Que vamos hacia un mundo en el que más que autos, lo que exista sea algún tipo de vehículo que sirva para trasladarse de un punto a otro sin un conductor detrás del volante, es casi un hecho inexorable e inevitable. Lo que no sabemos es cuánto tarde en llegar ese momento, porque depende de muchas cosas. Entre ellas del desarrollo tecnológico, del desarrollo económico de los países y la industria, y por supuesto, de un mundo con cierta normalidad, en el que se pueda planificar a largo plazo sin una pandemia o una guerra que trastoque todos los planes.
Hoy, todavía el mundo está lejos de la autonomía total, pero sigue avanzando día a día en soluciones, inventos, desarrollos o dispositivos que van allanando el camino de la movilidad autónoma. Los ya famosos ADAS o Sistema de Asistencia a la Conducción, han evolucionado hasta llegar a un Nivel 3 con buenos resultados. En este punto, si bien el humano debe estar dentro del automóvil dispuesto a tomar el volante en caso necesario, los vehículos se trasladan cada día con mayor independencia y precisión.
Una de las problemáticas es que, cuando un auto va solo por una calle, debe interactuar con personas que caminan o van en bicicleta, que pueden caerse, tropezarse, o simplemente decidir un cambio de dirección, repentinamente, sin aviso de ningún tipo. Ahí está el gran desafío de la Inteligencia Artificial, en lograr una eficiencia de respuesta que supere, o al menos iguale, a la capacidad del hombre de hacerlo, para que el tránsito sea igual o mejor que el actual, donde las personas cometen errores, chocan, atropellan o son atropelladas, sin que haya un vehículo autónomo de por medio.
Y la conectividad es probablemente tan importante como la Inteligencia Artificial (IA) en este punto. Porque es gracias a esa compleja red invisible que se traza entre autos, personas, edificios y sistemas de monitoreo, que algún día podría funcionar un mundo sin conductores.
En Alemania han comenzado a experimentar con un sistema de semáforos inteligentes, que buscan optimizar el tránsito como primer medida, pero que en verdad, son el primer paso hacia una tecnología que permita en el futuro, interactuar con un mundo de movilidad autónoma.
El proyecto se llama “Artificial Intelligence for Traffic Signals”, y técnicamente tiene dos subsistemas. Lo desarrollan en el Fraunhofer Institute for Optronics, System Technologies and Image Exploitation IOSB, y básicamente consta de un tipo de semáforo que, gracias al uso de IA, puede administrar la cantidad y momentos en los que da paso a automóviles de una u otra dirección, y a peatones, entendiendo la demanda de tiempo y espacio que necesita cada uno.
Si bien hoy es un desarrollo que apunta a aliviar los embotellamientos en hora pico o en grandes centros urbanos, el modelo encaja perfectamente en otras dos situaciones que se verán ampliamente beneficiadas. La primera también es actual, y es la referida a la contaminación ambiental, porque los grandes taponamientos de autos en las calles, generan mucho tiempo de automóviles con el motor en marcha emitiendo gases de CO2 a la atmósfera, o peor aún, obligan a circular en cambios más bajos, que es cuando un motor de combustión interna contamina más.
La otra situación es la futura, porque al detectar peatones o flujo de tránsito más pesado en un sentido que en otro, el dispositivo automáticamente regula la circulación, protegiendo a peatones de eventuales accidentes, y haciendo más simple el tránsito en general.
Los semáforos inteligentes que se están probando en la ciudad alemana de Lemngo, en uno de sus sistemas, llamado KI4LSA, utilizan cámaras de alta resolución y sensores de radar para captar con mayor precisión la situación real del tránsito, con lo cual pueden determinar el número de vehículos que están esperando en los cruces y detectar la velocidad media de los mismos.
Esta tecnología, además, almacena todos los datos en la nube y utiliza algoritmos de aprendizaje para calcular los periodos óptimos de funcionamiento en los semáforos. Se estima que gracias a este sistema, se puede acortar el tiempo de los desplazamientos entre un 10% y un 15%, con su consiguiente reducción proporcional de emisiones de CO2.
Pero esto es lo que está referido al tránsito de automóviles. El otro sistema en desarrollo, llamado KI4PED, es el que observa el comportamiento de los peatones. Lo hace con sensores Lidar, gracias a los que puede reconocer a las personas vulnerables como ancianos o personas con problemas de movilidad, actuando en alargar automáticamente el tiempo de cruce del semáforo. Al mismo tiempo, reduce el tiempo de espera en un 30% cuando detecta que hay mucha gente esperando para cruzar, todo, por supuesto coordinado con el sistema KI4LSA que regula el tránsito de vehículos.
El sistema está todavía en fase de pruebas, pero se espera que antes de finales de 2022, haya una instalación completa en la ciudad, para poder dar un paso más en tecnificar la convivencia entre personas y vehículos. Un desafío enorme, del que probablemente surjan muchísimas variables que hoy ni siquiera se pueden imaginar.
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