Así como Bentley es propiedad de Volkswagen Group, Rolls-Royce es parte de BMW o Bugatti fue comprada por Rimac, otras marcas Premium de automóviles han dejado de ser una empresa en sí mismas para pasar a formar parte de grandes fusiones.
El caso más emblemático, sin dudas, es Stellantis, que agrupa a las marcas que pertenecían a FCA (Fiat Chrysler Automobiles) por un lado y a PSA (Peugeot, Citroën, DS) por el otro.
Sin decirlo, todos son conscientes que el poderío económico de los países asiáticos es cada vez más visible en la industria. Volvo le pertenece a la china Geely Motors, que también tiene parte de Smart, mientras que Land Rover y Jaguar son propiedad de la india Tata Motors, lo que demuestra que no son solo China y Corea, esta última con KIA y Hyundai, los países que avanzan sobre las marcas tradicionales provenientes de oriente.
Tanto Land Rover como Jaguar han mostrado sus nuevos productos y proyectos eléctricos en los últimos meses, pero con modelos derivados de otros existentes con motor de combustión interna. Mientras los clásicos autos reconocidos por sus famosos modelos XJ, XE, XF, y los SUV E-pace y F-Pace tienen ya un primer heredero a baterías con el Jaguar I-Pace, la marca de todocaminos de lujo recién incluirá la primera versión eléctrica del Range Rover para 2024, para luego seguir con versiones de Dicovery, Defender y Velar.
Pero como ambas marcas inglesas son famosas y emblemáticas, pocos prestan atención a la marca madre de ambas, Tata Motors, que anunció el año pasado que tiene en sus planes lanzar 10 modelos EV para marzo de 2026, invirtiendo alrededor de 2 mil millones de dólares para la operación.
“Hemos girado el rumbo y programar todas las inversiones estratégicas que son necesarias. Nuestro objetivo es globalizarnos eventualmente”, dijo Natarajan Chandrasekaran, presidente de Tata Motors al anunciar esa inversión. “La electrificación liderará el impulso de globalización para la marca”, agregó.
Para empezar a recorrer el sendero de la electrificación, Tata ha develado un automóvil conceptual que representa la visión sobre el mercado automotriz futuro para la marca. Se trata de un monovolumen denominado Tata Avinya Concept, y más allá de su atractivo diseño, su gran fuerte sería la capacidad de recorrer 500 kilómetros con una carga de sus baterías y la recarga en apenas 30 minutos.
El diseño retoma una idea que muchos fabricantes están adoptando para prototipos del futuro, eliminando el pilar B, es decir el marco entre las puertas delanteras y traseras, además de utilizar el sistema de apertura enfrentada, lo que siempre genera una mayor amplitud, aunque pocas veces se convierte en realidad al momento de producir el modelo de serie.
Estéticamente, las luces representan el logo de Tata, tanto adelante como atrás, aunque en el caso de estas últimas, con el detalle de mostrarlas en un voladizo que simula luces flotantes. El auto no tiene espejos retrovisores sino cámaras de alta definición y ruedas de grandes dimensiones. En su interior, los asientos delanteros son giratorios y el volante tiene una pantalla inmersa en su interior.
Extrañamente, esa es la única pantalla del auto, contrastando con lo que parece captar la atención de los usuarios modernos. Pero hay una explicación, los pasajeros pueden interactuar con el vehículo pero a través de un sistema activado por voz, al que se accede a través de barras de sonido individuales en cada asiento.
La marca asegura que introducirá su primer vehículo eléctrico en 2025, tomando como fuerte inspiración el diseño del Avinya. Para que esto sea posible, Tata está iniciando un proyecto eléctrico global, que no solo incluye la fabricación de automóviles, sino también producir celdas de batería localmente y también está evaluando fabricar semiconductores propios, en una clara muestra de respaldar su impulso EV.
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