El Día Mundial de las Víctimas de Tránsito se instauró para el tercer domingo de noviembre en el año 1993. Fue en Gran Bretaña por iniciativa de la organización no gubernamental inglesa Road Peace, dedicada a la ayuda a las víctimas de graves colisiones. El 26 de octubre de 2005 la Asamblea General de las Naciones Unidas, ONU, resolvió adherir a esta fecha.
La tasa de mortalidad en argentina por accidentes viales sigue siendo tan alta, que 20 personas por día han perecido en promedio de los últimos 25 años. Y si bien las campañas de Educación Vial han permitido que esa cifra baje levemente en los últimos dos años, llegando a 19 por día en 2019 y a 14 en 2020, la reducción del año pasado fue debida a la baja de la movilidad provocada por la pandemia de COVID-19, y no porque la situación haya mostrado una evolución favorable.
Lamentablemente, la mayor parte de esos accidentes son provocados por excesos de velocidad y por conducir bajo el efecto de alcohol.
En Argentina, municipios, provincias, el propio gobierno nacional y diversas ONG y Asociaciones Civiles, promueven la “tolerancia cero” en la medición de la alcoholemia de los conductores de cualquier tipo de vehículo. Hasta ahora, según informó la ANSV (Agencia Nacional de Seguridad Vial) el “alcohol cero” rige en ocho provincias: Córdoba, Salta, Tucumán, Entre Ríos, Jujuy, Río Negro, Chubut y Santa Cruz. También en las ciudades de Mar del Plata, Rosario, Santa Fe, Pueblo Esther, Neuquén, Ushuaia, Río Grande, Posadas, El Bolsón, General Rodríguez, Rada Tilly, Moreno y Tigre.
Salvo en los lugares mencionados, en todo el resto del territorio nacional, para vehículos particulares no es infracción conducir con hasta 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre, y para los motociclistas con un tope de 0,2 gramos. El problema es que esa tolerancia es difícil de regular o medir. Cuando una persona toma un vaso o una copa de una bebida alcohólica, no tiene a disposición un medidor de gramos de alcohol que se depositan en el torrente sanguíneo al alcance de la mano. Entonces queda en la consciencia individual asignar o no, la responsabilidad de manejar a otra persona que no haya ingerido alcohol.
Así, termina siendo más efectiva la tolerancia cero, para que no quede en la decisión de una persona que está bajo el efecto del alcohol, conducir o no hacerlo.
La ANSV presentó un informe que detalla que las provincias en donde rige el “alcohol cero” al volante, la cantidad de conductores testeados que circulan con graduación 0 de alcohol en sangre es notablemente mayor que en aquellas que tienen como límite permitido 0,5.
En abril de este año, se presentó un proyecto de ley de para implementar el “alcohol cero” al volante en todo el territorio nacional. Fue elaborado por el entonces diputado nacional Facundo Moyano y acompañado por la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), el Ministerio de Salud de la Nación y la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (SEDRONAR).
El pasado 9 de diciembre, el Consejo Directivo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, elaboró un Proyecto de Resolución por el cual se decidió elevar al Gobierno Nacional y a los Gobiernos Provinciales, el pedido de instrumentar la “Tolerancia Cero al consumo de alcohol para conductores de vehículos motorizados en la vía pública”.
Las argumentaciones técnicas del caso sostienen varios puntos que son interesantes para analizar. Según los facultativos especializados, las concentraciones de alcohol en sangre permitidas afectan el tiempo de reacción, el humor, el control conductual y la toma de decisiones inmediatas.
Por otro lado, mínimas concentraciones de alcoholemia alteran también la funcionalidad corporal, como la frecuencia cardíaca, la respiración y el sueño. Pero además, la concentración de alcohol en sangre es sólo una de las mediciones de un conjunto de variables que detectan el impacto del alcohol sobre el cerebro, su reacción y su conducta.
Además indican que las personas presentan diferentes capacidades de metabolismo hepático y características reactivas individuales al alcohol, pudiendo reaccionar de diferentes maneras. Y finalmente, un punto que vale la pena señalar es que muchas veces el alcohol es mezclado con otros psicotrópicos legales e ilegales, que no se miden en los exámenes de alcoholemia en sangre, pero que en combinación con el alcohol, esa mezcla potencia en forma inconmensurable la depresión del sistema nervioso y sus fallas cognitivas.
En Europa, desde julio de 2022, cada nuevo modelo de auto presentado por cualquier fábrica continental, deberá tener un sistema de medición de alcohol en sangre antes de poner en marcha el automóvil. De hecho, sin hacer el test de alcoholemia, el motor nunca arrancará, y si la medición detecta presencia de alcohol en sangre, tampoco habilitará que se ponga en marcha.
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