Que los SUV son el auto que más personas eligen en el mundo es una verdad absoluta e innegable, aún para los defensores de los autos deportivos, los sedanes e incluso las pickups o los autos urbanos.
Los Sport Utility Vehicle son vehículos que reúnen un poco de cada uno de sus rivales en el segmentado de los autos, y una vez que entraron al mercado generaron tal impacto que obligaron a una metamorfosis de esos otros conceptos como primer paso. En la búsqueda de asemejarse a un SUV y sobrevivir, lo primero que se hizo fue darle altura y algún aspecto aventurero a los modelos que se sentían invadidos por la moda, y finalmente, como si hubieran caído atrapados en una telearaña, las marcas simplemente decidieron empezar a producirlos. Así nacieron los SUV de segmento B, C, D y E, y también los deportivos como el Alfa Romeo Stelvio o el Lamborghini Urus, por solo citar a dos marcas que siempre estuvieron relacionadas a ese tipo de autos.
Pero, la aparición de la movilidad eléctrica parece haber devuelto la vida a un concepto que parecía haberse perdido en la industria del auto, y que fue muy exitoso en las últimas dos décadas del siglo XX: los autos monovolúmen.
Si bien se adjudica al A.L.F.A 40/60 HP Aerodinámica (posteriormente sería Alfa Romeo) el nacimiento de los primeros monovolúmenes, la realidad es que aquel auto de 1914 era casi un carruaje con motor, aunque, como lo que se buscaba era un espacio interior mayor a lo conocido, en los libros ha quedado como el precursor del concepto. El problema del A.L.F.A. fue el estallido de la Primera Guerra Mundial, que detuvo el proyecto, con lo que solo una unidad, la de prototipo alcanzó a ser fabricada.
En cambio, en 1932, del otro lado del Océano Atlántico, un ingeniero que se había especializado en la incipiente industria aeronáutica, William Bushnell Stout, empezó a trabajar en una idea que rondaba su cabeza respecto a la forma de los autos. Así dio vida al Stout Scarab, considerado oficialmente como el primer monovolumen de serie del mundo. El Scarab era un auto adelantado a la época, ya que tenía las ruedas en los extremos de la carrocería, suspensión independiente que permitía aislar las derechas de las izquierdas y por lo tanto ganar espacio interior.
Además tenía la posición de manejo muy adelantada, solo un asiento fijo en la parte posterior del habitáculo, y el resto del espacio era como un gran salón, en el que los asientos se podían mover e incluso retirar del auto. El proyecto pudo haber sido muy exitoso, pero otra vez fue una guerra, la Seguda Guerra Mundial, la que lo detuvo. Stout tuvo que vender su empresa cuando sólo había podido fabricar seis unidades del Scarab.
Una vez que había terminado la guerra y la economía de los países comenzaba a renacer tras la destrucción, la industria del automóvil retomó su senda creativa, y en Italia fue Fiat quien dio vida al primer monovolumen masivo, del cual se fabricaron nada menos que 256.000 unidades. Se trataba del Fiat 600 Múltipla, que por su concepto de auto con motor y tracción traseros, permitía que se pudiera aumentar el volumen de la carrocería más fácilmente, enviando la posición del conductor bien adelante para ganar espacio para los pasajeros. El final de su éxito, llamativamente, vino cuando Fiat lanzó una edición especial pensada como taxi. El encanto de tener un Múltipla se perdió y la gente dejó de comprarlo como auto particular.
El siguiente que se animó a entrar al mundo de los monovolúmenes fue Renault, pero esto ocurrió casi 30 años más tarde, cuando después de experimentar con la marca Matra y su modelo P18 en 1979, la casa matriz de la Regie decidió lanzarse a “la conquista del espacio” con la novedosa Renault Espace. La presentaron en 1984 y fue un suceso. Curiosamente, 40 años después, algunos de los nuevos autos eléctricos que empiezan a imaginar el futuro, presentan un diseño interior notablemente parecido a la del Espace.
Y es que el tipo de plataforma sobre las que están montados los autos eléctricos permiten aprovechar cada centímetro de superficie dibodo a la ausencia de grupo motor/transmisión y tanque de combustible que ocupan una gran parte del espacio delantero, medio y trasero de los autos convencionales. Gracias a esa arquitectura, se puede colocar un motor eléctrico de reducidas dimensiones, ocupar la superficie completa del piso debajo del habitáculo para alojar la batería, y los únicos puntos que reducen el espacio interior son los que ocupan, en las cuatro puntas, cada rueda con su suspensión correspondiente.
Es por eso que en los últimos años han empezado a aparecer nuevos diseños que aprovechan esas características técnicas para reinventar los autos monovolúmen, acaso como el reemplazo natural a los codiciados SUV que reinan en las calles de todo el mundo.
Chrysler lanzó en 2017 su propuesta de monovolumen eléctrico conceptual con un proyecto llamado Portal, que volvió a mostrar una forma de auto que intenta regresar hacia esa dirección. Este año, durante el Salón Internacional del Automóvil de New York, la CEO de la compañía, Christine Feuell, anunció que no solo el nuevo Airflow Graphite será parte de la nueva generación de la marca, ya que además “la línea de modelos eléctricos de batería de la marca incluirá una minivan y un crossover SUV”.
Y si se viaja en el tiempo nuevamente, pero ahora en dirección opuesta, hacía el futuro, muchos conceptos de vehículos autónomos han adoptado la forma del monovolumen, como el prototipo Volvo 360c, que incluso prescinde de una posición de manejo y adopta la forma completa de un solo cuerpo de la carrocería para lanzar un concepto de auto para los próximos años.
De algún modo, el nombre que termine teniendo el auto que defina la forma del futuro podrá cambiar o incluso tener varias denominaciones, pero la idea de un espacio único sobre ruedas cobra cada día mayor coherencia con las necesidades de la movilidad de las próximas generaciones.
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