Cada vez que se hace el ejercicio de pensar el futuro de la movilidad del ser humano, lo conocido, real y tangible, se mezcla con ideas y tecnologías en desarrollo y con una enorme capacidad de creación e imaginación, gracias a la cual se pueden también generar nuevos conceptos.
Lo conocido es el pasado, el presente es pura investigación y desarrollo, el futuro depende de los resultados que se obtengan hoy, y de saber proyectarlos y de aplicarlos en la dirección correcta. Es un poco complejo de explicar tal vez, pero para poner un ejemplo, no es posible soñar con el futuro de la movilidad en términos de autos voladores como los que se veían en películas de ciencia ficción, sin darle el marco tecnológico y social que representaría, como no se puede soñar con la desmaterialización de las personas para transportarse en el tiempo y el espacio solo porque sería maravilloso lograrlo. Sin una base científica que lo explique o haga posible, es solo un sueño.
Hace algunos meses, la Doctora Marcela Riccilio, experta en Inteligencia Artificial, explicaba que “Las máquinas toman decisiones y aprende solo lo que el humano les enseña. Lo que antes se llamaba FAI (Full Artificial Intelligence) y hoy se denomina AGI (Artificial General Intelligence), es una fantasía, no existe. Ningún robot tiene conciencia. El ser humano es mejor que el robot, y la máquina es mejor que el hombre en ciertas tareas, especialmente para hacerlas más eficientemente y más rápidamente. No hay que asustarse con la tecnología, sino usarla para hacer una mejor vida el ser humano”.
Con esta idea, Infobae entrevistó a otro experto en movilidad, el Doctor en Filosofía e Ingeniero Mecánico Pedro Orbaiz, profesor de materias de grado en motores de combustión interna y tecnologías de movilidad en ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires), además de ser Director de Vemo, una empresa mexicana dedicada a desarrollar movilidad sustentable para toda la región.
Con Pedro Orbaiz la conversación pasa por todas las áreas referidas al futuro de la movilidad, no solo desde la aplicación de energías renovables, sino también por la autonomía de los vehículos y el funcionamiento de las ciudades y los países en ese escenario.
“El problema del cambio de la movilidad hacia una era de autónomos no es cuándo, sino cómo se haga. Todo pasa por la transición entre el modo en que se mueve un auto normal, uno semiautónomo y un autónomo, porque hay que ir adaptandose en función de cuán autónomo sea todo”, explica a modo de introducción.
“Para que sirva de ejemplo y sea comprensible. Los buses autónomos que circulan en algunas ciudades en las que la legislación no exige que haya un conductor sí o sí detrás del volante, lo hacen porque antes de comenzar a utilizarse, se hizo un trabajo de barrido o escaneo de cada objeto fijo que está construido, eso se ingresó en una base de datos, y el sistema autónomo permite que el vehículo transite por esa zona, con total conocimiento de todo, salvo de los movimientos que generen las personas, ya sea en otros autos, o como peatones o ciclistas.”
Aquí es donde empiezan a mezclarse, inexorablemente, los temas. La autonomía de la movilidad del futuro no viene sola. Debe considerar otras variables técnicas y sociales, que Orbaiz define con claridad.
“Para que la autonomía sea posible, tenemos que tener en cuenta que la conectividad es vital. Y cuando decimos conectividad no hablamos solo de red celular en las ciudades, porque el mundo es uno solo, entonces cuando un vehículo autónomo salga de los grandes centros urbanos, la conectividad no se puede perder, debe ser vía GPS. El modo que el hombre encuentre para que todo el mundo esté conectado es complejo, difícil y muy costoso.”
“Después está el tema de la legislación. Porque cuando hoy chocan dos autos, se dice que es un accidente. Pero el día que choquen dos autónomos, o un autónomo con una persona o un vehículo conducido por un humano y no por Inteligencia Artificial, no será un accidente. Esta frase sonará chocante, pero es la realidad más clara. No será un accidente, sino una decisión. La máquina no se equivoca, sino que decide qué hacer ante una situación aprendida. Lo que haga el auto, no será accidental, sino adrede. Entonces el cambio es de base. ¿Quién es el responsable? Es la pregunta que se debe hacer.”
