Probablemente cuando en los años de escuela primaria y secundaria, llega el momento de estudiar química, la gran mayoría de los alumnos no estén precisamente muy contentos. Sin embargo, así como sucede con historia, solo el paso del tiempo y la vida misma, permiten darle verdadero valor a esas materias que parecían tan tediosas e inútiles.
En Australia, donde los desiertos son extensos como en pocas partes del mundo, al momento de instalar la red de cargadores para autos eléctricos, parecen haber olvidado una región, que, aunque inhóspita, tiene una ruta en la cual si alguien quiere viajar en un auto eléctrico, no podía hacerlo hasta ahora salvo que decidiera parar a dormir en un hotel que está a mitad de camino, en Caiguna, para recargar la batería durante toda la noche. Se trata de la carretera que atraviesa el desierto de Nullarbor que es un territorio de 200.000 km² que une Australia Occidental con Australia Meridional.
Un ingeniero jubilado llamado Jon Edwards, ha creado una máquina verdaderamente original, por la cual se transforma el aceite usado de frituras hechas con aceite de canola y girasl en combustible para un generador que produce electricidad. Así, han diseñado un cargador rápido para automóviles eléctricos, que recupera el CO₂ consumido por la planta de canola y lo vuelve a enviar a la atmósfera, es decir, que no agrega dióxido de carbono, sino que utiliza el que las plantas pueden absorber naturalmente.
“El aceite de las papas fritas que se usa en las freidoras proviene de cultivos de semillas como la canola y el girasol. Las plantas absorben el CO₂ y la luz solar para hacer el aceite, que se utiliza comercialmente como aceite para freír, el cual luego se convierte en un producto de desecho. Biofil extrae la energía del producto para cargar los vehículos eléctricos mediante un generador. El CO₂ producido durante el proceso es el mismo que el CO₂ absorbido, por lo que no es contaminante. El ciclo es “Carbon Neutral” o “Net Zero” sin un impacto incremental de CO2 en el medio ambiente”, explica Edwards.
Edwards ha invertido más de 250.000 euros en desarrollar esta tecnología y construir los dispositivos de carga. En el restaurante de Caiguna se produce un desecho de aceite de frituras de unos 55 litros a la semana, que sirven para alimentar el cargador, al que le ha puesto el nombre de BioFil.
“Para completar una carga de 50kWh se necesitan 18 litros de aceite. Mi experiencia hasta ahora es que la mayoría de las cargas son sobre 25kWh o 9 litros de aceite usado. Con lo que produce la cocina del restaurante, se pueden generar unas 6 recargas rápidas por semana”, explica su creador. Parece poco, pero la realidad es que por esta ruta no pasan muchos automóviles eléctricos, solo unos cinco autos por año, precisamente porque no existe la red de carga.
Ahora Biofil ha instalado en esta alejada región, otros dos puntos de carga adicionales, uno en Southern Cross, al oeste de Kalgoorlie, y otro en Norseman entre Kalgoorlie y Caiguna. Y una vez conocida la noticia, han empezado a aparecer usuarios de autos a batería que se animan a hacer el trayecto sin tener que prever paradas prolongadas.
Como parte del lanzamiento del Polestar 2 EV en Australia, la marca sueca que pertenece al Grupo Volvo y Geely, ha puesto una unidad de su nuevo modelo a prueba en este trayecto de ruta desértica, para hacer recorrido 786 km desde el punto de carga de Caiguna hasta Souther Cross, parando en Balladonia, Norseman y Kalgoorlie. El viaje ha sido un total éxito. La estación de Biofil cargó las baterías de 78 kWh del Polestar 2 al 80 % en apenas una hora para que pudiera proseguir el viaje.
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