Mientras el mundo mira todavía con asombro la llegada masiva de los autos eléctricos y su puja por imponerse antes de 2035 a los autos convencionales con motor de combustión interna, hay una pequeña gran guerra que se está desatando, y que, aunque no tantas personas observen con la atención que debieran, le preocupa a la industria automotriz.
Se trata del avance de las bicicletas en muchos países del mundo, que, gracias a la llegada de las bicicletas eléctricas, se ha convertido en un fenómeno inesperado en los últimos años, especialmente a partir de la pandemia.
Entre la concientización que provocó ver que el mundo se mostraba más amigable con la naturaleza a raíz de las restricciones de la circulación, y la crisis económica que dejó a millones de personas sin trabajo o debiendo enfrentar un cambio de vida que implicó resignar bienes como los automóviles, el uso de la bicicleta y el aprovechamiento de las e-bikes como una opción para el transporte se ha convertido en un verdadero competidor para los automóviles.
Por estos tiempos, muchos de los reclamos que hacen los fabricantes de vehículos, es que los países deben dotar de mayor infraestructura eléctrica a sus ciudadanos, para que el traspaso a esta tecnología sea menos complejo de lo que ya es naturalmente por obligar a los usuarios a hacer una inversión que la mayoría no pueden enfrentar.
Mejorar la infraestructura eléctrica, lo que incluye instalar más cargadores, pero para eso primero hay que generar electricidad verde o sustentable, y después fortaleces la red, no es tan fácil como decidir hacerlo. Es muy costoso y lleva tiempo. Entonces, mientras esos procesos consumen el tiempo y recursos, hay otras acciones para tomar. Es ahí donde aparecen las bicicletas eléctricas, incluso dentro de las políticas de estado.
Países como Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Reino Unido y Países Bajos, tienen como método para incentivar el uso de la bicicleta eléctrica, el pago de entre 25 y 30 centavos de euro por kilómetro recorrido, que se acreditan al final de cada mes, semana o año, como un pago de dinero libre de impuestos en sus haberes.
En algunos casos, se incentiva también la compra de una bicicleta eléctrica con una bonificación de 300 euros, y se dan incentivos en modo de descuentos para comprar indumentaria y accesorios para bicicletas.
El uso de la bicicleta eléctrica tiene un doble beneficio adicional, uno para los usuarios y otros para las ciudades. Los ciclistas que decidan ir a trabajar usando este medio de transporte, mejoran su estado físico, porque hacen ejercicio liviano, que no deben hacer un gran esfuerzo y sin embargo están contribuyendo con su salud. Las ciudades, por su lado, ven un claro modo de aliviar el tránsito y reducir las congestiones, además de tener menos autos en sus calles.
Los especialistas aseguran que la sustitución del 10% de los autos por bicicletas eléctricas, reducen el caudal del tránsito un 40%. Pero hay otra ventaja en la que todos están de acuerdo. Si cada auto que se mueve con un solo ocupante por una ciudad es reemplazado por una bicicleta eléctrica, esa acción generará menores emisiones contaminantes para el medio ambiente, y este es un beneficio global, que interesa a todos por igual.
Están de por medio las inclemencias climáticas, los riesgos mayores de accidentes, y muchas variables que ponen en desventaja a la bicicleta e incluso a la moto, frente al automóvil. Pero si por ir a trabajar en bicicleta se gana dinero, quizás más de uno lo mira, además del aspecto ecológico, como una buena inversión.
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