La relación entre un auto de carreras y un cronómetro es tan simbiótica como la del pincel y el lienzo. Ambos existen independientemente del otro, pero se necesitan para dar verdadero sentido a su esencia. El automóvil puede ser más o menos potente, más o menos rápido, más o menos aerodinámico, pero el modo de saber si es buen auto de carrera es tomándole el tiempo. El cronómetro, como la máxima expresión de un reloj, mide el paso del tiempo en milésimas de segundo. Pero si no tiene un objeto al cuál cronometrar, algo que sea tan veloz como para que sea necesaria esa precisión, no tiene mayor utilidad.
Entrar al Nordschleife de Nürburgring para los amantes del automovilismo es como entrar al más sagrado de los templos. Los 28 kilómetros de su dibujo original con sus 163 curvas, llenas de subidas y bajadas, curvas ciegas y grandes toboganes, saltos y puentes, encierran las más ricas historias de este deporte. Es la pista más difícil del mundo. Allí Juan Manuel Fangio ganó su carrera más épica en 1957, Carlos Reutemann repitió en 1975, Niki Lauda salió vivo de milagro del fuego que abrazó a su Ferrari en 1976. Abandonado desde entonces por la Fórmula 1, porque su dificultad hacía imposible que autos tan rápidos pudiera competir allí, quedó como una pista para carreras de resistencia o de categorías de Turismos, y a la vez, es el banco de pruebas perfecto para las marcas de todo el mundo, que llevan sus nuevos modelos a desafiar todo tipo de exigencia para validar un automóvil.
La historia es tan trascendente que, a modo de bienvenida, los visitantes se encuentran apenas al llegar, con una gigantografía de la pista realizada con granito, en la que se inscriben los nombres de los pilotos más emblemáticos de todas las épocas que han ganado allí. A pocos metros, los viejos boxes, con sus portones angostos tras los cuales descansaban los autos de esos mismos astros del volante, son otra bocanada de historia que no se puede evitar respirar. Es como entrar al túnel del tiempo.
Desde 1927, mantener vivo a Nürburgring pese al paso del tiempo, ha exigido muchas obras de pavimentación. Pero nunca se levantó el asfalto viejo para hacer ese trabajo. Apenas una fresa superficial para nivelar y una nueva capa asfáltica arriba, han preservado el testimonio de décadas de autos pasando a toda velocidad por su superficie. Es justo. El circuito es tan extenso que cada año se cierra en invierno y se reasfalta aproximadamente 1 kilómetro de pista. Así es como cada tramo recibe un recondicionamiento cada dos décadas.
En 2022, el trabajo fue distinto, especial. Se reacondicionaron dos secciones. Una en el circuito moderno llamado Nürburgring Grand Prix, la otra en el Nordschleife, la pista larga e histórica. En total se reasfaltaron 2,5 km de pista, y en la zona antigua, el trabajo demandó una obra mucho más cuidadosa y delicada. El asfalto original está a casi medio metro de profundidad, por lo que surgió una idea que rápidamente tuvo gran aceptación.
Así como se hacen las cápsulas del tiempo, esos cilindros en los que se guardan diversos objetos bajo la superficie para ser desenterrados 100 años después, se hizo algo similar con el piso original de Nürburgring. No había nada guardado, sino resguardado por el propio paso del tiempo.
Durante enero y febrero de este año, la empresa Dromo Circuit Design tuvo la responsabilidad de hacer el trabajo bajo la supervisión de su creador, el italiano Marco Zaffelli, experto en asfaltos que ha construido buena parte de los circuitos más vanguardistas del mundo, y ha reacondicionado otros clásicos como Zandvoort y Spa Francorchamps.
Amante de los autos y las carreras, Zaffelli fue quién se ocupó personalmente de rescatar el asfalto de 95 años atrás de las profundidades del suelo, haciendo perforaciones cilíndricas. Al observarlas, no fue posible contener una cantidad de emociones que solo un fanático de la velocidad puede entender.
“Me sorprendieron porque no me dijeron cuál era la idea al comienzo de la obra. Y cuando me enteré del proyecto, me pareció un gran desafío técnico. Probablemente la historia y leyenda de Nürburgring estén escritas aquí. Hay asfalto de 1925 en la sección más profunda, de los 40 en la siguiente capa, y así el resto. Una sobre otra. Simplemente los mejores pilotos de todos los tiempos han pasado sobre estas superficies”, dice Zaffelli.
Lo que no le habían dicho y se enteró después, fue que con esa extracción de suelo crearían un reloj pulsera que contenga como fondo de su cuadrante el asfalto original de Nürburgring. La marca que los fabricará es la suiza Coblor, y este será el “primer reloj de asfalto del mundo”.
El diseño incluye un aspecto similar al de los cronógrafos deportivos de su tipo, pero con dos detalles únicos. El asfalto de fondo de las agujas y el dorso, con una reproducción parcial de la pista alemana que detalla de qué sector fue recuperado el asfalto que conforma el reloj. Además, para su construcción se utilizarán titanio, zafiro, cerámica y caucho natural. Se fabricarán 500 unidades y ya se pueden reservar online en el sitio web de la marca suiza y su precio está estimado en los 6.000 euros.
Como suvenir puede parecer costoso, aunque si se considera que en ese reloj hay asfalto que pisaron las ruedas de Juan Manuel Fangio, Jim Clark, Jackie Stewart o Niki Lauda, probablemente no tenga importancia. Quién posea un Coblor Nurburgring Asphalt 1 tendrá un tesoro invalorable.
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