Una luneta curva y un parante trasero, ese que la industria llama pilar C, muy angosto. Esas podrían considerarse las huellas más claras de los primeros Ford Falcon, ensamblados en Argentina, que comenzaron a salir desde Wenceslao Villafañe 40, en el barrio de La Boca, la vieja fábrica que la empresa tenía en Buenos Aires, en enero de 1962.
Desde entonces, hasta 1991, el Ford Falcon fue parte de la cultura argentina. Curiosamente, no fue Ford la que decidió dejar de fabricarlo, sino Autolatina, la empresa que entre 1987 y 1995, fusionó en Argentina a Ford y Volkswagen. Cuando Ford retomó la identidad propia, el Falcon ya no tenía línea de montaje en la planta de General Pacheco.
Ahí había transcurrido toda su historia, porque aquel primer Falcon de 1961, no se fabricaba en Argentina, sino que se ensamblaba. Las partes eran importadas, incluyendo el motor, y de nuestro país solo eran los cristales, los neumáticos, los tapizados y la batería.
El proyecto del Falcon había nacido en EE.UU. en 1957, como una necesidad de producir un vehículo que fuera confortable pero no tan grande como los típicos autos americanos, y que no fuera tan chico como los sedanes europeos que empezaban a llegar a todos los mercados del mundo, y por supuesto a Norteamérica también.
El cambio no podía ser brusco, porque el auto grande estaba enraizado en el consumidor, entonces el cambio debía ser más gradual. Así fue como dos años más tarde, en 1959, nació finalmente esta generación de autos llamados compactos, que conservaban con un motor de 3 litros y seis cilindros en línea, tracción trasera y posibilidad de alojar hasta seis pasajeros cómodamente: tres adelante por su asiento integral y tres atrás.
Una primera importación de modelos terminados llegó a Argentina traída por la propia fábrica local, para evaluar su desempeño en los caminos, calles y ciudades. Una vez convencidos del éxito que podía tener, comenzó la importación de sus partes para armarlo localmente, ya que la fábrica de General Pacheco estaba en construcción, y allí se armaría la línea de producción. Ese primer Falcon armado en Argentina tenía caja de tercera al volante, motor de 2.786 cm3 y 101 CV de potencia.
Fue a mediados de 1963, con la inauguración de la fábrica actual de Ford Argentina en la Zona Norte del Gran Buenos Aires, que comenzó la fabricación del Falcon en nuestro país, para comenzar a escribir una historia extensa, la de un auto arraigado a esta tierra por generaciones.
Un auto que fue cambiando a medida que las formas de la industria se modernizaban, adaptándose con detalles, pero siempre sin perder la identidad. Un Falcon de 1963 y uno de 1991, parados uno al lado del otro, son perfectamente reconocibles como el mismo automóvil.
Para 1964 ya había dos versiones del Falcon: el Standard y el DeLuxe, y fue ese año que apareció la versión más equipada aún, que llamaron Futura, y que se destacaba por sus butacas individuales en las plazas delanteras y por su techo vinílico. Ya con tres versiones, el Falcon fue el auto más vendido de Argentina en 1965, confirmando que la decisión había sido correcta.
Hubo un cambio de estrategia visual del Falcon en EE.UU. para 1966, Ford Argentina decidió hacer su primera modificación estética al modelo local. El nuevo rumbo del modelo en su país de origen no funcionó y cuatro años después, terminaba su historia en la tierra del Tío Sam. Ese cambio se veía reflejado en las luces traseras y algunos retoques en la parrilla, pero había un hito que no pasaba desapercibido. Llegaba la primera actualización de motor con el 187 que llegaba a los 116 CV.
En 1967 apareció la rural Falcon, un auto extremadamente cómodo para cargar mucho más equipaje y seguir transportando seis pasajeros adultos. Podía adaptarse incluso para ser una ambulancia por sus dimensiones.
Y en 1970 llegó la segunda renovación estética y la primera mecánica de importancia. Exteriormente se apreciaban los faros delanteros enmarcados y la parrilla completamente renovada, al igual que las luces traseras. Debajo del capó, se reemplazaban completamente los motores originales, el 170 y 187, por el conocido 188 de 3 litros y el picante 221, de 3.6 litros de cilindrada. La denominación tenía que ver con las pulgadas cúbicas de capacidad de llenado de sus cilindros.
A finales de 1972, como anticipo del Falcon 73, aparecieron los primeros faros cuadrados, y el motor 221 SP, que equiparía al Futura y sería, a partir de 1974, el motor de la versión deportiva del modelo, el Sprint, con 166 CV de potencia.
El auto tenía los espejos retrovisores en los guardabarros delanteros en lugar de estar en el alojamiento tradicional, y una pintura especial, que podía tener una banda lateral blanca o negra, y dos en el capó, aunque hubo también una serie que no tenía esas líneas, sino que era de un solo color, generalmente naranja oscuro. Además tenía llantas deportivas y la parrilla pintada de color negro mate en lugar del cromado de los otros modelos.
Las utilidades, la versatilidad del auto, lo hicieron multipropósito para la época. Desde 1972 a 1978, los Ford Falcon preparados por José Miguel Herceg ganaron el Campeonato Argentino de Turismo Carretera, la categoría más antigua del mundo, y la más popular del automovilismo argentino, con Héctor Luís Gradassi, Nasif Estéfano y Juan María Traverso.
Pero así como el auto tuvo gloria, también padeció una gran injusticia. Por sus características, el Falcon era un auto perfecto para las fuerzas de seguridad, tanto policiales como militares, y la historia del Proceso de Reorganización Nacional que comenzó en 1976 y permaneció gobernando Argentina hasta 1983, dejó la imagen de los Falcon verdes, asociados con la desaparición forzada y la tortura de personas, manchando su nombre, aún hasta hoy, cuando han pasado más de 30 años de esos tiempos turbulentos.
La modernización de los automóviles, más la entrada de vehículos importados a Argentina desde 1980, comenzaron a poner en “Jaque al Rey”. El Falcon tuvo actualizaciones estéticas en faros, parrilla, paragolpes y equipamiento. Llegaron a probar con un motor 2.3 litros, naftero, que no funcionó y se discontinuó.
Se intentó también con un motor diésel en 1988, pero tampoco pudo imponerse, y algo similar ocurrió con el Max Econo, un motor 3 litros desarrollado para que redujera su consumo, que por entonces empezaba a ser otro problema además de su forma, que ya no era la de un auto actual. Ford fabricaba desde 1985 el moderno Sierra, y el contraste era gigante tecnológica y estéticamente.
El último “coletazo” había quedado muy lejos, en 1983, cuando fue el auto más vendido de Argentina por última vez, entonces el 23 de septiembre de 1991, salió el último Ford Falcon de la línea de producción en General Pacheco.
Desde 1961, se habían armado y fabricado 494.209 autos, que hoy, siguen en el recuerdo. De hecho, el pasado lunes 28 de febrero, el Autódromo de Buenos Aires, se llenó de Falcon, pero también de románticos y fanáticos del auto, para rendirle el homenaje que merece.
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