El Ferrari 375 fue el cuarto modelo que la Scudería puso en carrera en el Campeonato Mundial de Fórmula 1. Era el tercero diseñado por Aurelio Lampredi, ya que el primer auto de Enzo Ferrari, el Ferrari 125 con el que debutaron en el Gran Premio de Mónaco de 1950, había sido responsabilidad de Gioacchino Colombo. Sin embargo, era una época en la que convivían motores aspirados y sobrealimentados, como el 8 cilindros 1.5 litros de Alfa Romeo con el que Juan Manuel Fangio había ganado la primera edición de la clásica carrera en las calles del principado. Por esta razón, en el mismo año convivieron el Ferrari 125, el 275 y el nuevo 375, que debutó en Monza.
A pesar de los cambios de auto en busca de la mejor opción, hubo que esperar 11 carreras hasta el Gran Premio de Gran Bretaña de 1951, 14 meses después del debut de Ferrari en Fórmula 1, para lograr la primera victoria.
Aquel día, el 14 de julio de 1951, quedó marcado a fuego en la historia de Ferrari, pero también de la República Argentina, porque ese auto, el del primer triunfo de una marca que se convertiría en la más famosa del mundo, era conducido por un argentino: José Froilán González.
Pasaron 70 años, y solo uno de los chasis del modelo 375 que corrieron aquel día en Silverstone, el número 5, que había tripulado Alberto Ascari, estaba vivo. Ferrari decidió restaurarlo completamente a través de su Departamento de Clásicos en Maranello.
Andrea Módena, Jefe de Asistencia Técnica de Ferrari y Ferrari Classiche, fue el líder del proyecto. El trabajo fue arduo, porque trabajó tanto en la investigación histórica detallada del auto, como en la restauración total. Con un equipo de expertos en Ferrari, certificaron cada cambio que se había hecho en el auto, desde el primer día, apelando a los archivos de la fábrica, y al aporte de historiadores y documentos de la época.
Resulta que ese chasis número 5 había sido vendido al brasileño Chico Landi a finales de ese mismo año. El paulista, primer piloto de Brasil en competir en Fórmula 1, lo manejó solamente en un Gran Premio, la carrera de Monza de ese 1951. Fue su debut en Fórmula 1, pero su única intervención con un auto de Maranello, porque los siguientes 5 GP que disputó, los hizo con un Maserati. El Ferrari se pintó de color amarillo, identificándose con Brasil, y corrió varias veces más, pero nunca más en F1. Después fue llevado al país de origen de Landi, para formar parte en carreras internacionales en Brasil, Argentina y Uruguay.
En 1955, Landi volvió a mandar el auto a Italia, ya que quería convertirlo en un Sport como el 750 Monza, por lo que, aunque mantuvo la posición central de conducción, el auto perdió su condición de Fórmula 1. En 1957, insólitamente, su motor V12 fue reemplazo por un Chevrolet V8 y regresó a Brasil para correr en Interlagos. Del Ferrari 375 cada vez quedaba menos, porque en los siguientes años, Landi le hizo varias reformas a la carrocería, con lo que la huella original, quedó casi invisible.
Ahí podría decirse que se cortó el hilo de aquel Ferrari que había corrido en Inglaterra el día que Froilán ganó por primera vez para il Commendatore. Pasaron más de diez años, hasta que un historiador y coleccionista de autos de carreras antiguos llamado Colin Crabbe, conoció la historia de ese auto de Chico Landi, que para ese entonces, ya no era más su dueño. Crabbe compró los restos del chasis nro 5 y se los llevó al restaurador británico, Tony Merrick, para que intentara hacer una reconstrucción completa.
Cuando los expertos de Ferrari Classiche lo examinaron, no se mostraron muy satisfechos con el trabajo de restauración que había hecho Merrick 40 años antes. Así que en Maranello comenzaron a desmantelar completamente el auto en septiembre de 2019. Fue entonces cuando descubrieron que el chasis había sido reconstruido de manera equivocada, con caños redondos en lugar de los caños cuadrados originales. Además, la forma que la habían dado a algunas partes como el tanque de combustible, no se ajustaban a la real.
De todos modos, el chasis había permanecido original desde el cortafuegos hacia atrás, incluso con el número “5″ estampado en la zona del habitáculo. Y si bien la cuna delantera, donde se alojó aquel motor Chevrolet V8, se había reformado, el auto tenía todavía como repuesto el motor original V12 Ferrari, y estaba en buenas condiciones pese al paso del tiempo.
La parte más desafiante de la restauración fue la creación de una carrocería completamente nueva. Se consultaron dibujos originales para rehacer primero su estructura. Y para darle forma a la carrocería, se construyó un modelo a escala de un tercio, que se fue ajustando hasta que fue exactamente igual al original.
Setenta años habían pasado de aquella primera victoria de un Ferrari en Fórmula 1. En Silverstone, un ejemplar original de aquel 375 salió de los garajes luciendo una calidad de terminación asombrosa, probablemente mejor en algunos componentes, que aquel que corrió Froilán González para recibir la bandera a cuadros antes que el resto.
Completamente rojo, sin logotipos. Brillante como nunca antes había lucido. Lo tripuló el actual piloto de Ferrari, Charles Leclerc. La recta del Hangar de Silverstone revivió con el sonido del V12 que sacudió a la Fórmula 1 en 1951, para crear la marca más famosa del mundo.
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