene electricidad en su propulsión, de 2,8 segundos para ir de 0 a 100 km/h.
El paseo final se decidió hacer recorriendo sus caminos, donde nació la marca y el motor, a través de la región de la Emilia-Romaña y de Las Marchas, sobre el Mar Adriático. Fue un “último baile” oficial de un Aventador cupé y un roadster, cuya producción de 600 unidades combinadas ya está completamente vendida antes de ser fabricada en su totalidad.
Mientras la nostalgia se apodera de parte de la fábrica, en Sant’Agata Bolognese no se descansa en el desarrollo de las versiones híbridas enchufables de los futuros Aventador, Countach, Huracán y Urus. Y curiosamente se ha visto en las últimas semanas, como una Ferrari SF90 Stradale, entra y sale periódicamente de las instalaciones con diversos conductores al volante. Quienes conocen el movimiento de la fábrica, aseguran que ese automóvil es parte de un “estudio de mercado” que Lamborghini está haciendo, comparando sus desarrollos con los del híbrido enchufable más reciente de la casa de Maranello.
SEGUIR LEYENDO