La pregunta es inevitable para cualquier observador del mundo de la Fórmula 1: ¿por qué razón los fabricantes de automóviles que no estuvieron nunca en Fórmula 1, o que decidieron alejarse mucho tiempo atrás, querrían regresar a participar en los próximos años, siendo que mientras el mundo del automóvil se encamina indefectiblemente hacia los autos eléctricos, la más desarrollada expresión del automovilismo mundial va en otra dirección?
Si adujeran razones de marketing, no se entendería que hayan tardado tanto en entrar o regresar, entonces quizás lo que hay que evaluar es que todo tenga directa relación con la tecnología en sí misma.
Desde 2014, la Fórmula 1 migró de los motores de combustión interna clásicos, aquellos V8 que giraban a casi 20.000 RPM, a los híbridos actuales, que combinan ese tipo de propulsión en arquitectura V6 de 1.6 litros, con un motor eléctrico que regenera carga a sus baterías con el movimiento del auto. Los Fórmula 1 no se enchufan.
El año pasado la FIA oficializó que desde 2026 comenzará una nueva era, manteniendo los motores de combustión interna, pero dejando de alimentarlos con combustibles fósiles, para pasar a hacerlo con e-fuels o combustibles sintéticos, esos que se desarrollan en laboratorio prescindiendo de todo componente contaminante.
Así, a la renovada confianza de Mercedes, Ferrari, Alpine y Honda para seguir, el Grupo Volkswagen está decidida a entrar en dos frentes con la nueva normativa. Las marcas serán Porsche y Audi, pero aunque no hay anuncios oficiales, todo parece indicar que mientras la primera sería el proveedor de Unidades de Potencia de Red Bull, la casa de Ingolstadt entraría por primera vez en Fórmula 1 como equipo integral, comprando McLaren.
Ambas marcas tienen en marcha ya sus programas de Sport Prototipos para correr en el Campeonato Mundial de Endurance y en el certamen similar que se corre en EE.UU. conocido como IMSA. Y mientras Porsche ya ha comenzado las pruebas en Norteamérica, Audi parece haber puesto en pausa su programa, que podría sufrir alteraciones si finalmente se decantan por la adquisición de McLaren.
Pero lo interesante de este análisis, más allá de temas deportivos, es ver que si la categoría de mayor desarrollo del automovilismo internacional va en dirección a los motores térmicos alimentados por combustibles sintéticos, y las grandes fábricas están apostando por correr allí, sin decirlo explícitamente están mostrando que ese camino, para ellos, es mucho más valioso para el futuro del automóvil de lo que todos creen.
¿Qué interés podría tener Audi o Porsche en desarrollar un motor de combustión interna con e-fuels, si el mundo de la movilidad va en dirección a los eléctricos?
¿Por qué razón Honda, que anunció en 2020 su retiro de la Fórmula 1 para finales de 2021, decidió volver sobre sus pasos y quedarse como proveedor de Red Bull?
No es muy complicado entender que la razón de ambos movimientos es que los casi 2 billones de autos con motores de combustión interna que circulan en el mundo, podrían tener una segunda vida gracias a los e-fuels, en lugar de ser la chatarra más voluminosa y contaminante del mundo si se los quiere expulsar para 2050.
Y como las cosas no ocurren caprichosamente porque sí y nada más, sino que tienen una correlación entre unas y otras, vale el dato final respecto a qué marca es la que más está invirtiendo en e-fuels en el mundo. Se trata de Porsche, que está construyendo la primera planta en Punta Arenas, Chile, en conjunto con Siemens Energy y la italiana Enel.
La idea de un futuro mixto, en el que los eléctricos convivan con otras tecnologías, parece tomar cada vez más forma, y los encargados de darlo a conocer, son los propios protagonistas.
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