Y finalmente llega la cuestión social, que Orbaiz no solo no deja afuera, sino que la involucra con un rol protagónico en el cambio de paradigma de la movilidad del hombre.
“El mundo del transporte está cambiando violentamente y lo único que se mantendrá con certeza es que será a través de un vehículo. Por la pandemia cambió la sociedad. El trabajo en casa ha generado que ya no sean necesarios dos autos en un hogar. Entonces la sociedad va a evolucionar hacia los autos compartidos, por ejemplo.”
Y como una mejor forma de entenderlo, un ejemplo de la realidad en Argentina, permite visualizarlo con datos concretos.
“Hay una transición del transporte como servicio. Hoy hay una tasa de vehículos privados en AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires), que venía creciendo a un 6%, pero la de utilitarios lo hizo al 7,5%. Si proyectamos esa tendencia, podría decirse que para 2050 habrá más utilitarios que autos particulares. Es que la gente se mueve menos y las cosas vienen a su casa. Entonces, con los autónomos ese proceso será peor aún.”
Aquí Pedro Orbaiz hace un alto para hablar de Robin Chase, una emprendedora del sector del transporte, que creó, por su visión de futuro, la primera empresa de autos compartidos en EE.UU., llamada Zipcar. Chase da conferencias por todo el mundo, contando cómo ideó la empresa, pero una vez metida de lleno en los motivos que tuvo para entender la necesidad de utilizar mejor los autos, y no tenerlos como un bien que está parado casi todo el día, empieza a interpretar la movilidad con un enfoque muy interesante.
“Cuando haya un vehículo que funcione las 24 horas, podría pasar que sea más negocio poner un camión farmacia o un camión pizzería, que estén circulando constantemente por las ciudades, y no estar en un local fijo, porque la gente ya no iría a la farmacia o a la pizzería, sino que haría un pedido que un vehículo autónomo le traiga a su casa. Según Robin Chase, ese es un escenario sin ningún tipo de legislación, un escenario que ella llama “Infierno”. El otro escenario, el que denomina como “Heaven” (cielo), es en cambio aquel en el que los autónomos tendrán una legislación para que las calles sirvan para que el hombre pueda moverse con esos vehículos, y no sean calles únicamente ocupadas por autónomos.”
Es ese el momento en el que Infobae le pregunta a Orbaiz, qué papel tendrán los vehículos eléctricos en esa nueva movilidad. Y es como abrir otro gran capítulo, lleno de variables que merecen su dedicación.
“La movilidad eléctrica es una realidad y hay que entenderlo. Pero asumir que vamos a mover cargas con vehículos eléctricos es una locura”, dice como para romper el hielo del tema.
“Hay que ser Agnóstico tecnológicamente al 100%. No se puede creer sí o sí en algo que no es posible comprobar. No hay que negarlo. Hay que darle tiempo y apoyo a todos los proyectos. Hay que dejar que las tecnologías “se saquen los ojos” para dar la mejor solución al mundo.”
“A nivel de transporte, hoy la generación de gases de efecto invernadero es un 50% responsabilidad de los autos particulares, un 25% es responsabilidad del transporte pesado, y el resto, del transporte aéreo y fluvial. Preponderantemente es diésel. Pero eso no es todo lo que contamina. Y es importante que sepamos, que el ser humano es adicto al CO2 y los combustibles fósiles. Todo lo que hacemos en la vida, genera huella de carbono, mucho más que el modo en que nos movemos. Entonces hay que cambiar la mentalidad en general, mirar lo que consumimos, lo que desechamos.”
Pero volviendo a la movilidad, que es el tema de referencia, Orbaiz recalca que, contrariamente a lo que se cree, “el cambio tecnológico va a llevar tiempo, porque se requiere adaptar la infraestructura, incluso en países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Y va a llegar un momento que si el cambio no lo hacen los gobiernos y las empresas, lo va a terminar pidiendo antes la gente.”
Por esa razón, Pedro Orbaiz cree que por muchas razones, hay una respuesta que seguramente será correcta a la pregunta de la movilidad urbana del futuro: “El vehículo del futuro es la bicicleta, porque evita problemas de tráfico, infraestructura, estrés, y a la vez contribuye a la salud y a la generación de espacios verdes. Es un cambio de hábito”.
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