El debate es eterno. ¿Por qué razón debería existir un aviso alertando la presencia de un radar si hay una ley de tránsito y sus correspondientes señales, que indican cuál es la velocidad permitida en cada lugar por el que se transita con un vehículo? A tal punto ha llegado la cuestión, que las aplicaciones de navegación que se utilizan tanto en los automóviles como en los teléfonos móviles, marcan los radares, como un servicio complementario al de señalar la velocidad máxima permitida también.
No hay muchas opciones de respuesta. Los radares se colocan para detectar las infracciones y los detectores de radares para alertar acerca de esos dispositivos. Aun así, los accidentes viales provocados por exceso de velocidad siguen creciendo en el mundo, y el único modo de combatirlos parece ser la multa económica cada vez más alta o el retiro de la licencia. Pero eso ocurre cuando un control policial o una cámara con radar han detectado la infracción.
¿Cuántas veces un conductor que respeta las normas se encuentra con una situación de peligro provocada por la imprudencia de otro conductor, y desearía poder tener una herramienta para denunciarlo? La respuesta queda íntimamente guardada bajo siete llaves en la conciencia de cada uno. Ser “solpón” por no usar otra palabra más ordinaria, está mal visto socialmente. Y no es un problema cultural de países del tercer mundo o de países en vías de desarrollo. Es algo que ocurre en todo el mundo también. Por eso, si las personas fueran capaces de denunciar a un infractor desde el anonimato, seguramente habría muchas menos infracciones sin castigo.
En Inglaterra, hace algunas semanas, se ha lanzado una aplicación para teléfonos móviles que permite a través del uso de la cámara incorporada, detectar un infractor de la velocidad máxima, y si bien parece una herramienta de mucha utilidad, la polémica es mayúscula.
El sistema se llama Speedcam Everywhere, y su modo de funcionar requiere tener acceso a los registros públicos de información de propiedad del automotor, pero no está habilitado para aplicar sanciones, sino solo para emitir un reporte que pueda enviarse a las autoridades.
Al abrir la app y tomar la escena en la que se quiere verificar la velocidad máxima de un vehículo que está circulando, el software detecta el número de patente o matrícula, coteja vía internet a qué automóvil pertenece ese dominio. Una vez conocida la marca y modelo, obtiene la información de la distancia entre ejes de la ficha técnica del mismo. Con ese dato como referencia, el entorno se puede comparar y por lo tanto determinar la velocidad a la que va de uno un punto con otro del escenario en el que se lo está controlando.
Al no estar homologado como un radar que valide la velocidad, no se puede utilizar como prueba de una eventual infracción, pero sus reportes sí se pueden publicar en las redes y de ese modo generar una especie de “condena social”. Esto ha generado una fuerte polémica, que incluso ha llevado a sus creadores a querer mantenerse en el anonimato.
“No se trata de una venganza personal contra nadie, sino de que nuestras rutas sean más seguras. Cada año hay 20.000 heridos graves en el Reino Unido, ¿cómo podemos reducirlos? Yo opino que la mejor manera de disminuirlos es disuadir de los excesos de velocidad”, dijo uno de ellos, sin revelar su identidad.
Google Play Store fue el primer escollo que encontraron, ya que en un primer momento no estaban interesados en incluir esta app como contenido para descargar porque argumentaban que no era posible determinar la velocidad sin un radar en sí mismo que funcione por rebote de una señal. Los desarrolladores demostraron la fiabilidad del dato y finalmente ahora está disponible para descargar en Inglaterra. Apple Store aún no lo ha habilitado.
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