Una pequeña pista de poco más de un kilómetro de extensión de forma semioval ubicada en una de las salidas de la autopista A35 en las afueras de Bresia, es mucho más que una simple pista de pruebas como su aspecto parece mostrar.
Se trata en realidad, de la concreción de varios años de trabajo común entre la empresa que tiene la concesión de la ruta conocida como BreBeMi (por Brescia, Bergamo y Milan), y el Grupo Stellantis junto a otras compañías anexas, quienes desarrollaron el sistema de carga por inducción para vehículos eléctricos en movimiento.
El proyecto obedece a la necesidad de generar diversos modos de carga para el gran volumen de autos y utilitarios eléctricos que se espera tener en los próximos años. Es una respuesta alternativa a los cargadores hogareños, las estaciones de carga públicas y los supercargadores que se vayan instalando en las ciudades.
El circuito se llama “Arena del Futuro”, mide exactamente 1.050 metros de longitud y está alimentado por una potencia eléctrica de 1 MW. El sistema que se utiliza para la carga por inducción, es decir de manera inalámbrica, se llama DWPT (Dynamic Wireless Power Transfer), que fue instalado en dos vehículos, un Fiat 500e y un Bus Iveco E-Way, con los cuales se hicieron muchos kilómetros de pruebas con resultados altamente satisfactorios.
El motivo que movilizó a Stellantis a invertir en esta tecnología, es ofrecer a los clientes una gama de productos eléctricos de gran autonomía y velocidades de recarga ultrarrápidas, pero además también un ecosistema de servicios para responder a las necesidades de los usuarios. Para ello, la inversión será de más de 30.000 millones de euros hasta 2025 en la electrificación y el desarrollo de software que apoyen los planes de descarbonización.
La recarga de los autos en movimiento tiene un doble beneficio que observar. Mientras a simple vista se aprecia el valor que traería en reducir el tiempo recarga, un tiempo improductivo mucho más prologado que el que demanda llenar el tanque de combustible de un auto con motor térmico actualmente, hay un segundo beneficio que permitiría bajar el costo de un auto eléctrico. Porque en la media que se extiendan las redes de rutas o autopistas, e incluso calles, con sistema inalámbrico de carga, se podrán reducir las dimensiones de las baterías de los autos, que como bien se sabe, son el elemento que los hace tanto más costosos que un auto similar con motor a explosión.
El sistema funciona vinculando los autos con una red de bucles que están bajo el asfalto, pero para que un auto pueda cargar su batería por inducción, es necesario que tenga un receptor, tal como ocurre con la recarga inalámbrica de teléfonos celulares.
Finalmente, otras dos ventajas que el sistema garantizará, son que al estar vinculados a través de una conexión de tecnología IdO (Internet de los objetos), existirá un “diálogo” constante entre las autopistas y los vehículos que circulan por ellas, pero además, las rutas tendrán un asfalto de mejor calidad porque será necesario proteger esos bucles de las inclemencias del tiempo y el paso de los vehículos.
Por supuesto, todo tiene una segunda mirada, tan inevitable y necesaria como la de los beneficios. La energía eléctrica que se genere para alimentar estas rutas de carga por inducción deberá ser energía eléctrica sustentable, es decir, obtenida sin emitir gases contaminantes. La energía deberá estar latente en valores muy altos para soportar una demanda de muchos vehículos al mismo tiempo, y ese asfalto especial, también debe poder producirse sin contaminar, por lo que la industria del cemento también deberá adaptarse a una necesidad de producir sustentablemente.
Las buenas ideas están y son valoradas. De hecho, este proyecto “Arena del Futuro” recientemente ha sido designado como una de las 100 invenciones más importantes de 2021 por la prestigiosa revista TIME.
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